Francisco Garrido.
No son “perro flautas”, no. Ni tampoco son marxista-leninistas profesionales. Ni anarquistas del Black bloc. Ni antisistemas aburridos. Son ciudadanos y ciudadanas. Personas que exigen la devolución de la ciudadanía secuestrada por un modelo político y económico que los reduce todo a mercancías de compra y venta.
No “están locos” y como en la canción de Retama “saben lo que quieren”: democracia real ya. La democracia es el nombre con el que desde hace siglos venimos llamando a cualquier proyecto de felicidad colectiva posible. En este movimiento, asombroso y deslumbrante, del 15-M la democracia recobra su doble naturaleza original al ser, al mismo tiempo; un fin en sí mismo (la dignidad de ser iguales) y un instrumento colectivo de cambio y transformación social ( “no somos mercancías”,” alargo mi mes para llegar al fin del sueldo”). Para los miles de personas que se manifiestan y acampan en estos dias, la democracia es puerto final y vía de transito a la vez. Esto es lo que no han entendido tanto “listillo académico” que opinan, en estas horas, en los medios, cuando dicen que el movimiento es coyuntural porque carece de ideología. Claro que tienen ideología: la democracia radical.
No son apolíticos ni antipoliticos, es más, yo diría que son los únicos políticos que quedan. Antipolitico son los miles de profesionales de la política que ha hecho de esta una actividad privada al servicio de sus intereses y de aquellos que les pagan. Están hartos de que votar sea un ritual de engaño, como escribir la carta a los reyes magos pero sin regalos; dodne se elige a los nuevos sirviente de la banca y de las multinacionales. Han entendido que la política es el espacio de la democracia y de lo común no el de los intereses privados y el de la profesionalización.
El entusiasmo de Túnez o de Egipto está hoy en la Puerta del Sol, en la plaza del Carmen, en las setas de la Encarnación o en la plaza de Cataluña. A algunos les ofenden que la vanguardia este en el norte de África. Les escandaliza que miremos al sur para averiguar por dónde van los vientos de la historia y de la libertad. A mí me llena de orgullo y de ilusión.
Internet y las redes sociales han sido el vehículo de formación y coordinación de la protesta. Y es lógico pues la “nueva plaza pública”, el ágora contemporánea está y es la web. Las redes sociales posibilitan una forma de coordinación descentralizada y múltiple que impide la censura y reduce mucho los costes de la comunicación y la coordinación. Pero este movimiento también nos ha enseñado que cuando la protesta se hace efectiva, cuando la forma pueblo se hace real, requiere del “cara a cara”, de la calle, de la plaza, precisa de la encarnación en multitudes que hablan, actúan, gritan, duermen, comen y debaten juntos.
Creo que el 15-M supone el comienzo del fin del régimen político de la transición. El inicio del desmontaje social del cuento ese de la “transición modélica”. El cuestionamiento del bipartidismo y del sistema electoral es el dato más claro de que este modelo de democracia recortada y tutelada con que se despidió el franquismo, vive sus últimas horas. Es también la entrada de una nueva generación (digital nation) de activismo social y político, libre de todas las derrotas y claudicaciones de generaciones anteriores. Y es por último, una respuesta espontánea pero coordinada a la globalización mercantilista que erosiona la dignidad y empobrece la vida, especialmente de los más jóvenes.
* Este post lo escribimos el 19 de mayo del 2011 y se publico en P36.
Paco, un buen artículo, un buen diagnóstico. Mañana te buscaré en las Setas, aunque tu no me conoces, yo a tí sí. Iré con mi mujer que ella si te conoce, ya que fue vecina vuestra de la calle Amargura.
Un abrazo.