Dimisión de una ministra. Dejarte caer para poder subir
No conocía a la ya ex-ministra, pero me deja claro algunas cosas estos días:
Podría haber sido una gran ministra. En sus 100 días de ministra ha hecho por la sanidad pública más que en años hicieron otras y otros.
Por esos 100 días gracias, y por la dimisión, también gracias. Por su grave doble error no le doy las gracias, le doy el reproche. Por mercadear con el título del máster en ese lugar desprestigiado ya, de la universidad JUAN CARLOS I y por aceptar ser ministra con ese lastre para un gobierno como este. Y todo ello teniendo presentes los precedentes del escándalo de Cifuentes y de Casado en el PP. ¿Cómo se le ocurrió aceptar ser ministra?
El presidente es una persona y un político leal, y eso en política es un mérito, no es un desmerito. Aunque en este tema no debió dilatarlo tanto. Y reconociendo los méritos de su ministra, reconocer también sus des-méritos y sustituirla.
En política aprendimos que una clave del éxito es “resistir”, durante años fue la estrategia acertada de Rajoy, la resistencia. Es posible que la aprendiera de otro gallego y paisano suyo que nos tuvo 40 años sometidos a una dictadura. Pero también es una clave de éxito reconocer errores y corregir. De forma leal y arropando, cuando sea merecida esa lealtad. 48 horas quizás ha sido demasiado tiempo en política para un gobierno de este tipo.
La universidad pública no podía permitir más descrédito. Ahora a ver qué se hace con una universidad como esa, llamada Juan Carlos I, (no extraña el nombre, tras saber e intuir lo que hay de enriquecimiento personal ilícito de esa figura política). Esta Universidad y esta ministra entraron en un mercadeo de títulos deleznable, propio de la universidad privada, donde “se compra y se vende “siguiendo la lógica del marcado. Es verdad que los “Másteres “, tienen una deriva de “mercado “y de selección por lo económico que no es admisible para los que defendemos la universidad pública. Es verdad que los “Másteres“, tienen una deriva de “mercado“y de selección por lo económico que no es admisible para los que defendemos la universidad pública, de calidad y que garantice la objetividad y premie el esfuerzo intelectual y del saber. Desde una lógica de lo público, es urgente introducir mejoras en el sistema académico, que vuelva a democratizar y garantizar estándares de igualdad en ese nivel educativo.
Esta dimisión debería de ser la antesala de dos más; la del Rector de esa Universidad y la del líder del Partido Popular, el Sr. Casado. Ninguno se sostiene ya en el cargo.
La dimisión llegó y está bien. Entre otras cosas porque evidenciará la diferencia entre la izquierda y la derecha en asumir como normal o no “esas compras y ventas de títulos“tan deleznables para la credibilidad de un sistema educativo público. El PP y Casado son ya el exponente claro de ese “chalaneo “y “mercadeo“ de títulos, no solo de “Másteres”, en el caso de Casado su propio título de derecho se logra de forma “excepcionalmente“ extraña. Pero esa es parte, de una parte, de la derecha de siempre de este país. Esa que no merece gobernar nuestras instituciones. También hay otra derecha; democrática, humanista, moderna y honesta, que se esfuerza y trabaja, que cree que lo que piensa y hace es lo mejor para este país y que sus vidas deben ser ejemplo para el resto y sus conciencias deben estar tranquilas. Porque ya aprendieron y saben que solo confesándose los domingos, no es suficiente para tranquilizarlas y “expiar los pecados”, es mejor no cometerlos.
Una conclusión y una reflexión de fondo:
Una conclusión. El efecto elástico. Es una caída que hace subir. Cae la ministra, subimos como sociedad y democracia. Nuestra democracia gana credibilidad, nuestro gobierno se refuerza con la decisión y se eleva el listón de calidad democrática similar a otros estándares europeos.
Una reflexión: el capital intelectual como juega en nuestras sociedades.
Esto de los títulos me recuerda algo que leí estos días en redes ha sido rescatado por A. Garrido sobre la teoría de Pierre Bordieu y su teoría del capital intelectual:
“No es una tontería que una élite instalada en el privilegio orgánico añada a su cultura de la usura la compra y el trapicheo de títulos académicos. Si entendí bien la idea es lo Bordieu llamó el racismo de la inteligencia: «El racismo intelectual es propio de una clase dominante cuya reproducción depende, en parte, de la transmisión del capital cultural, un capital heredado cuya propiedad es la de ser un capital incorporado, pero aparentemente natural, nato… Es lo que hace que los dominantes se sientan justificados de existir como dominantes, que se sientan de una esencia superior… Todos los racismos se parecen.»
El racismo de la inteligencia sería entonces, creo, ese mecanismo de legitimización del orden social basado en la posesión de títulos académicos, naturalizando la jerarquía social y la desigual distribución del poder político y transformando las diferencias de clase en diferencias de «inteligencia» “
Jorge López
Profesor de Ciencia Política y de la Administración
Universidad de Granada