El 12 de septiembre el Partido Andalucista pondrá fin a su dilatada trayectoria política, tras cincuenta años y constantes fracasos en las últimas citas electorales el mayor exponente del andalucismo político cerrara su puertas.
Son muchos los que han analizado este fracaso, por lo que no voy a incidir en lo mismo, simplemente indicar que quizás el proceso llega tarde, el partido no supo adaptarse a los nuevos tiempos que hace tres años se vislumbraba y no acepto la necesaria transformación que algunos quisieron hacer.
Tras las elecciones municipales se veía claro que el partido tenía que disolverse, y el andalucismo esperar a mejores tiempos, que tendría que volver a pasar una nueva fase de “destierro interior” para quizás en un futuro nacer con más brío.
El Partido Andalucista desaparece en unos momentos en que la situación de Andalucía es cada vez más preocupante, con una gran quiebra social, una autonomía cuyas competencias han sido continuamente discutidas por el gobierno central, y que ha provocado que esa “tercera cámara” que es el tribunal constitucional haya recortado de facto competencias autonómicas. En unos momentos en que el desprestigio de las instituciones autonómicas es cada vez mayor, debido fundamentalmente al partido que ha gobernado Andalucía durante su historia autonómica, y una oposición que no ha sido capaz de articular una alternativa mínimamente coherente y de acuerdo a las necesidades de Andalucía.
Encontramos por otra parte unos deseos de recortar el estado autonómico, volviendo a una recentralización más o menos encubierta que perjudicaría esencialmente a Andalucía y que olvidaría el hecho diferencial andaluz.
Ante todo ello no habrá en el más inmediato proceso electoral una voz propia andaluza que ponga por bandera la defensa de la autonomía andaluza como garantía del mantenimiento del Estado de Bienestar en nuestra tierra. La defensa de Andalucía como nacionalidad, recordando que fue el pueblo andaluz, quien el 28 de febrero de 1980 ejerció su soberanía para convertir a Andalucía en una comunidad histórica de primer orden, y continuar apostando por la defensa del federalismo como aspiración de Andalucía como nación dentro del Estado Español.
El Partido ha muerto, pero no el andalucismo. Eso se repite en muchas aportaciones que personas del ámbito andalucista están haciendo en estos días. Pero en la mayoría de los casos no aclara que andalucismo se quiere. No podemos pensar en un andalucísimo que sea un simple cambio cosmético del partido, un cambio de sigla y poco más. Un andalucismo que continúe con la vía de la ambigüedad, que sea una simple plataforma de algunos alcaldes o cargos públicos para mantenerse en el poder, por ese camino el Andalucismo político no podrá sobrevivir.
Por supuesto no es una vía la posibilidad de integración en partidos de derechas centralista como Ciudadanos o el PP, es una muestra del poco sentido que tuvo la presencia de ciertas personas en el partido.
El andalucismo pues debe rearmarse ideológicamente antes de plantearse volver a caminar, un replanteamiento que lo situé en la esencia de la rica ideología andalucista, a la izquierda del arco político, federalista convencido, con el objetivo de lograr el autogobierno como vía para la liberalización del pueblo andaluz de los males que le aquejan, defendiendo el estado de bienestar, el sector publico frente al privado y la igualdad frente a la injusticia. El nacionalismo andaluz se tiene que adaptar a los nuevos tiempos siendo un movimiento que se oponga a la globalización neo liberal que olvida la cultura de los pueblos y los derechos de los ciudadanos en defensa de los intereses económicos de las grandes corporaciones. Ese es el camino que debe inscribirse los nacionalismos progresistas en el siglo veinte, ante los nacionalismos conservadores de bandera e himno pero que ceden la soberanía a los intereses de eso que llamamos mercado.
Lo cierto, es que a los andalucistas se nos plantea una importante duda ante las próximas elecciones. Somos conscientes que ningún partido andalucista podría concurrir con exigió a ocupar puestos en el próximo parlamento español, pero también que en él se debatirán asuntos que pueden ser transcendentales para nuestra tierra. Que se puede configurar un nuevo mapa de España en el que Andalucía tiene mucho que perder. Ante los intento recentralziadores de los partidos conservadores y el olvido de algunos partidos de izquierda ante las ansias soberanistas catalanas, puede configurarse nuevamente una España de dos velocidades, la España del norte con más derechos como nación que la España del sur, en la que puede volverse a plantear una simple autonomía administrativa de segundo orden.
¿Cuál es la postura que debemos tomar los andalucista? Quizás la táctica ha de hacerse en dos ámbitos, por un lado colaborar e incluso entrar en aquellos grupos que defiendan un federalismo en el que Andalucía no pierda un ápice de su derecho en igualdad con el resto de las nacionalidades históricas. Mientras que a más largo plazo quizás podamos configurar una opción propia, que por lo menos en estos primeros años pueda aliarse con algunos de estos grupos para poder llevar en un futuro nuestro mensaje a la sociedad.
Lo dicho a los andalucistas se nos plantea una difícil disyuntiva ante las elecciones de diciembre.
El andalucismo está vivo y bien vivo al tener grandes intelectuales como D. Isidoro Moreno, D. Javier Aroca, etc y una gran mayoría de andaluces. pero otro hecho es ¿Qué formación política hay en estos momentos que defienda a Andalucía como nacionalidad histórica y el desarrollo del andalucismo que se vaya a presentar a las elecciones generales? Personalmente no estoy a favor de apoyar a ningún partido centralista que pueda ir en contra del desarrollo autonómico de Andalucía.