Francisco Garrido.La alcaldía de Sevilla anuncia un futuro referéndum sobre aspecto marginales de la Feria de Abril. El ayuntamiento de la Línea de la Concepción celebrará otro referéndum para que la ciudanía decida sin quieren cubrir, o no, el techo de la plaza de toros de la localidad. En otros sitios se han celebrado consultas populares sobre la decoración del mobiliario urbano de una plaza o sobre la elección del juez de paz del pueblo. En muchos sitios los presupuestos participativos se ha circunscrito a decisiones banales sobre temas menores que además, eran tomadas por las agrupaciones de los mismos partidos que gobernaban el ayuntamiento, convenientemente disfrazados de ciudadanos anónimos.
¿Qué burla es esta? Reducir, o estrenar, procedimientos de democracia directa y participativa a lo anecdótico o a lo bufonesco (como en Sevilla y La Línea) es una agresión política contra la democracia directa y contra la misma ciudadanía. ¿Por qué? Porque supone la banalización de las decisiones políticas cuando estas las toman directamente la gente. “Ustedes están para las tonterías, nosotros para lo serio”, este es el mensaje oculto de estas pantomimas políticas.
El régimen del 78, no sabe responder otra cosa ante la demanda de participación y calidad democrática; que también expreso el 15M ; que la burla y el esperpento institucionalizado. España es uno de los países occidentales con una tasa más baja de toma de decisiones directas y ahora quieren ensayar como alternativa complementaria al bipartidismo “la democracia banal” de los referéndum sobre fiestas y toros
Cornelio Castoriadis hablaba del “ascenso de la insignificancia” en el título de un magnífico libro en el que analizaba la pérdida de poder (significancia) del pensamiento crítico debido a una una supuesta, fraudulenta, democratización del a cultura y los saberes. Pues esto es de lo que se trata aquí, con estos simulacros burlesco de las decisiones colectivas; convertir en insignificante a la democracia mediante su ejercicio más radical sobre lo menos relevante. “Podéis decidir todos pero sobre nada”, quizás un buen articulo para presidir la nueva constitución de la banalidad.