Los populares ganarán las elecciones municipales en todas las capitales de provincia andaluzas. Y los socialistas serán la segunda fuerza más votada. Córdoba incluida. La única duda es el margen. Los analistas del bipartidismo imperfecto ya trabajan en su impacto estadístico en cada barrio. Conocen las cloacas de la ley electoral y los restos que quedarán sin recoger. Y ya buscan basureros.
Al PSOE le interesa un desplome moderado de IU en todas las capitales de provincia menos en Córdoba, donde la moderación de la caída comunista sólo conviene al PP. Por eso Ocaña no recibe críticas de un lado ni del otro. El pobre, desacostumbrado a moverse entre algodones, ha terminado por criticarse a sí mismo convirtiéndose en el pionero de la autoinmunodeficiencia política. Los socialistas necesitan a sus cómplices electorales de izquierda unida para mantener algunas alcaldías. Lo saben y por eso callan cuando son atacados hipócritamente por sus socios de gobierno. También lo saben los funcionarios políticos de izquierda unida que sobreviven gracias a su simbiosis con el régimen socialista. Y por eso, después de las ruedas de prensa, se abrazan por las esquinas. Muchos comunistas de verdad ya no soportan esta esquizofrenia de arañazos y besos sólo para mantener una cuota testimonial de escaños en el Parlamento. Están hartos de esconder la cabeza para defender lo indefendible. La coartada entonces fue la demonización del PP. Eso les permitió justificar pactos de gobierno con los que ahora acusan de ser culpables de la crisis. Así consiguieron la supervivencia a corto-medio plazo. Pero les llevó a la tumba. Lo paradójico es que sea ahora el propio PP al que no interese la muerte comunista en Andalucía. A menos que sus restos vayan a otro basurero distinto del PSOE.
Justo en el otro lado se coloca la franquicia españolista de UPyD. Un artificio electoral que permitió reciclar los despojos abstencionistas del bloque constitucional vasco. Gracias a esta operación matemática, unida a la eliminación del cómputo batasuno, hoy gobierna un socialista en Euskadi. Anclada económicamente en el sistema, la irrupción electoral en Andalucía del partido rosa perjudica por igual a socialistas y populares, salvo en Córdoba, donde Nieto no soportaría perder la alcaldía por un puñado de votos del mismo color que la ex alcaldesa. Las variables electorales de UPyD y de IU, soluciones en otro momento para socialistas y populares, se han convertido en un melanoma cuántico: sólo conocerán la bondad o maldad de su naturaleza cuando el resultado se produzca. Mientras tanto no pueden calificarlos. Por eso no hay pronunciamientos públicos del bipartidismo contra comunistas y rosistas en Andalucía. Sin embargo, estoy convencido que ninguno de los dos está dispuesto a soportar por más tiempo tanta incertidumbre. Los dos saben que la solución pasa por un quinto elemento que recoja las migajas de la izquierda andaluza. Al PSOE le beneficia porque no engorda al PP. Y a la derecha porque fracciona el voto de la izquierda. Para los dos, en cualquier caso, las municipales serán un banco de pruebas. Y para los demás, un accidente.
Artículo publicado en El Día de Córdoba