La gran mutación
La crisis que ha estallado a partir de 2007 no es una crisis económica convencional, como las de los años ochenta y noventa del siglo pasado, sino que señala el colapso del modelo de crecimiento de la globalización, por lo que es una crisis sistémica o, con mas exactitud, una gran mutación ya que crisis indica una situación transitoria y lo que se ha generado es una nueva realidad estructuralmente muy desequilibrada y, al tiempo, que muy interconectada.
Comenzó con el fraude de las hipotecas de baja calidad (subprime) en EE.UU. (aunque solo eran una gota de agua en la inmensidad del océano financiero) que minó la confianza en la solidez del sistema y puso al descubierto la artificialidad de la ingeniería que habían inventado, lo que provocó, entre otros efectos, el estallido de la burbuja financiera – inmobiliaria, la crisis bancaria, la desvalorización de los activos, el efecto pobreza, la caída generalizada de la demanda y de las transacciones comerciales, la deflación y el paro generalizado, así como una intervención de los Estados en la economía con una intensidad nunca vista hasta ahora.
Las causas profundas de esta mutación están, por un lado, en que la creación de una demanda ficticia en base al endeudamiento generalizado (público y privado) había sobrepasado los límites razonables que se pueden cubrir con las rentas futuras, agravada por la sobreproducción en la oferta, debida a la intensa competencia internacional y el aumento de la productividad por la revolución tecnológica digital; y por otro que la economía capitalista se ha expandido hasta los límites físicos del planeta, superponiéndose por vez primera los ámbitos de un sistema económico global y el sistema biofísico, sin un espacio económico exterior, por lo que no puede seguir crecimiento de la misma forma.
El agotamiento del modo de acumulación del capital de la globalización, que deja una realidad económica, social y ambiental exhausta, ha abierto una nueva época pero sin un nuevo proyecto reformista porque el capital financiero (que había logrado apropiarse de la mayor parte del excedente a través de una nueva distribución de la plusvalía global sustentada en los cambios de los circuitos, la función y la naturaleza del dinero), en vez de impulsar reformas institucionales (en contraste con lo que ha ocurrido después de otras crisis sistémicas) ha intensificado la misma estrategia que antes de la crisis, acelerando el viaraje hacia un expansionismo «cualitativo» (privatizaciones de bienes comunes y servicios públicos para incorporarlos a los mercados, instrumentalizando a los estados para el desmantelamientos paulatino de las instituciones del estado del bienestar) ante la imposibilidad de continuar el crecimiento mediante la incorporación de “espacio no capitalista”.
El sistema ha optado por soluciones “monetarias” a través de los Bancos Centrales (los grandes centros del poder público controlados en parte por el capital financiero) incrementado la oferta monetaria y proporcionando una ingente liquidez para amortiguar la crisis de demanda, utilizando la ocultación (el fetichismo) sobre la crisis, al resaltar solo los mecanismos no estructurales que la han causado. Esta estrategia tiene un recorrido corto ya que el margen de maniobra de las políticas monetarias está al límite porque los tipos de interés están en torno al 0%, se ha realizado una ampliación sin precedentes de las bases monetarias y los niveles de endeudamiento público son altísimos.
La salida en falso de la crisis esta generando un fuerte aumento de la entropía
La estrategia de eludir las reformas estructurales y la acentuar la expansión “cualitativa” está originando un contexto de inestabilidad económica y política con importantes tensiones y un fuerte aumento de la entropía:
1. El deterioro ecológico, a pesar de la ralentización del crecimiento, ha agudizado el cambio climático, el agotamiento de los recursos, la huella ecológica y la disminución de la biodiversidad. Sus consecuencias la vemos todos los días: elevación de las temperaturas y sequías (en las zonas precisamente más dependientes de la lluvia), desertización, subida del nivel del mar, deshielo en los polos, deforestación, incendios, catástrofes naturales, desaparición de miles de especies, etc.
2. Los desequilibrios económicos a causa del estancamiento la transición desde una base industrial clásica (empresas + máquinas) a una nueva base de economía digital, (que no es tanto una innovación como una nueva gramática que coordina todos los campos, desde las relaciones sociales, la cultura, la política y por supuesto, el sistema productivo y los mercados), tienen como efectos más notorios:
a) La disminución global del crecimiento (Piketty ha calculado que se ha pasado de una media del 3% al 1,5%) con un parón demográfico y el consiguiente envejecimiento de la población (en algunos estados de forma muy rápida como en China).
b) Una situación estructural deflacionaria por el endeudamiento de empresas, familias y estados, el aumento del paro y del empleo precario, tal como Schumpeter y Minsky explicaron.
c) La instantaneidad global de los mercados financieros.
d) La plena abstracción del sistema monetario y la monetarización de todos los flujos económicos que sustentan además un nuevo sistema de distribución global de la plusvalía.
e) La reasignación gigantesca de las rentas, con empresas de monopolios y oligopolios transnacionales que acceden a fuentes de ganancia extraordinaria, que ha provocado claros ganadores y perdedores.
f) Una situación se sobreproducción por el aumento de la productividad que, sin embargo, no va acompañado de reducción del tiempo de trabajo ni de la mejora de los niveles de vida, sino de la destrucción neta de puestos de trabajo, incluidos los de las profesiones liberales independientes.
3. La fragilización y deterioro de las relaciones laborales por:
a) La tendencia negativa de la participación de los ingresos del trabajo en el PIB mundial.
b) El aumento del desempleo y precarización del trabajo con horarios dispersos y retribuciones bajas y además variables, complementadas con ingresos marginales obtenidos del alquiler informal de bienes y servicios de los particulares (casas, coches, tiempo), siguiendo las pautas de la denominada economía compartida.
c) Cambios en la división del trabajo por la entrada de una nueva generación de robots de propósito general en los que la aportación del trabajo humano queda profundamente alterada porque cualquier trabajo que pueda sistematizarse en rutinas, está abierto a la automatización total o parcial.
d) Polarización salarial y de las condiciones de trabajo entre unos pocos empleos de alta calificación dedicados a tareas abstractas y, por otro, una mayoría de perfiles de baja calificación, principalmente puestos de trabajo de la industria de servicios, y de nueva clase de autónomos nómadas disponibles para trabajar a cualquier hora, en cualquier lugar.
e) La desregulación de la normativa laboral y una menor capacidad negociadora de los sindicatos.
f) El aumento de los flujos migratorios, condenados a la ilegalidad por las dificultades que imponen los estados a la libre circulación de las personas.
4. Creciente desigualdad social por la tendencia global a la concentración de la riqueza, la pérdida de derechos sociales y laborales y el estancamiento económico. Un nuevo mapa de la pobreza se está consolidando en África, en regiones de Asía, en amplias zonas de América Latina y en los ghettos de las grandes áreas metropolitanas de Europa y América del Norte.
Un elemento que determina el mayor grado de desigualdad, en términos generales, es el territorio donde se ha nacido, o a donde se adscribe, asociado a su status jurídico – político, es decir, a la ciudadanía que se deriva de la nacionalidad. La ciudadanía no sólo implica desigualdad en la posesión de los derechos civiles y políticos, sino también en el acceso a la cultura, a la educación, a la salud y al trabajo porque permite la existencia, o no, de derechos económicos desde el nacimiento (salarios indirectos). Esta desigualdad explica el por qué cientos de miles de personas arriesgan su vida para trasladarse desde unos territorios a otros con status de ciudadanías extremamente desiguales pero con fronteras colindantes, como ocurre entre África o Asía y la Unión Europea o entre México y EE.UU.
La desigualdad afecta más a las mujeres que a los hombres. En el acceso al empleo, que representa la principal fuente de ingresos para la mayoría de la población mundial, las mujeres son fuertemente discriminadas incluso en los Estados donde la igualdad de derechos está reconocida. También en la jubilación existe una evidente desigualdad de género, ya que las reformas de las pensiones públicas les hace más difícil el acceso a una jubilación que les permita vivir dignamente y no por debajo del umbral de la pobreza.
5. La mercantilización de todas las esferas de la vida social e individual acentúan la destrucción y homogenización cultural y la ruptura de las transferencias culturales intergeneracional.
6. Las tensiones territoriales que provoca el unilateralismo y la hegemonía de EE.UU. a pesar de la crisis, sobre todo en las áreas que tienen más capacidad de autonomía como la UE y China (Estados y macroestados), en las zonas geopolíticas más frágiles como el Mediterráneo, norte de África y Oriente Medio, y el desplazamiento del centro de gravedad del poder económico desde el Atlántico norte hacia Pacífico.
7. La instrumentalización de los estados para privatizar los bienes comunes y los servicios públicos en continuo chantaje desde los mercados financieros para recortar las libertades, centralizar el poder y desmantelar el estado del bienestar, lo que provoca la falta de poder real de los poderes públicos, corrupción, inestabilidad en las instituciones de mediación (partidos y sindicatos) y la frustración de la ciudadanía ante la debilidad de las democracias.