El avance científico y tecnológico, los cambios y conquistas sociales, la democratización o la creatividad artística están condenados a ser usados perversamente si son procesados por la lógica del capital. Cuando el virus del beneficio privado (crecimiento, competitividad y desigualdad) anida en cualquier innovación social captura sus códigos y reconvierte los dispositivos originales hacia sus propios objetivos. Todo parece que es como era pero desde que el capital está dentro ya nada es igual.
Es por esto que en un mundo como el nuestro donde el capital es más invisible pero más omnipresente que nunca tenemos esa perturbadora sensación de extrañamiento ante cosas que creíamos conocer pero que operan en contra de aquello para lo cual creíamos se habían creado. Es como si todos fuéramos víctimas del síndrome de Capgras , por el cual los enfermos identifican los rostros familiares pero los ven como impostores. Miramos el “Estado de Derecho” y formalmente sigue siendo el “Estado de derecho” pero tenemos la irresistible sensación de que es un fraude. Igualmente ocurre con la democracia; si,hay elecciones, hay libertades, pero esto no es la democracia. Y así con los sindicatos, con la educación y con tantas otras instituciones.
La distorsión llega a penetrar incluso en las esferas más intima como el sexo o el amor romántico ¿es sexo lo que hacemos cuando hacemos sexo? Si, pero seguimos teniendo la sensación de impostura. Un “no es eso, no es eso” orteguiano puede ser el resumen de nuestra percepción de la realidad social. Pero en este caso el extrañamiento no es una patología sino un indicador de lucidez, y es que relámente “no es eso, no es eso” .Ni lel “Estado de derecho” , ni la democracia, ni el sexo, ni el amor son eso que la mediación constituyente del capital vende como mercancías. El software malicioso del capital atrapa tus archivos y tus carpetas, tus álbumes y tus direcciones y contactos, tu memoria y tu vida y trafica con ellos el red globalizada.
Una segunda sensación que genera este domino cognitivo y operativo del capital es la impresión de descontrol y expropiación de tu destino. El power está fuera de control, tu ordenador (vida) emite mensajes que no decides, el cursor se mueve sin que toques el ratón. Algo que viene de fuera, pero que está dentro, nos controla sin que podamos evitarlo. Al igual que el software malicioso hace que tu ordenador se convierta en un alíen, el capital hace de tu vida también un alien. Millones de alíen trabajan sin saberlo para un modelo autoreplicativo de virus. Cuando votas, cuando amas, cuando compras , cuando comes, cuando reivindicas derechos, cuando luchas,cuando eres feliz tproduces mercancias que el software malicioso del capital usa para incrementar el PIB y la tasa de ganancia .
La recepción pasiva tanto el extrañamiento como la sensación de descontrol y alienación producen miedo, confusión, vulnerabilidad, soledad y finalmente locura. Y el capital lo sabe: la industria de los sicofármacos está ya a la cabeza del consumo farmacéutico. La sociofobia es una trampa a la que ayuda la atomización virtual que la red posibilita, como ha descrito magníficamente Cesar Rendueles. Internet lejos de las promesas de liberación que objetivamente contenía está programando nuestra percepción de la realidad a la demandas del software malicioso. Hace que parezcan maldiciones lo que son oportunidades y a las oportunidades las muestras como maldiciones. La robotización que podría permitirnos liberarnos de mucho trabajo penoso, el software malicioso lo convierte en una fuente de desempleo y pobreza; en vez de trabajar menos, trabajamos más, vivimos menos y cobramos menos. Internet permite una comunicación desmercantilizada pero el capital privatiza la red y la convierte en una fuente de negocio donde, como en las grandes redes sociales, la principal mercancía es el usuario. Por el contrario presenta como oportunidades deseables a lo que no son sino maldiciones como el consumo compulsivo, la competitividad, el egoísmo o la desigualdad.
Sinembargo la recepción activa y crítica de estas sensaciones convierte a la conciencia del extrañamiento y la alienación en monitores del cambio, en señales de alarma para la resistencia y en predictores de un futuro alternativo. Hay que limpiar el ordenador de virus maliciosos, hay que sacar de las manos del capital los bienes fundamentales, hay que expulsar al mercado de las relaciones sociales básicas. Ya sabíamos que la economia de mercado llevaba inexorablemente a la sociedad de mercado. Por eso necesitamos una sociedad sin mercado y un mercado con sociedad. Buscar, rescatar, construir, ampliar los espacios, las formas de vida , sin capitalismo tiene que ser la conclusión racional de la conciencia del extrañamiento y la alienación. Todo lo que favorezca la autonomía, la renaturalización de las relaciones y el metabolismo social, la materialización de las subjetividades son potentes antivirus contra el software malicioso del capital. Sin mercancías se vive más y mejor, este puede ser un buen lema para nuestro programa.