Artículo enviado a P36 por Jaime Martín Palomo
…Y así se empieza y se termina con transformar el mundo…
Y un día ve con gran estupor y desolación que su colección de piedras “preciosas” y minerales se las han tirado a la basura, para los mayores un estorbo y un contrasentido para la limpieza, para el niño de aquellos años seguir un buen consejo del maestro que adora, los minerales cogidos en la vía no sirven para nada, son los caprichos del niño que empieza, que con diez años tiraba para geólogo o biólogo, o lo que vete tú a saber, en la distancia y a sus pequeños años, no más de diez y medio, y encima con su adaptación a un pueblo nuevo en la mochila, que entonces se llamaba cartera, ese soy yo, que aterriza en el Barrio Santa María, con un abrigo azul más debajo de las rodillas y diciendo el “sáis” cordobés.
No contento con eso y una vez afincando erre que erre, colecciona tebeos del Oeste, se llamaban el Pequeño Luchador, valiente niño del Farwest que prometía para pistolero honrado y con chica pecosa incluida, me animaba en estas lecturas mi amigo Paco que vivía en la Botica del Prado, que por cierto el dicho tebeo se compraba en una pequeña tienda que había enfrente de su casa, no recuerdo como se llamaba, espero recordarla porque estas cosas se pierden y es una pena porque forman parte de la memoria colectiva, los tebeos se perdieron al prestarlos, a cambio mi amigo Paco me dio una colección de monedas y llegué a juntar bastantes, entonces esto de las monedas tenía el raro nombre de Numimástica, no tan raro era lo de Filatelia, que era lo de coleccionar sellos de correos de España y de todos los países, recuerdo que me impresionaban los de La República de San Marino por lo pequeña y grandiosidad de sus sellos y los de Rusia por aquello de lo exótico y sus letras cirílicas, con esto de los sellos se aprendía bastante geografía, me queda todavía el buen hábito de no tirar los sellos de las pocas cartas que vienen a mis manos, y reunirlas para los Jóvenes Misioneros, pero bueno esto es otra historia, la colección hace muchos años que se perdió.
Que esta introducción parece larga, pues por lo mismo de siempre y por cambiar, que no tiene que ver nada con los escarabajos, que me perdonen los Beatles, ni tampoco la banda pop de Sevilla y muchos menos los egipcios de las pirámides, que esto va por otro lado, de eso que llaman “la Manía de los coleccionistas”.
En fin, ahora se colecciona otras cosas, muchas superfluas e irrelevantes, pero hay un coleccionista que cumple años, uno que es muy famoso por su valía y no como los famosillos, le gustaba observarlo todo, apuntarlo todo, este hombre fue Darwin, coleccionaba rocas y también escarabajos, era un joven que pensó hacerse médico y luego predicador y lo que hizo fue un gran viaje por la mar, en el Beagle, que a su valía y a lo que representa le hacemos homenaje en este articulo. Su obre es famosa y nos ha hecho pensar en la evolución humana y comprender el origen del Universo y las especies. Recuerdo que en nuestros años mozos, este libro se encontraba en la lista de libros prohibidos, prohibición y lista que servía para todo lo contrario, porque basta que estuviera en el Índice, para que el gusanillo de lo prohibido y la garantía de que era algo que merecía la pena leer, pues se hiciera.
Que los escarabajos se coleccionen, no lo sabía, que hay gente para todo y para coleccionar estos divertidos bichitos, que el tal Darwin coincidiera conmigo coleccionando rocas y fuera admirador de estos bichitos, pues también, y digo divertidos, porque yo en mis años mozos, me divertía viendo a estos animalejos transportar una hermosa y redonda bola, y de la forma más difícil, con las patas de atrás, sería porque como son tan listos saben de la fuerza de las ancas, ya sabéis como los futbolistas, por eso se les llama a estos simpáticos bichitos, escarabajo pelotero. A mi me recuerdo a pobre Sísifo las veinte cuatro horas arrastrando la bola por la pendiente, para que luego se le caiga, pero amigos estamos en el Hade y los infiernos hasta en la época de los clásicos se inventaban para la mayor gloria y “hodienda” del personal de “a pie”, porque claro los listorros, lo sabemos de buena tinta y plumón, no van al Hade sino que se quedan en el espacio intermedio que es la tierra, hodiendo al personal.
Y es que hay coleccionistas para todo, pero vaya nuestro homenaje a una coleccionista contemporánea, a una gentil, valiente y bella muchacha saharaui, que también y en este año le han dado un Premio de la Paz, en este caso por la denuncia, a través de Internet, de la opresión que sufre el pueblo del Sahara, esta vez han sido los estudiantes noruegos los que se han unido al grito universal de este pueblo que clama en el desierto. Rabab midane denuncia en Internet los abusos que el gobierno marroquí comete con los habitantes del Sahara, indudable coleccionista de testimonios que servirán algún día como condena de aquellos que pudiendo hacer algo por este pueblo no lo hicieron.