Todos los días sale un nuevo titular o declaraciones de intenciones que anuncian que la convergencia de la izquierda es inminente. Al día siguiente sale una encuesta que dice que Podemos puede solo y que IU se quedaría fuera de no sé cuántas instituciones. Entretanto, salen los portavoces de cada trinchera a rescatar el pasado. Gloria Marcos, excoordinadora de IU en el País Valenciano durante el tiempo en el que se escindió el 30% de la coalición de izquierdas en tierras valencianas, anuncia que Mireia Mollá y Mónica Oltra, ex de Esquerra Unida y ahora en las filas Compromís, “no son de fiar” y que la confluencia ha de hacerse, por tanto, sin Compromís.
Al día siguiente de decidir los órganos de IU que habrá primarias en la coalición de izquierdas, aparece Cayo Lara para decir que prefiere un candidato de consenso “antes que esta moda de las primarias”. Por su parte, los Ganemos se van extendiendo por el territorio estatal con vetos a formaciones que “no son suficientemente de izquierdas”, como es el caso del veto de IU a Compromís en Alicante. En otros muchos casos, los Ganemos están siendo utilizados como marca blanca de marcas en crisis. Mientras, miembros de Podemos, después de leer encuestas que pronostican que están a punto de superar al PSOE y de fagocitar a IU, se comparan con Tierno Galván y reculan de la convergencia que antes era “un factor fundamental para ganar”.
Tampoco quedan fuera de juego los anticomunistas, que quieren confluir con todos menos con IU, a pesar que, desde antes de que la indignación se convirtiera en un bien de consumo, ya alertaba de la insostenibilidad del modelo que nos ha llevado a la crisis-estafa que sufrimos. Falta menos de un año para las elecciones municipales y autonómicas y la convergencia de la que todo el mundo habla no termina de tomar forma.
Con figurantes del peor sectarismo posible y nuevos actores con ínfulas de sabelotodo que recuerdan a las formas del pasado, la convergencia no se dará. Para converger sobran lecturas interesadas de encuestas hechas con el objetivo de romper la unidad de la izquierda, mesías que se reencarnan en Tierno Galván y dicen quién puede o no opinar sobre política, postureo mediático, representantes del peor sectarismo que no descansan repartiendo carnets de pureza ideológica y un relato competitivo entre las fuerzas llamadas a converger. De sobrar alguien, sólo sobran quienes piensan que hay personas, movimientos ciudadanos o partidos políticos que sobran.