al borde del camino
(Mario Benedetti)
Frente a la inexistencia política actual de Andalucía en el Estado y la falta de alternativas a las causas reales de la crisis, acentuadas al desvanecerse en el tiempo el impacto discursivo de las medidas propuestas por el Presidente del gobierno en el debate del estado de la Nación, se hace necesario construir una alternativa política para que Andalucía vuelva ha tener peso político ofreciendo un camino propio para superar la crisis, porque ambas cuestiones están imbricadas.
Hemos diagnosticado la crisis como una crisis sistémica y multifuncional del sistema, al igual que la tendencia ascendente de la literatura científica (ver las publicaciones recientes de Ridoux; Tono Martínez; Berzosa; Niño Becerra; Giddens o Terceiro) y que los movimientos sociales en torno a las corrientes antiglobalizadoras. Pero ambas aportaciones hay que convertirlas en una alternativa política, desde una política cognitiva en oposición a la política de la banalidad propia del desarrollismo, es decir, una política que, desde la comprensión de la realidad social, tenga vocación de liderar todo lo que concierne a nuestra sociedad empezando por la actividad económica. Desde nuestro punto de vista esta nueva política tiene que basarse en cuatro componentes: la idea de libertad, propia del republicanismo teórico, la idea de igualdad como legado de la izquierda democrática y progresista, la orientación hacia decrecimiento como consecuencia lógica de la aportación del ecologismo político y el protagonismo del Pueblo andaluz como sujeto político que demanda la centralidad de Andalucía en España, en Europa y en mundo como expresión política del andalucismo.
Transformar estas ideas en una opción política significa al menos tres tareas: ser capaz de diseñar una alternativa, una organización plural pero coherente productora de nuevas ideas y una acción comunicativa para lograr una hegemonía cognitiva frente a las viejas identidades políticas que hoy solo crean polaridades estériles producto de un bloqueo colectivo. Hay una serie de ideas intermedias que parecen claras como alternativa al modelo que está en crisis: la territorialización de la economía; la generalización de internet en el sistema productivo; un nuevo sistema energético basado en fuentes renovables; la transformación de las relaciones entre el campo y la ciudad; la incorporación de los costes ambientales a los precios; una nueva cultura del consumo basado en elementos inmateriales como la cultura y la solidaridad; publificar el sistema financiero; instituciones democráticas globales, etc.
Pero la política, hoy más imprescindible que nunca, es sobre todo ofrecer una salida aquí y ahora, a pesar de que es precisamente en esta gran crisis cuando más difícil es abordar las reformas estructurales que Andalucía necesita para afrontar los grandes problemas del siglo XXI. Partamos de una evidencia: necesitamos recursos para emplearlos con extraordinaria cautela. Necesitamos ser extremadamente austeros en todo el gasto público que no esté orientado a las necesidades vitales de las personas y a la reforma estratégica imprescindible para superar los grandes cuello de botella que nos han convertido en líderes del paro en Europa. Necesitamos adelgazar las estructuras política – administrativas innecesarias como las diputaciones provinciales, las duplicidades administrativas y toda la hipertrofia de organizaciones públicas que se han generado en los tiempos del desarrollismo orientadas al clientelismo político. Necesitamos una financiación autonómica y local justa y equitativa de acuerdo con nuestras necesidades en esta situación de emergencia social.
Queremos emplear nuestros recursos en primer lugar en poner en marcha la renta básica, prevista en el estatuto de Autonomía desde el convencimiento que los derechos básicos tienen que estar garantizados al margen del mercado. Pero, al mismo tiempo tenemos que invertir para propiciar las reformas estructurales: energías renovables; comarcalización de la economía; revolución tecnológica; igualación a la media española del gasto per cápita por alumno; infraestructuras estratégicas; reforma de la justicia; apoyo a sectores estratégicos como la agricultura; conversión de la Cajas en un banco público andaluz, etc. todo ellos desde un nuevo modelo de consumo que se base en la eficiencia y el ahorro de materiales, energía y residuos.
Se trata de adecuarnos a la sociedad postindustrial potenciado una oferta basada en las nuevas tecnologías, el apoyo a las industrias no contaminantes, la cualificación de los factores productivos y la especialización en la producción inmaterial que disminuya las emisiones de gases efecto invernadero y la ocupación artificial e indiscriminada del territorio y un consumo que no supere la capacidad de reponer recursos. Hay relocalizar nuestra economía para que los bienes consumidos sean producidos en lugares cercanos, comarcales, y liderar un cambio cultural para que los bienes materiales vuelvan a ser medios y no fines en nuestra vida.
En esta época de cambio el andalucismo tiene que volver a renacer como expresión política de un Pueblo que no se conforma con el silencio y la invisibilidad, que necesita poder propio para trazar nuestra propia salida de la crisis en cooperación con todo los Pueblos del mundo y ejerciendo la lealtad democrática y la conciencia planetaria.