El gobierno del miedo

 

Naomi Klein lo describió magistralmente en su libro “La doctrina del shock”: hay que aterrorizar a la población para así conseguir que acepten lo terrible con alivio, que asimilen lo peor  pensando que es lo “menos malo”. El gobierno del PP ha diseñado una hoja de ruta para su gestión que es  lo más parecida a un recorrido por la casa del horror, `pero de verdad. No hay día  en que  no se agreda y/o se amenace a un colectivo social o a la ciudadanía en general. Funcionarios, enfermos, pensionista, estudiantes, trabajadores, sindicalistas  leen ,con el corazón encogido, los titulares de los medios pensando cuando les tocará a ellos. Hemos pasado del “España va bien” de Aznar al  “España va fatal” de Rajoy. Las continuas descargas de miedo sobre la población tienen, de momento, un efecto paralizante.

Lo tremendo de esta “doctrina del shock” es que los mensajes que lanza el gobierno, son a menudo, peores que las medidas políticas que toman. Pero que nadie se engañe, esto no significa que nunca llegaran tan lejos como dicen estar dispuesto. No, esto significa que están dispuestos a llegar mucho más lejos de lo que realmente dicen, introduciendo  por medio de un “marketing del terror” las dosis adecuadas para anestesiar la resistencia  social. Si nos amenazan con el copago, no es no vayan a implantar el copago; es que piensan privatizar la sanidad. Si nos asustan con la subida de las tasas universitarias  y la bajada de las becas, es que persiguen llegar a expulsar por completo a las clases populares de los estudios superiores. Si montan guerritas dialécticas con Argentina o Bolivia es  que añoran montar guerras mucho menos dialécticas  con quien  se ponga  a tiro de sus intereses

En Cádiz se  llama “asustaviejas” a quien amedrenta y coacciona a personas mayores  con alquileres  de renta antigua para que las abandonen. Este gobierno se comporta como un “asutaciudadanos” con el  fin de que estos abandonen los derechos y libertades conseguidos.  El marketing del terror es un giro radical en las estrategias de comunicación política tradicionales en la era industrial. El eje de los mensajes políticos  ya no reside en la seducción  del electorado y  en el permanente incremento de la oferta de bienes y servicios; sino el miedo y  la amenaza a los electores con el objetivo de reducir sus demandas. Este cambio nos indica hasta qué grado la derecha ha entendido mejor  la naturaleza terminal de la crisis que  cierta izquierda  que sigue  añorando la civilización industrial.  A los gobiernos del miedo no se les combate administrando la nostalgia del crecimiento, sino impulsando la potencia  y la alegría de la la democracia , la igualdad  y la inteligencia colectiva.