@RaulSolisEU | Todos los imperios y regímenes tienen un momento simbólico que marca el principio del fin, que muestra la putrefacción y la distancia entre lo que fueron y en lo que se han convertido. La penosa cobertura de Canal Sur del incendio de Doñana es el botón imaginario que desconecta a Canal Sur de los andaluces, que saca a la luz el hedor insoportable del interior de un ente público que funciona de espaldas a la ley que justificó su nacimiento, que tiene en su interior a un ejército de jefes con carnets o simpatías socialistas ordenando a periodistas con años de experiencia qué se puede comunicar y qué no. Una radio y televisión que lleva varios años bloqueada ante un PSOE que no quiere que Podemos entre a formar parte del consejo de administración que, para quien no sepa qué es, es el órgano de gobierno de la Radio y Televisión de Andalucía (RTVA), la empresa pública que nació para desterrar tópicos, vertebrar culturalmente a esta comunidad autónoma con realidad de país y que ha terminado dando tal vergüenza a los andaluces que muchos tienen desintonizado el canal de la televisión para no sufrir un puñetazo en los ojos y en el amor propio cada vez que hacen zapping.
Canal Sur hace tiempo que dejó de ser una televisión pública de calidad para pasar a ser el artefacto propagandístico de un régimen que da sus últimos coletazos pero que se está sirviendo de una megaempresa pública, con 1.500 trabajadores de una profesionalidad fuera de toda duda pero que están siendo infrautilizados, con delegaciones en todas las provincias andaluzas -más Algeciras y Jerez-, para perpetuar su modelo rancio de sociedad y de vulneración del derecho a la información. El PSOE, que tanto dice defender el Estado de Derecho y la libertad de los periodistas, lleva décadas usando Canal Sur como su cortijo informativo particular, tratando noticias con un enfoque de gabinete de prensa y decidiendo quién tiene que salir o no en los informativos. Tan importante es la RTVA para el PSOE que, en el pacto que firmó con Izquierda Unida para gobernar la comunidad en 2012, dejó fuera la gestión del ente público de radio y televisión del acuerdo con la coalición de izquierdas.
Paradigmático fue el tratamiento informativo de la crisis de la Corrala Utopía que rompió el gobierno andaluz de coalición entre PSOE e IU. El día que Susana Díaz le quitó las competencias de Vivienda a Izquierda Unida, la exconsejera de Vivienda, Elena Cortés (IU), desapareció de las piezas emitidas en los informativos de Canal Sur. ¿Y cómo los periodistas permitieron su desaparición? Bien sencillo, porque los jefes de Canal Sur, todos sin excepción, los que controlan las piezas, los que autorizan la pieza editada para su emisión y deciden con qué enfoque se trabaja una noticia, están puestos por méritos ideológicos de afinidad al PSOE y no por sus méritos profesionales. Canal Sur no tiene nada que envidiar a TVE y va camino de no tener nada que envidiarle a la difunta Radio y Televisión Valenciana (RTVV).
El incendio de Doñana ha permitido quitarle la careta a una empresa pública que, además de estar aquejada de casos de corrupción y chalaneo con productoras privadas amigas del PSOE que se han hecho de oro con contratos pagados por los andaluces, sufre de una crisis de credibilidad que da alas a quienes la quieren cerrar. Mientras Andalucía lloraba la destrucción de un patrimonio natural que es el parque natural más importante de Europa y vertebra la identidad andaluza, nuestra radio y televisión públicas emitían una película de Marisol y un programa de niños cantando sevillanas con María del Monte de maestra de ceremonia. Y por si no había suficiente, una corrida de toros radiada en el primer canal de la radio pública andaluza. Ni a propósito les hubiera quedado tan cutre y tan perfecta la metáfora de en lo que han convertido Canal Sur y qué significa el PSOE en Andalucía.
Claro que a muchos andaluces nos gustan las sevillanas, la copla, Marisol, El Rocío y la Semana Santa, pero los andaluces sabemos que lo urgente está antes que lo importante. Y desde luego, el domingo Canal Sur fue motivo de vergüenza y dio argumentos a los enemigos de las televisiones públicas a los que el PSOE no deja de darles motivos para el cierre y mandar al paro a 1.500 profesionales que podrían hacer una televisión y radio de servicio público a la altura de la creatividad y talento del pueblo andaluz si se les dejara, en lugar de a la altura de un Partido Socialista que ha convertido a la RTVA en una cárcel informativa con una programación de entretenimiento al estilo de José Luis Moreno que produce bochorno.
La imagen de Susana Díaz, Rosa Aguilar y José Fiscal -consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía- ataviados con chalecos del Coronel Tapioca será usada en dos o tres años para explicar cómo un régimen todopoderoso fue capaz de caricaturizarse a sí mismo en un intento desesperado por retener un poder que se les escapa por el desprecio con el que tratan a los andaluces y por una concepción insana de acumulación de poder; no para cambiar la vida de la gente, sino para aumentar la delimitación caciquil del territorio y cambiarle la vida a los amiguetes.
El incendio de Doñana no ha quemado solamente una joya ambiental, ha mostrado también las vergüenzas y la mediocridad de una televisión y radio públicas incapaces de dar cobertura mediática a una tragedia ambiental de tales dimensiones. Cuando la gente que estaba atrapada en la playa de Matalascañas ponía la radio para enterarse de lo que sucedía, o se iban a un bar a ver qué decía la tele, oyeron una ‘chicolina’ radiada y vieron a una niña cantándole una sevillana a María del Monte. Duele en lo más hondo.
Más grave aún es que ni un solo periódico andaluz haya informado de la penosa cobertura mediática de Canal Sur que en redes sociales era un silencio a voces. ¿Por qué? Pues porque, como buen régimen clientelar, Canal Sur reparte colaboraciones en sus programas de televisión y radio a periodistas de diferentes medios que, a cambio de unos míseros 300 o 400 euros al mes y notoriedad, prometen silencio de lo que ocurre de puertas para adentro de la Radio y Televisión de Andalucía, empresa pública que nació para dignificar la identidad de los andaluces y normalizar las hablas andaluzas y que ha terminado desapareciendo del mando a distancia de muchos andaluces que no soportan que su televisión pública los ridiculice, caricaturice, manipule la información, dé una imagen de Andalucía que no se parece en nada a la real y se hable en un andaluz de Soria que en esta bendita tierra no habla nadie salvo los presentadores de los informativos de Canal Sur.
En mi mando no tengo «teles locales socialistas», hace muchos, muchos años¡¡
Muy buen artículo, y certero además.
Sí queda un poco cojo, a mi juicio, en el sentido de que no habla de otro de los principales problemas que acoge a la autonomía andaluza: el acaparamiento de todo, absolutamente todo el poder, en una sola ciudad.
En efecto, las autonomías no nacieron, salvo las históricas Cataluña y País Vasco, por una cuestión diacrónica, sino descentralizadora. Andalucía como tal ente sólo surgió en la mente de Blas Infante, que fue incapaz de convencer a las provincias orientales de su concepto unitario, y que fue resucitado a partir de 1979 (con la salvedad de ASA de Rojas Marcos y Miguel Ángel Arredonda) para ser copado por el Partido Socialista. Ni por historia, ni por geografía, cultura, configuración de la propiedad, administración, organización eclesiástica, educativa, de grupos humanos, ni prácticamente nada, tenían nada que ver la Andalucía del Valle del Guadalquivir (Córdoba, Sevilla, Cádiz, parte de Huelva) con el más antiguo reino de Granada.
El auge del autonomismo andaluz surgió, pues, de un sentimiento de agravio comparativo, en el que, como siempre, Málaga puso los muertos. A partir de ahí, lo que debía haber sido un proceso descentralizador, devolviendo el poder (empoderamiento se llama ahora) a organizaciones y administraciones cada vez más cercanos (estado central a autonomía, autonomía a diputaciones y ayuntamientos), se rompió. En Sevilla se centralizó absolutamente todo, cercenando cualquier posibilidad de crear un sentimiento positivo de pertenencia, aún ex novo. Por el contrario, el sentimiento de alejamiento es cada vez mayor.
Canal Sur responde exactamente a ese concepto absolutamente centralista. El Libro de Estilo de Canal Sur establece que es correcto hablar con acento hispalense, pero no de Granada. Que es correcto el seseo, pero no abrir las vocales como en Almería. Que las retransmisiones de Semana Santa, que pagamos todos, se establecen en función de dónde son, oscureciendo la señal a zonas distintas (sólo se ve la Semana Santa de Granada en Granada, sólo la de Almería en Almería)… excepto si hablamos de «La Madrugá». Y que la cosa llega al extremo de que informen de que «la principal provincia afectada por el fuego de Doñana» es… la provincia de Sevilla.
En fin, esto es lo que hay. Como digo, felicidades por el artículo.