Cientos de personas quedan para consumir en los locales más concienciados y solidarios de su ciudad
ELENA SEVILLANO .El País.. 15/04/2011
«Siempre andamos a la caza de proyectos innovadores para replicar en España», tercia Cecilia Foronda, coordinadora del proyecto CeroCO2 de la fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes), la organización impulsora de este primer carrotmob español. Rastreando por Internet, encontraron que un grupo orquestaba desde San Francisco un nuevo modelo de activismo de consumo en positivo: no es no comprar donde se hace mal, sino comprar donde se hace bien. «Nos interesó porque suponía colaborar con el comerciante que quería actuar y venía a demostrar el poder del consumidor», señala Foronda. La revista Time ha calificado el carrotmob como «más cool que el boicot». Que el palo. «No pensamos que la zanahoria sea, bajo cualquier circunstancia, más efectiva que el palo; creemos que hay un tiempo y un lugar para cada estrategia, y nuestra esperanza es que esta se convierta en una herramienta más del activismo», dice Sarah Zisa, directora de comunicación y segunda cabeza visible tras la del fundador y director ejecutivo, Brent Schulkin.
Brent y Sarah llevan metidos a tiempo completo en este invento desde febrero de 2010, dirigiendo cientos de campañas, «de Helsinki a Kansas, de Buenos Aires a Bangkok, de Tampa a Singapur». Sarah calcula que para finales de 2012 habrán culminado «unos 115 carrotmobs en 70 ciudades diferentes de 20 países». Cualquiera que se registra en su portal (www.carrotmob.org) puede orquestar uno, siempre que no lo muevan intereses económicos. Para hacerlo, ha de leer unas instrucciones, enviar un correo con dudas o solicitud de ayuda, fijar objetivos (qué tipo de buena acción se quiere premiar), el perfil sociodemográfico de los consumidores, la estrategia de comunicación y pulsar el botón de inicio. Los preparativos se llevan unos dos meses y necesitan, en palabras de Sarah Zisa, «un pequeño equipo, organización y permanecer positivo y fiel al espíritu del carrotmob».
Ecodes arrancó en octubre. Decidió que su campaña iría sobre cambio climático y tendría lugar en diciembre, coincidiendo con la Cumbre sobre el Clima de Cancún. Se desarrollaría en Zaragoza, donde esta fundación tiene su sede. «Buscábamos algo que atrajera a mucha gente», dice Foronda. Y lo encontraron en el bar. Seleccionaron 25 del centro histórico, representativos y susceptibles de participar; los visitaron con una presentación en Power Point de lo que era el carrotmob. «Explicamos que les llevaríamos gente en un día determinado si ellos se comprometían a destinar una parte de lo recaudado a introducir medidas de eficiencia energética», recuerda Cecilia. Los 10 más interesados pujaron para ver cuál ofrecía el porcentaje más alto de su caja a dichas mejoras. Varios se comprometieron a dedicar el 100%, así que el desempate vino por valorar qué medidas de las propuestas eran las mejores.
Ganó La Imperial. Que la noche acordada, la del 15 de diciembre, se llenó de gente. En la puerta, samba. Dentro, los habituales del local y otros que manifestaban su adhesión a la causa. «Lo mejor del carrotmob es que mueve a un amplio espectro de gente, progresistas y conservadores, jóvenes y adultos, estudiantes y profesionales. Funciona en pequeños pueblos y en grandes ciudades, en entornos rurales y urbanos, en países desarrollados y en vías de desarrollo. No hay un típico carrotmobber. Cada movimiento adopta una forma y sabor distintos, en función de la comunidad y del organizador», describe Sarah.
Unos días antes del evento, Ecodes movilizó a los consumidores a través de su web, Facebook y Twitter. Los organizadores calculan que el 40% de la afluencia vino gracias a las redes sociales, y el 60%, por el boca a boca entre amigos y familiares. «Ha sido nuestra experiencia piloto, hemos aprendido de los errores; por ejemplo, la próxima cita, mejor en verano», reconoce Foronda