Francisco Garrido.Una estrategia para hacer insensible a los sensores naturales ante los cambios es modificar las señales muy lentamente, de tal modo que el sensor sea incapaz de detectar las modificaciones. El objetivo es retrasar la reacción y que cuando está se produzca ya sea demasiado tarde. Es la historia aquella de la rana a la que se le introduce en agua templada y poco a poco se va elevando la temperatura hasta cocerla. Por el contrario si los cambios en las señales son muy brucos el sensor los detecta y se disparar las alarmas, o sea que la rana salta antes de morir achicharrada.
La caída del peso de los salarios en la renta nacional es una constante en los últimos cuarenta años. En 1973 los salarios suponía el 73% de la renta nacional española; hoy son el 59%, catorce puntos menos. Esta caída va pareja al aumento de la deslocalización industrial, la globalización financiera y el crecimiento del endeudamiento privado. ¿Porqué no hemos reaccionado ante estas pérdida de peso de los salarios y ante el brutal aumento de la desigualdad que conlleva? Pues porque no ha supuesto, sino todo lo contrario, una pérdida paralela de poder adquisitivo. ¿Y como ha sido esto posible? Porque han existido diversos mecanismo de ralentización y ocultación de las señales que llegaban desde fuera.
Los temporalizadores que han atenuado la percepción de este empobrecimiento objetivo y estructural paulatino ha sido básicamente dos: la bajada de precios de los producto de cotidiano ny la compensación de la subida de precios de productos de gran gasto (vivienda, vehículos, etc) por medio del crédito y el endeudamiento hipotecario. Simplificando tiendas de chinos, tarjetas de crédito e hipotecas, han hecho insensible nuestro sensores de consumidores compulsivos.
La deslocalización y globalización han rebajado los costes de producción de estos productos cotidianos ante los cuyos precios somos altamente sensibles. Por otro lado, el crédito y las hipotecas nos han permito, bajo el denominado “efecto de riqueza”, seguir comprando grandes productos a costa de aumentar la deuda. Resultado; ahora cuando la crisis aparece, miramos y ya no producimos nada , todo viene de oriente y además estamos entrapados hasta las cejas. Ya no hay salida, la rana se ha quemado y no se ha dado cuenta.
Acaba de publicarse un estudio sobre la evolución de uno de esos productos anclas del consumo cotidiano; la ropa. En España en los últimos 15 años, hemos gastado 437 euros en ropa en 2015, 146 euros menos de lo que pagamos hace 15 años por el mismo número de prendas (34). Así lo concluye el informe ’15 años de moda en España’ de Kantar Worldpanel. Esto supone que el precio que pagan los españoles por su ropa se ha reducido un promedio de 5 euros por prenda desde 2001. Cifras parecidas se dan en otros productos vinculados a la alimentación, en especial, a la más elaborada y transformada, o los utensilios electrónicos y electrodomésticos.
La crisis, en parte es el producto de la explosión , por agotamiento y saturación de eso mecanismo s de temporalización de la del empobrecimiento y la desigualdad. Mientras los ricos se nacionalizaban panameños , nosotros seguíamos comprando barato en Zara pero la fiesta se está terminando y las ranas se están cociendo.