EditorialP36. 30/07/20101.
El principio del fin
El miércoles 28 de julio será recordado como el principio del fin de una de las fiestas más crueles y sanguinarias que perviven en el mundo occidental. El parlamento de Cataluña ha decidido abolir la tauromaquia. La proposición de ley abolicionista ha sido el producto de una Iniciativa Legislativa Popular llevada a cabo de forma ejemplar como un potente movimiento cívico y democrático de la ciudadanía catalana contra el mal trato animal.
El abolicionismo antitaurino hunde sus raíces en España y en América latina en la lucha contra la esclavitud, por la democracia, la igualdad de género y los derechos humanos. Como muestra valga el ejemplo de Cuba donde fueron los independentista cubanos contrarios a la esclavitud los que hicieron de la abolición de las corridas de toros un objetivo central., El caso de la American Humane Association es un exponente de esta íntima conexión entre el abolicionismo contra la esclavitud y el abolicionismo de la tauromaquia. En esta misma isla de Cuba fue el movimiento feminista el que se movilizó contra la restauración de las corridas de toros en los años veinte. La poeta Dulce María Loynaz (Premio Cervantes) bates) nos ha dejado un hermoso testimonio literario de esta lucha en un artículo titulado “ Las corridas de toros en Cuba” donde se manifiesta radicalmente contraria ala restauración de la esta fiesta cruel en la isla . La oposición a los toros ha estado pues unida a la lucha por los derechos, la igualdad y la democracia. El mismo Blas Infante fue un firme partidario de la abolición y un defensor de los derechos de los animales.El gobierno de la república, cuando estaba en Valencia, acabó finalmente prohibiendo la tauromaquia.
En el parlamento catalán no se ha votado «Cataluña contra España», aunque algunos en Madrid si quieran ahora votar «España contra Cataluña»; sino «civilización contra barbarie». El viento que sopla desde Cataluña hay que extenderlo a todo el territorio español, especialmente en Andalucía, y barrer esta cruel fiesta. Es la hora pues del abolicionismo andaluz.
Gaspar Melchor de Jovellanos
‘Espectáculos y diversiones públicas’
Siglo XVIII
La lucha de toros no ha sido jamás una diversión, ni cotidiana, ni muy frecuentada, ni de todos los pueblos de España, ni generalmente buscada y aplaudida. En muchas provincias no se conoció jamás; en otras se circunscribió a las capitales, y dondequiera que fueron celebrados lo fue solamente a largos periodos y concurriendo a verla el pueblo de las capitales y tal cual aldea circunvecina. Se puede, por tanto, calcular que de todo el pueblo de España, apenas la centésima parte habrá visto alguna vez este espectáculo. ¿Cómo, pues, se ha pretendido darle el título de diversión nacional?
Pero si tal quiere llamarse porque se conoce entre nosotros desde muy antiguo, porque siempre se ha concurrido a ella y celebrado con grande aplauso, porque ya no se conserva en otro país alguno de la culta Europa, ¿quién podrá negar esta gloria a los españoles que la apetezcan? Sin embargo, creer que el arrojo y destreza de una docena de hombres, criados desde su niñez en este oficio, familiarizados con sus riesgos y que al cabo perecen o salen estropeados de él, se puede presentar a la misma Europa como un argumento de valor y bizarría española, es un absurdo. Y sostener que en la proscripción de estas fiestas, que por otra parte puede producir grandes bienes políticos, hay el riesgo de que la nación sufra alguna pérdida real, ni en el orden moral ni en el civil, es ciertamente una ilusión, un delirio de la preocupación. Es, pues, claro que el Gobierno ha prohibido justamente este espectáculo y que cuando acabe de perfeccionar tan saludable designio, aboliendo las excepciones que aún se toleran, será muy acreedor a la estimación y a los elogios de los buenos y sensatos patricios.
Dice el texto en Cataluña se ha votado «civilización contra barbarie». Y estoy de acuerdo, por éso se han blindado los Correbous.
me parece muy bien, pero no seamos hipócritas, ¿no es maltrato animal, el tener a un ganso u oca enterradda hasta el cuello para engordarle el hígado, o el maltrato que inflinge a los pollos y gallinas donde se les impide descansar para que produzcan mas, o a los cerdos o a las terneras…., a ver si extendemos este derecho animal a todos los animales. Ahora yo quisiera saber otra cosa ¿Que va a suceder ahora con el toro bravo, desaparecerá como especie al no tener cabida en esta sociedad un animal bravo?¿Quién se ocupará de que el toro bravo siga inundando las dehesas españolas? ¿No será si no ahora cuando desaparezca para siempre nuestro hermoso toro bravo?
Esto me preocupa