Decía el ministro Sebastián ayer en la Comisión de Energía del Congreso que la decisión de cerrar Garoña (sic) no cuestiona la energía nuclear. Bueno es saberlo: ¡la pobre Marie Curie revolviéndose en la tumba porque el gobierno español ha decidido cuestionar la energía nuclear! Dicen “energía” para no decir “industria”. Porque la energía nuclear, como la gravedad, la entropía o π no necesitan quien las defienda (si acaso, quien las “descubra” o “explique”). Eppur si muove, diría Galileo. Otra cosa es la industria (o el negocio) nuclear, que sí necesitan alguna que otra ayudita. Y este gobierno está encantado en hacerlo.
El gobierno de Zapatero no ha decidido cerrar ninguna central nuclear. Lo que ha hecho realmente es autorizar a Garoña a funcionar durante 42 años, y después (en 2013, tras las elecciones), ya se verá. Porque si ZP necesitó un par de votaciones para “tumbar” una ley orgánica en vigor (la de la calidad de la educación aprobada por el PP), ¿qué puede hacer un nuevo gobierno con una simple orden ministerial? Incluso aun con Zapatero como presidente del gobierno… tampoco sería la primera vez que cambia de criterio. Lo único irreversible de esa orden es haber roto el principio de “vida útil” de una central nuclear, que se asumía que era de 40 años y ahora, gracias al gobierno Zapatero pueden ser 42, 50, o los que toquen.
Sus antecesores no llegaron tan lejos. Aznar pasó sin pena ni gloria para la industria nuclear: cerró Zorita cuando tocaba, y su principal logro fue colocar en la Comisión Europea a una pronuclear Loyola de Palacio. Y González, que ahora quiere hacerse perdonar lo que hizo como presidente, hizo lo correcto,. No tuvo más remedio: paró las centrales en construcción en los ochenta cuando amenazaban con arruinar a toda la industria eléctrica española, hundir la banca y poner el déficit público en dos dígitos; y cerró Vandellós cuando estuvo a punto de saltar en añicos radiactivos. Zapatero ha decidido hacerle soñar a la industria nuclear con la vida (útil) eterna. ¡Y Sebastián es su profeta!
Dicen los del lobby nuclear que las centrales son seguras. Como Ascó I, que lleva prácticamente un año parada aún no saben muy bien por qué. “¡Trata de arrancarla, Miguel, trata de arrancarla!”, le dicen al ministro. Y no se puede decir que el hombre no lo haya intentado: dos veces en el último mes, aunque se para…. Los mecanismos automáticos son más responsables que algunas de nuestras autoridades. Y es que las cosas son seguras hasta que dejan de serlo. Sin embargo, cuando esto sucede se encuentran siempre buenas razones para no hacer nada. Si el protocolo no se aplicó la culpa fue de los técnicos; si a pesar de aplicarse sucedió la catástrofe, entonces a los muertos no les mató la radiactividad, sino la estadística. ¿No es genial?
Y está la cuestión de los costes reales (no los proyectados, que pregunten en Finlandia por la desviación del 65% en costes y 100% en tiempo, por ahora, de su central en construcción),de los residuos nucleares, de la proliferación nuclear, de la “soberanía energética” (importamos el 100% del uranio utilizado)…
Un último punto. Dicen los del lobby nuclear que son la única solución realista para combatir el cambio climático, que las energías renovables no lo conseguirán, pese al apoyo desmedido que se les está dando a éstas. Pues es desmedido, sí, ¡por bajo!
La inversión mundial en investigación y desarrollo en energía está recogida en las estadísticas de la Agencia Mundial de la Energía: www.iea.org. Tomando la media de los últimos diez años, para compensar las fluctuaciones interanuales (no hay unas tendencias muy definidas, que queden desvirtuadas así), hay un sector que acapara el 40% de la I+D mundial en energía… y no son las renovables. Es la nuclear. La eficiencia energética (en la mayoría de los casos vinculada a combustibles fósiles, para hacerlas más competitivas y respetuosas con las leyes de calidad ambiental) tiene el 13,7%. Las renovables (incluida la gran hidroeléctrica, lo que es cuestionable), el 10,6%; el almacenamiento y los vectores (incluido el hidrógeno), el 10%, lo mismo que la investigación en combustibles fósiles. Y otras aplicaciones el 15,7%.
Seguimos invirtiendo muy poco en renovables. De hecho se invierte prácticamente lo mismo en investigar sobre combustibles fósiles (menos en realidad, teniendo en cuenta lo que se podría imputar de eficiencia energética a los demás epígrafes). E invertimos cuatro veces más en investigar sobre energía nuclear que sobre energías renovables. Esas son las cifras.
El problema no es la energía sino la industria. Sólo cambiará la situación cuando también cambiemos la estructura de la industria energética. Y eso significa que las empresas dejen de ganar dinero con lo nuclear. Y que caigan los profetas atómicos que le prometen vida eterna. Ni más ni menos.