Las noticias sobre la situación de la banca llegan como la erupción del volcán subterráneo. No se ve directamente su erupción, tapada por un mar de noticias electorales, sentimentales o dramáticas pero se nota en la mancha de miedo que traslucen las declaraciones empresariales o de los responsables políticos y en los indicadores que aunque no ocupen los titulares de los medios bullen en el rincón de la noticia.
Moody’s recortó ayer la calificación a diez comunidades autónomas (entre ellas Andalucía), dos provincias vascas, a los grandes bancos españoles (Santander, BBVA, La Caixa, Caixabank y CECA) y a tres empresas públicas (Adif, Cores y la Sepi). La peor parte se la ha llevado Castilla-La Mancha, que ha visto cómo la entidad desplomaba su ráting cinco escalones hasta dejarlo al nivel de ‘bono basura’, pero lo más relevante es cómo señala precisamente a los grandes bancos españoles.
Ayer también el INE publicó la estadística de los efectos comerciales impagados correspondiente al mes de agosto. La morosidad del crédito superó el 7% por primera vez en 16 años y el volumen total de préstamos de dudoso cobro se elevó a 127.737 millones de euros.
Pero lo más preocupante es que señalaba que, al finalizar agosto, la cartera crediticia total del sector financiero español que tenían concedidas a las familias y empresas españolas era de 1,787 billones de euros.
Así el panorama bancario español está atravesado de los siguientes riesgos:
a) El fracaso de la reactivación económica por no centrarse en la reforma estructural de la economía y priorizar la lucha contra el déficit público en vez de la lucha contra el paro. El saldo de la Balanza de Pagos por cuenta corriente sigue siendo deficitario y por lo tanto acumulando deuda externa.
b) Los ataques especulativos al euro que desestabilizan a todo el sector financiero europeo.
c) El enorme volumen de deuda privada española que ha “contagiado” al sector público hasta alcanzar éste el 70% del PIB. La suma de ambas es lo realmente preocupante.
d) La creciente morosidad en el pago de los préstamos bancarios concedidos al sector privado como ha puesto de manifiesto la estadística comentada del INE.
e) La elevada proporción de deuda pública española que mantienen en sus carteras.
f) La elevada proporción de activos inmobiliarios en los balances de los bancos que no han puesto en el mercado bajando los precios a la espera del repunte de la situación y por miedo a crear un agujero contable. El resultado ha sido que la situación se ha deteriorado aún más.
g) La “virtualidad” de muchos de sus activos sobre todo de los CDS (el sector bancario está en el epicentro de la crisis porque ha sido el mediador en la creación artificial de cuasidinero por parte de los mercados financieros sin conexión alguna, por vez primera en la historia, con la economía productiva y con los estados)
h) Los escándalos en la gestión de determinados bancos y cajas, en los ingresos de los directivos y en el sumidero de dinero público en el que se ha convertido el sector al mismo tiempo que no cumple con su función básica de canalizar el ahorro hacia la inversión.
i) La caída global de su rentabilidad.
El escenario, una vez que se ha desvanecido el mito de una recuperación (los brotes verdes), es extremadamente grave. La Unión Europea y el gobierno del estado español tienen que despejar urgentemente las incertidumbres que dominan sus decisiones antes de que la situación se torne en ingobernable. Parece que hay unas determinaciones que son de sentido común:
a) Los bancos deben centrarse en su función, desprendiéndose de toda la carga inmobiliaria (lo que a su vez normalizaría a este sector), de los activos financieros virtuales y asegurar su solvencia cumpliendo los acuerdos de Basilea (entre ellos la elevación de su coeficiente de caja).
b) El propio sector bancario debe gestionar la quiebra de los que no son viables y redimensionar su tamaño porque tanto su función como su estructura están sobredimensionados. Tienen que asumir el riesgo “moral” como cualquiera otra empresa.
c) Es necesaria regulaciones a diferentes niveles para que el sector público retome el control sobre la creación de agregados monetarios y que el sistema monetario vuelva a conectarse con la producción real.
d) El Banco de España, el Ministerio de Hacienda, las Comunidades Autónomas y el ministerio fiscal tienen que asumir sus competencias (en vez de echarse la pelota los unos a los otros) y llevar a cabo las actuaciones necesarias para impedir los escándalos de las remuneraciones e indemnizaciones injustas y pedir las responsabilidades administrativas y penales petinentes.
e) La creación de una banca pública como servicio público es indispensable para asegurar la canalización del ahorro hacia la inversión y no para otras funciones especulativas así como para asegurar el liderazgo público, según el modelo de Narrow Banking. (banca estrecha) como alternativa a este modelo financiero tan vulnerable.