EditorialP36.10/09/2010.
La unidad de cuenca hidrográfica es un criterio central de la mejor política de gestión hidrológica española que nadie ha puesto en cuestión hasta el momento. Desde este criterio el nuevo estatuto de autonomía de Andalucía atribuye a la comunidad autónoma andaluza las competencias plenas del Guadalquivir, habida cuenta que la inmensa mayoría de la cuenca del rio se encuentra en territorio andaluz.
Para la política ambiental, agrícola o territorial andaluza la gestión del agua es un instrumento inescindible. Resulta imposible pensar que tal gestión sea posible sin tener las competencias sobre el gran rio de Andalucía. La trasferencias de la cuenca del Guadalquivir han venido asociadas, en el tiempo, con un cambio en la política hidráulica estatal en lo que acertadamente se ha venido en llamar “la nueva cultura del agua”. Esta nueva cultura representa un giro ecológico en la gestión del agua pasando de una política basada en el aumento de la oferta por medio del incremento de las infraestructuras (pantanos y transvases) a una política centrada en la gestión de la demanda sustentada en el ahorro y la eficiencia hídrica.
Pero el Guadalquivir no es sólo un recurso hidráulico fundametal sino también un símbolo que representa y articula nuestra identidad histórica como pueblo. Desde el mismo origen geológico hasta la presencia permanente del río grande en la historia; los andaluces y las andaluzas somos hijos de este símbolo totémico de agua y vida que es nuestro río. Posiblemente el Guadalquivir sea el espacio físico fundacional de nuestra nación. Otros escalan inaccesibles montañas para buscar el lugar mítico de los orígenes. Nosotras y nosotros navegamos por una historia y una identidad tan poderosa y líquida como el torrente de agua que va desde Jaén y Almería hasta la mar inmensa en Sanlucar y Doñana.
Llegan en estos días noticias de que el TC quiere dar marcha atrás en las trasferencia y desposeer a Andalucía de las competencias sobre el Guadalquivir .Tal resolución entraría ia en contradicción con sentencias anteriores del TC y carece de cualquier sentido ambiental o territorial. La unidad de cuenca no está en peligro, como ya hemos dicho, por la gestión y competencia andaluza sino que se consolida aún más al estra plenamente integrada en el territorio. Las razones para una sentencia de ese tipo no pueden ser otras que políticas y simbólicas enmarcadas en un giro conservador y neocentralista del actual TC Si tal robo se verificace algo tendrá que ocurrir en esta tierra.
La gestion autonómica ha sido desastrosa. Los políticos han sustituido a los técnicos. Nadie toma decisiones. Los puestos de alto nivel se han multiplicado. El desánimo cunde por doquier (solo hay que ir a las Oficinas de Plaza de España y comparar el ambiente con el de antes de 2009. La autonomía sustituye a la cuenca (una lectura honesta de la ley de aguas lo deja claro) y se ha sustituido un organismo consolidado, viable y funcional (la confederacion hidrográfica del guadalquivir) por no se sabe muy bien que, pero que tiene soliviantado a su personal.
Ojala el TC arregle tanto desastre y a saber cuanto nos va a costar este viaje de ida y vuelta. A los responsables, poco. A los que pagamos impuestos, un pico