El 19 de Octubre de 2016, desde Argentina nos llegaba la primera convocatoria de paro de mujeres, debido a la lacra de asesinatos contra mujeres de índole machista. El caso de Lucía Pérez, violada y asesinada por varios hombres, además de torturada y empalada, fue el detonante de una convocatoria de Paro General, que se extendió en forma de manifestaciones en varios puntos del planeta. Chile, México o España fueron varios de los países donde se produjeron marchas bajo las consignas de #NiUnaMenos o #MiercolesNegro. En Argentina se paró una hora, de 13 a 14 horas, en señal de protesta hacia los asesinatos y violaciones ejercidads contra las mujeres.
También debemos recordar la Gran Marcha que movilizó a millones de mujeres en todo el mundo, a raíz de la llegada a la Presidencia de Estados Unidos de Donald Trump, quién durante toda su campaña electoral no dejó de mostrar su machismo y misoginia. Su elección como Presidente consiguió una gran oposición entre las mujeres norteamericanas, ya que sus planteamientos políticos atentaban contra la mujeres. Es por ello que el 21 de Enero del 2017 cientos de miles de personas fueron convocadas en la primera Gran Marcha de Mujeres, en Washington. Para esta marcha las mujeres eligieron un gorro de color rosa en forma de gatito, o un simple gorro rosa, reivindicando los derechos de las Mujeres, y que fue ampliamente secundada por los hombres. La influencia de esta Marcha llegó a la mayoría de las capitales europeas, América latina o, incluso, hasta China.
Desde entonces, diversos movimientos feministas han ido surgiendo en todo el mundo. De entre todos ellos ha sido la denuncia de agresiones sexuales masiva de actrices contra el productor americano Harvey Weinstein, bajo la etiqueta de #MeToo (Yo también), la espita que ha hecho saltar por los aires las reivindicaciones históricas de las mujeres. Dicho movimiento Me Too nació hace diez años como campaña para dar voz a las víctimas y fue impulsada originariamente por una activista llamada Tarana Burke. Burke lanzó la iniciativa Me Too Movement en 1996 como respuesta a las mujeres jóvenes que habían sido víctimas de abuso, agresión o explotación sexual. Más adelante, en 2006, la relanzó como parte de la organización Just Be Inc, encargada de empoderar a chicas jóvenes negras y personas que se identifican como mujeres, para que la violencia sexual se aborde como un tema de justicia social.
Seguramente, la actriz Alyssa Milano no esperaría la gran respuesta mundial a su invitación a la denuncia de abuso y acoso machista, del pasado Octubre en twitter. Los mensajes de apoyo se multiplicaron en días por miles, propiciando un espacio de apertura para otras muchas denuncias en torno a la Cultura del Acoso de Hollywood. En el periódico Los Angeles Times alrededor de 40 mujeres acusaron al director James Toback de acoso. Desde entonces, muchas actrices han revelado que también habían sido víctimas de acoso y abuso sexual. Actrices como Reese Witherspoon o Sharon Stone han confesado ser víctimas de abuso. Y muchos actores y directores de cine han saltado a los medios por haber sido denunciados por actrices y trabajadoras de la Industria del cine, entre ellos Dustin Hoffman o Casey Affleck. La importancia de este movimiento queda patente en el hecho de que Affleck ha declinado la invitación a asistir a la ceremonia de los oscars del pasado fin de semana.
Frente a estas acusaciones, el sistema patriarcal ha reaccionado con movimientos en contra, acusando a las mujeres de mentir o, cuanto menos, exagerar en el tema de la cantidad de los abusos. Además, simultáneamente, han proliferado los artículos de opinión de muchas mujeres que se auto definen como feministas, llegando incluso a firmar un Manifiesto de Cien artistas francesas a primeros de Enero de este 2018, encabezadas por la actriz Catherine Deneuve, pronunciándose en contra de la ola de denuncias del escándalo Weinstein y en contra del movimiento #MeToo. En dicho manifiesto estas intelectuales justificaban el coqueteo insistente, y se pronunciaron en contra de lo llaman un nuevo puritanismo y lo que llaman ola purificadora. Las reacciones a este manifiesto no se hicieron esperar. Los movimientos feministas han desmentido las acusaciones que vierte, y las respuestas en las redes y en algunos medios, consiguieron que, en unos días, la misma Catherine Deneuve matizara sus palabras en declaraciones públicas.
En España los movimientos feministas han conseguido en este año poner el foco en la desigualdad y la violencia machista. De ser un tema tabú o minoritario ha pasado a ser trending topic en las diferentes actuaciones. En el campo teórico, personalidades como Celia Amorós, Amelia Valcárcel o Ana de Miguel han aportado al feminismo las herramientas intelectuales necesarias. Activistas y comunicadoras como Barbijaputa, Marta Flinch o Yolanda Domínguez, han conseguido romper el silencio de los Medios con artículos o actividades como las protagonizadas en ARCO 2018, donde han roto el silencio mediático sobre las mujeres artistas. Ya sea a favor o en contra, de feminismo se habla mucho.
Seguramente, el 2018 pasará a la Historia de varias maneras. Por un lado, pasará a la historia del Feminismo como el hito de conseguir una huelga general de mujeres, incluída la de compras o cuidados. Por otra, pasará a la Historia como el momento en que las mujeres pusieron en jaque el obsoleto modelo neoliberal, patriarcal y machista.
Porque, hay que tener en cuenta que el feminismo aporta una diferente visión del mundo. La lucha a favor de la Igualdad entre hombres y mujeres nos lleva, inevitablemente, a un cambio de modelo económico y social. Es imposible conseguir la igualdad sin romper con el capitalismo. El capitalismo es el modelo socioeconómico que más desigualdad ha generado en la Historia. Por lo tanto, proclamarse como feminista sin poner en tela de juicio a este modelo económico injusto, es proclamarse no feminista.
El capitalismo y las tesis neoliberales se basan, justamente, en la desigualdad manifiesta, convirtiendo la vida de los seres vivos en mercancia. Sus tesis proponen un modelo individualista, por el que todos los seres humanos estaríamos en libertad de optar y en libertad de construir nuestras propias vidas, en concreto las mujeres. Con el Mito de la Libre Elección de la filósofa feminista Ana de Miguel nos dice que es incierto que podamos elegir libremente. El neoliberalismo nos dice que las mujeres ya somos libres. Ana de Miguel nos demuestra que no. Porque, si existiera la igualdad, las mujeres no cobrarían menos sueldo por el mismo trabajo. Las mujeres no estarían a la cola de las cifras del Paro. Los trabajos a tiempo parcial no tendrían rostro de mujer. No existirían los techos de cristal. No soportaríamos el peso de los cuidados de niños, mayores y dependientes. No estaríamos en tan alto riesgo de pobreza. Y tendríamos salida a las violencias machistas.
Por eso, porque este modelo social neoliberal nos quiere como simple mercancia, el próximo 8 de Marzo tenemos que responder al sistema con una huelga mayoritaria. Porque las mujeres del mundo ofrecen otros modelos sociales y económicos, basados en la sororidad, en la solidaridad y en la ecología. El ecofeminismo como respuesta económica a la economía depredadora. La igualdad real frente a la desigualdad.
El 8 de Marzo puede convertirse en un Tsunami. En una gran ola gigante producida por el terremoto de las mujeres marchando. Una gran ola feminista que consiga hacer tambalear los cimientos de la sociedad patriarcal: no como un movimiento destructor, o dañino; sino como un movimiento de cambio creciente, que destruya la desigualdad.
El día 8 de Marzo yo voy a parar.
Porque puedo. Porque quiero.
Soy consciente de las muchas que no pueden y también soy consciente de las muchas que no quieren. Por ellas, por todas nosotras, os invito a repensar este modelo social que extermina la esperanza. Porque nada es gratis en un sistema cambista. Porque hay que conquistar la igualdad y libertad, y eso no se consigue sin lucha. Por eso, yo paro, marcho, y lucho. Por las mujeres. Por nosotras.
Nale Ontiveros.
Foto: Andrés Macera