Rafa Rodríguez
- Ideas básicas
El triunfo del PP y de VOX en las elecciones autonómicas y municipales del 28M 2023 ha sido inapelable, con una participación similar a las elecciones del 2019 (63,9%, 1,29 puntos menos que en las anteriores).
Estas elecciones, por su cercanía ante la próxima convocatoria de elecciones generales, han tenido un carácter marcadamente estatal y plebiscitario, dada la transcendencia que éstas van a tener para decidir quién gobierna en cuatro años decisivos marcados por la encrucijada entre avanzar en la transición ecológica y social o retroceder en la respuesta a la crisis ecológica y en la cohesión.
Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas han situado a la derecha y a la extrema derecha en una clara posición de ventaja en la carrera hacia las elecciones generales.
Pedro Sánchez, haciendo uso de la potestad que le da la Constitución al presidente de gobierno, ha decidido de forma fulminante convocar las elecciones generales para el 23 de julio.
Lo que ha ocurrido en las elecciones del 28M 2023 no es un hecho aislado. Hay una corriente en toda Europa que favorece a la derecha y a la extrema derecha. Las últimas elecciones celebradas así lo evidencian, tanto en el norte como en el sur (Hungría, Italia, Suecia, República Checa, Finlandia, Grecia o Turquía).
Por resumirlo en dos ideas. En este contexto de crisis de la globalización (cambio climático, invasión de Ucrania, tensión entre EE.UU. y China, inflación, reconfiguración de las cadenas de valor, etc.), la extrema derecha está consiguiendo imponer un marco cultural según el cual los costes de la transición están recayendo en las clases medias y populares por culpa de las políticas progresistas.
La permeabilidad de esta idea en el electorado ha hecho que la derecha europea se distancie de la agenda verde y no tenga ya reparos en acercarse a la extrema derecha y gobernar con ella, convirtiendo la confrontación política en una confrontación de bloques.
2. El bloque de la derecha
Utilizando los datos de las elecciones municipales que se han celebrado en toda España, el PP ha ganado las elecciones con algo más de 7 millones de votos (cerca de 2 millones más que en 2019), capturando los votos de Ciudadanos que prácticamente desaparece.
La derecha, junto a los poderes fácticos (económicos, mediáticos, judiciales), ha hecho una campaña para provocar la abstención de los sectores populares progresistas mediante el desprestigio de la política, poniendo el foco en la participación de exetarras en las listas de Bildu, fraudes electorales, etc.
Vox, con el 7,18% de los votos se ha consolidado como una fuerza política en expansión que ha logrado trasladar los resultados obtenidos en las elecciones generales al ámbito autonómico y municipal al pasar de los 1,5 millones de votos, en línea con el avance de la extrema derecha en Europa, logrando presencia en prácticamente todos los parlamentos autonómicos y grandes ciudades.
3. El bloque de la izquierda
El PSOE ha hecho una mala campaña reforzando la clave estatal, lo que le ha permitido al PP atacar también en clave estatal, con la ayuda de la mayoría de los medios de comunicación y favorecido por una parte de la judicatura, poniendo el foco en la debilidad de las alianzas del bloque progresista (las listas de Bildu, la bronca de Podemos en el gobierno, etc.). El goteo de promesas, muchas de ellas irrelevantes, tampoco ha sido una buena táctica electoral porque parece que el gobierno no ha hecho las tareas y las asume a última hora. Esto es aún más incomprensible teniendo en cuenta la extraordinaria labor que el gobierno de coalición ha hecho durante la legislatura, con los mejores datos económicos y sociales de la UE, pero que no han sabido comunicarlo a la opinión pública. El resultado ha sido que han bajado de los 7 millones de votos, un suelo que marca para el PSOE el fracaso electoral en estas elecciones.
A la izquierda del PSOE, el fracaso ha sido mayor. La falta de una oferta unitaria y clara, han convertido a este espacio en una multitud de siglas heterogéneas sin una propuesta identificable, sobre todo teniendo en cuenta que estas elecciones se han desarrollado en gran parte en clave estatal.
El hecho que SUMAR no haya podido articularse en estas elecciones ha dejado ver no solo el declive de Podemos, Unidas Podemos o Adelante Andalucía, sino también de Más Madrid o Compromís que han optado por ir solos en estas elecciones.
4. La correlación de fuerzas entre la izquierda y la derecha
El bloque de la derecha ha desequilibrado la tendencia a la igualación entre izquierda y derecha, que ha sido tradicional en España. En 2019 esa tendencia también arrojó un empate (la suma de las izquierdas superó a las derechas por cerca de 200.000 votos escasos). En estas elecciones la derecha supera a la izquierda en más de 1 millón de votos.
5. En Andalucía
En Andalucía la victoria del PP ha sido clara, con el 38% y cerca de 1,5 millones de votos, en línea con lo obtenido en las últimas autonómicas. El PP seguirá al frente de los ayuntamientos de Málaga, Almería y Córdoba, pero ahora con mayoría absoluta y gobernará también en Sevilla, Granada, Huelva y Cádiz.
El PSOE andaluz no levanta cabeza, bajando de los 1,4 millones de votos (1,3 millones con el 33.34%, frente al 36,92 de las últimas elecciones municipales).
VOX se ha situado como tercer partido con el 6,8% de los votos, por delante de Con Andalucía, que ha obtenido el 6,48%.
El caos en la conformación de candidaturas municipales en el espacio a la izquierda del PSOE ha sido la característica generalizada con alianzas heterogéneas por municipio, centradas en las negociaciones de listas por los partidos con prácticamente ausencia de participación ciudadana, sin apenas procesos de primarias, sin un proyecto político y programático que les de cierta unidad y con un retraso enorme por el tiempo gastado en las negociaciones de listas.
Adelante Andalucía no ha conseguido entrar en ninguna capital de provincia y ha perdido la Alcaldía de Cádiz.
Este panorama delata la debilidad política y organizativa de la izquierda en Andalucía, que están llevando a cabo un proceso de transformación obligado por el cambio de época con muchas dificultades.
6. Cómo afrontar las elecciones generales del 23J 2023
Las próximas e inmediatas elecciones generales para el 23 de julio van a determinar el gobierno del Estado en esta encrucijada crucial de transición en el contexto de la crisis de la globalización. Van a ser cuatro años en los que nos jugamos construir una salida sostenible y justa a la crisis o ser incapaces de adaptarnos con todas las consecuencias sociales y económicas que implica la aceleración del cambio climático.
El bloque de izquierda parte, tras estas elecciones, en una posición de debilidad, por lo que es necesaria una reacción en todos los planos.
El día 30 de mayo saldrá la convocatoria de las elecciones generales en el BOE y según lo establecido por el artículo 44 de la Ley de Régimen Electoral General (LOREG), los partidos y federaciones que establezcan un pacto de coalición para concurrir conjuntamente a una elección deben comunicarlo a la Junta competente, en los diez días siguientes a la convocatoria (9 de junio). Para entonces también tiene que estar decidido el nombre de la coalición, sus normas y las personas titulares de sus órganos de dirección y coordinación. La fecha límite para presentar las listas es el 19 de junio.
Sumar, con el liderazgo de Yolanda Díaz, tiene que ser la única marca a la izquierda del PSOE, como espacio de confluencia, representativa de la pluralidad territorial, con una proyección organizativa de urgencia en Comunidades Autónomas, provincias y municipios y con candidatas y candidatos sólidos que den al electorado por su experiencia y reconocimiento social. Hay que recuperar el tiempo perdido y demostrar que porque somos capaces de gestionar la casa común de la izquierda también somos capaces de gestionar en estos momentos críticos la casa común de toda la ciudadanía.
En el plano estratégico político es necesario movilizar al electorado progresista y atraer votos de la abstención. Para ello hay que lograr separar a las clases medias de las élites, dejando claro que esta transición, que ya sufrimos sobre todo en forma de cambio climático e inflación, es una oportunidad para mejorar la vida de las clases medias (a la que se adscriben subjetivamente una parte importante de las clases populares) y trabajadoras porque el coste de la transición va a recaer exclusivamente sobre las élites.
Hay que darles una vuelta completa a las políticas comunicativas incluyendo la estructura de medios. La concentración de medios audiovisuales, escritos y digitales, en el espacio de la derecha es incompatible con una democracia efectiva. Las campañas electorales no se pueden basar en mítines soporíferos pensados solo para la militancia. Hay que pensar en el ciudadano medio que está conectado con la política solo de forma intermitente y que está alejado de los partidos y de las instituciones, porque ve con desconfianza el futuro.
En estas elecciones hemos visto que el mensaje sobre las alianzas es muy importante para la ciudadanía porque intuye que va a condicionar a todas las políticas. Ahora es el PP el que tiene que asumir los costes de la alianza con VOX en los gobiernos autonómicos.
Tras las mayorías absolutas del PP en Madrid, Andalucía se configura como el territorio clave para la victoria o la derrota del bloque progresista. Si la suma de PP y VOX gana en Andalucía, el triunfo de la izquierda en las elecciones generales, no será posible. Sumar tiene la enorme responsabilidad de poner en pie a contrarreloj ocho candidaturas capaces de aglutinar a todo el voto de la izquierda progresista que no quiere votar al PSOE.