Mario Ortega. La sensibilidad medioambiental es cada vez mas elevada. La advertencia ecologista sobre las consecuencias de nuestras acciones, denostada y ridiculizada, ha cobrado un valor político de primera magnitud. Lo que en un principio sonó como hipótesis agorera, se ha confirmado como un conjunto de evidencias científicas indiscutibles (cambio climático, contaminación atmosférica, desaparición de biodiversidad, alteración de ciclos naturales, empleo miserable, crisis alimentarias,…).
La ecología descubre una obviedad: el medio ambiente es nuestra condición de posibilidad, nuestro patrimonio común. Mantenerlo en condiciones saludables es una necesidad humana, un bien social y un valor cultural en auge para el tercer milenio.
La ecología está hoy en el centro de todos los debates ciudadanos: urbanismo, movilidad, zonas verdes, participación democrática en las decisiones, corrupción política, salud, turismo, campos de golf, destrucción y expropiación tácita de los centros históricos, consumo, educación y solidaridad.
La verdadera oposición ideológica al modelo desarrollista, consumista y productivista que está condicionando nuestra vida proviene hoy del campo de la ecología ciudadana. Es cada vez mas difícil engañar a la población con la mitología del crecimiento económico indefinido y el cambalache de empleo precario por destrucción territorial, ambiental y social.
Pero además, no es cierto que el respeto medioambiental vaya contra la generación de empleo, si bien es posible que vaya contra la acumulación de la propiedad y el capital en unas pocas manos. Los grandes negocios se apropian de todo y nos convierten en trabajadores precarios, consumidores insatisfechos o ciudadanos ansiosos deambulando por los aclimáticos centros comerciales.
El empleo medioambiental es el que está relacionado con el ambiente rural, con la la naturaleza menos intervenida, y también aquel empleo urbano o industrial que actúa en procesos productivos que son energéticamente muy eficientes, utilizan energías renovables en un alto porcentaje, recoge productos de entrada considerados por otras industrias como desechos, minimizan sus demandas de materiales y sus residuos sólidos, depuran sus emisiones, cierran ciclos. Además no deben ser molestos en la zona en la que se implanta, sus insumos proceden preferentemente de las redes de comercio de proximidad, las relaciones laborales son justas, igualitarias y seguras creando empleo de calidad. Es de este modo como el empleo medioambiental aporta beneficios individuales y colectivos.
Un profesional del medio ambiente queda de este modo definido por el proceso productivo en el que participa: Si el proceso es sostenible, en un sentido ético y medioambiental, entonces el trabajador sea especialista o no es un trabajador del sector medioambiental.