“ ¡No permitiré nunca que en mi casa nadie le falte el respeto a la realidad ¡” . Le dije en una ocasión a mi hijo todavía pequeño. Lo entendió y ha sido fiel desde entonces, creo, a este compromiso de hierro y seda que nos une en la adoración de lo que es y en la forma que es. La realidad no es solo la muerte sino también la vida, no es solo lo orgánico sino también lo inorgánico, no es solo la mentira sino también la verdad, no es solo la realización sino también la frustración, no es solo el bien sino también el mal, no es solo el sueño sino también la vigilia sueño, no solo son los otros sino también soy yo.
La ausencia es una forma sutil pero enorme de presencia , el vació nos llena de un manera más radical que la plenitud, la esperanza sin nada esperado es el estado casi perfecto del animo. En este “casi” reside el secreto de la realidad que es algo que nunca es todo. Como en una “crítica de la esperanza pura” cuyos dos intuiciones a priori fueran “nada” y “casi” ; se completa la analítica de la existencia. La “esperanza pura” es el órgano , como lo era la razón para Kant, de nuestra realidad de seres vivos, también está en las neurofisiología animal y vegetal ; la ezperabnza de seguir teideo ezperaza , la esperanza de seguir siendo.
Si la raíz de todo pensamiento brota del estupor ante aquella pregunta de Heidegger: “¿Porqué hay algo en vez de no haber nada?, también nace de la constatación de que hay. Una ontología de la tensión nunca resuelta ni resoluble, eso es lo que hay y así nos lo enseñan la teología negativa, la ciencia y el materialismo filosófico. Hay mucho más mística en la realidad que aquella que pueden abarcar la cursilería religiosa. La realidad es mucho más misteriosa que todos los misterios que la componen. No se deja, la realidad nunca se deja.
La imaginación, la ficción , las imágenes, el ritmo, la melodía los relatos de los que estamos compuestos son la antítesis a las expectativas de los mercados de futuro del deseo. Nunca nos defraudan del todo, nunca nos satisfacen del todo; siempre esta entre el «aun no»· y el ya no», son una una vía ejemplar ( a veces calle de la amargura , ora calle de la alegría) hacia la esperanza pura, esa esperanza que no esperanza que espera ninguna cosa concreta en general. Pues el nombre de lo real es la multitud de los nombres y de los silencios, y su presencia la pluralidad intangible del tiempo. Nuestro mundo ha tratado de sustituir la esperanza por las expectativas, lo cual es un seguro de frustración y un acceso directo hacia la fatiga. La cultura y la vida producida y consumida son una forma de idealismo que nos separa de lo único que hay en virtud de que debería haber. En este debería se incluye tanto el deseo , lo que quiero, como en el deber, moral,. La izquierda potsmoderna producto de la derrota histórica del materialismo y del racionalismo, o sea del socialismo, a manos del idealismo liberal; se ha integrado perfectamente con los “bonos de la utopía” en los mercados de futuro de las expectativas frustradas. Para l el sufismo musulmán cafir (infiel) no es aquel que no cree sino aquel que no reconoce la realidad aun conociéndola; el capital es el gran cafir de nuestro días. El primer acto revolucionario del yo soberano es aparcar la soberbia y mostrarse y postrarse en una nueva epifanía ante el cálido y deslumbrante reconocimiento de la realidad.