Carlos Martínez | La voracidad neoliberal, autoritaria y criminal contra los derechos de las personas del PP no tiene límite, no da tregua. Se amontonan los motivos para echarlos de una vez y dejarnos de paños calientes. Hay que derrotarlos, pero ya. En la calle, si, primero en la calle, pero no seamos ingenuos, también en las urnas.
La reaparición y el serio aviso del neofranquista y pro-imperialista ex presidente del Gobierno del Reino de España José María Aznar la noche del 22 de Mayo en Antena3, hace real y confirma lo que algunos habíamos vaticinado y es que un golpe conservador está en marcha. Rajoy ya no les sirve. A nosotros tampoco, pero ¿Vamos a permitir que sean ellos los que a nuestras espaldas lo echen? No, es imprescindible y ya exigir nuevas elecciones. Pero habrá que conseguirlo y con contundencia en la calle.
Tienen preparado ya otro proyecto maldito que puede además resultar engañoso para muchas personas y es el de la “reforma” de la Administración local al objeto de privatizar servicios municipales, despedir funcionarios y empleados públicos y hurtar la autonomía local, dejando vacía de contenido la democracia y la forma de gobierno más cercana a la ciudadanía. El pueblo se va a quedar sin una de sus fórmulas más próximas al objeto elegir su gobierno inmediato y/o de poder incluso construir su Utopía local o simplemente dotarse de los vecinos que desee le gobiernen.
Los municipios se van a quedar intervenidos, sin competencias y sin posibilidad de diseñar sus políticas locales o bien cuidar y atender las necesidades de los más humildes y débiles de cada pueblo, cada barrio o cada calle. Los presupuestos intervenidos por los llamados “precios estándar”. Precios fijados por una comisión en Madrid. En resumen otra vuelta de tuerca a la operación recentralización del Estado, pues los ayuntamientos serán controlados por el Ministerio de Hacienda. En tiempos de Franco, era el de Gobernación, -así se llamaba-el que los controlaba. Ahora será Hacienda.
Como el PP tiene el control sobre la inmensa mayoría de las Diputaciones de derecho común, estas tendrán las competencias de los ayuntamientos menores de 5000 Habitantes y muchas de las de los municipios mayores. Pero sobre todo las Diputaciones sacarán a concurso los servicios públicos privatizados, ojo a precios estándar, lo que llevará a la ruina a miles de empresas familiares y cooperativas. Pero esa actuación, supone mover un negocio de millones y millones de euros, pues por economía de escala las grandes empresas si podrán competir. Por lo que el PP tiene prisa y lo va a llevar al Consejo de Ministros en Junio. Sacando la contra-reforma local ahora, adjudicará miles de contratos a empresas privadas del sector y premiará a los Florentinos de turno, que ya se están frotando las manos. Y luego, si las tornas cambian y una nueva ley o la derogación de la que quieren imponer, permite volver a recuperar la autonomía local nuevamente, -con otra correlación de fuerzas políticas diferente-, los contratistas privados ya tendrán derechos adquiridos y se pleiteará de forma que aunque las Corporaciones Locales democráticas puedan ganar en los tribunales, estarán obligadas a fuertes indemnizaciones, de forma que el negocio estará asegurado, salga bien o mal.
Todo esto acaba de dejar todavía más claro que se está gobernando en favor de los poderosos. Que la crisis capitalista está siendo utilizada para favorecer la privatización de la vida pública y apoderarse las grandes fortunas y empresas de todo el patrimonio y de desmontar el estado por obra del estado, en beneficio de bancos, ricos y grandes empresas privadas.
Ahora el negocio son los bienes municipales y acabar para ello con la democracia local el objetivo puntual del momento. Al capitalismo le sobra la democracia.
Por todo esto y porque cada vez son más las tropelías y atracos sociales, el 1 de Junio volveremos a salir a la calle. Pero hemos de ser más, muchos más de los cada vez más numerosos activistas, es cierto, pero con todo insuficientes.
Hay que llamar ya a la insurrección popular. Hay que iniciar ya el periodo destituyente, que acabe con este régimen podrido. Solo el estallido social nos salvará. Hay que reventar ya de una vez, porque no nos toman en serio, se ríen de nosotros y nos desprecian profundamente. Sobre nuestro empobrecimiento y sufrimiento, construyen ellos su riqueza y su poder. No hay medias tintas, tampoco vuelta atrás.