Pero, 30 años después del inicio del proceso autonómico, Andalucía está lejos de ser la red de ciudades que algunos teóricos enunciaron en los 80. Ahora se trataría de que los solistas se repartan los instrumentos y las partituras y toquen juntos como una orquesta afinada. Una tarea difícil, si se tienen en cuenta las tradiciones localistas arraigadas en los distintos territorios y los sentimientos de agravio, en ocasiones justificados.
El último síntoma de este fenómeno ha sido la sede de la gran caja. Francisco de la Torre, el alcalde de Málaga, saltó a la palestra hace pocas semanas para advertir que una eventual fusión entre Unicaja y Cajasol no tendría su apoyo si antes no se establecía que la sede de la entidad resultante sería Málaga. Entre el alud de respuestas hubo incluso una del propio presidente regional de su partido, Javier Arenas, quien dejó claro que el PP apoyaba esta iniciativa y consideraba precipitado hablar de la sede. Las vacaciones de agosto llegan con un cierto enfriamiento de la pasión por las fusiones que se ha vivido en los últimos meses, cuando naufragó la integración de Unicaja y Cajasur, y Cajagranada prefirió una alianza con tres entidades mediterráneas de fuera de la región.
La última decepción, la subasta de Cajasur de la que salió ganadora la caja de Vizcaya, ha templado los ánimos. Pero no la tenacidad de De la Torre sobre la futura sede de una gran caja andaluza, si ese supuesto se lleva a cabo algún día. Los demás alcaldes también se pronuncian. Andrés Ocaña (IU), de Córdoba, subraya que el debate no es la sede, sino la idoneidad de la fusión de Unicaja y Cajasol, sin apriorismos.
Ocaña incluso lanza una crítica precisa: «Me parece que la postura de Málaga es de consumo interno y no debemos caer en el error del defecto que queremos combatir, con otro centralismo». El alcalde de Algeciras, Tomás Herrera (PSOE), relaciona las declaraciones de De la Torre con el inminente proceso electoral. Y Teófila Martínez (PP) y Pilar Sánchez (PSOE), alcaldesas de Cádiz y Jerez, coinciden al utilizar el mismo símil: «No se puede empezar la casa por el tejado». El principal aludido por la tesis descentralizadora del alcalde malagueño, su colega sevillano, se coloca por encima de la melé: «La fusión de las cajas es muy importante para Andalucía y, por tanto, para Sevilla. Porque el fortalecimiento de las cajas ayudará a relanzar el tejido productivo andaluz en un momento tan necesitado de la implicación de los sectores financieros con las empresas. Ésa es la clave del futuro».
Alfredo Sánchez Monteseirín orilla el asunto de la sede, pero no evita la crítica ácida. «Es absurdo plantear cuestiones localistas miopes, basadas sólo en el agravio alimentado por el interés partidista de unos o la cortedad de miras de otros». Pero de las respuestas de los alcaldes no se deduce mucha cortedad. Teófila Martínez, que estuvo hace una década en contra de la caja única propuesta por el presidente Chaves, en esta coyuntura es partidaria de la fusión de Unicaja y Cajasol. Su ciudad está concernida, porque una de las cinco cajas que dieron lugar a Unicaja fue la de Cádiz. «Andalucía necesita una entidad fuerte, que cumpla una función dinamizadora de la sociedad andaluza», dice con énfasis la alcaldesa gaditana.
De todos los alcaldes, el único que se ha pronunciado claramente a favor de Málaga ha sido Pedro Rodríguez. «Huelva tiene la singularidad de que aquí estaba el Monte de Huelva, que se fusionó con el de Sevilla. Era una caja quebrada, pero aquí lloramos porque se llevaron la sede a Sevilla. Era lógico, porque era una caja más fuerte, que absorbió a la de Huelva. Hemos sufrido el desgarro de perder una caja, pero en aquel momento se marchó sin hacer ruido. Si ahora se aplica la lógica de la fusión entre el Monte de Huelva y el de Sevilla, y Unicaja es más potente, la conclusión sobre la sede es clara».
Martínez intenta mediar en el conflicto, al señalar que una entidad de esa importancia tendría distintos espacios para sus órganos de decisión y sedes operativas. Pero acaba aceptando la filosofía de De la Torre: «El alcalde de Málaga tiene sus razones y es bueno que en una comunidad autónoma del tamaño de Portugal se distribuyan los papeles de manera generosa».
De la Torre, retoma el hilo de la polémica para negar la mayor. El debate, según él, está lejos de ser precipitado. Al contrario, lleva un retraso de 30 años, porque desde el principio de la autonomía debió abrirse una discusión sobre el papel protagonista de todos los territorios en la comunidad autónoma que se iba a fundar de la nada. Y no se hizo. «El problema en Andalucía es que no se ha hecho una descentralización; el Estado la hizo con las comunidades autónomas, pero la Junta no la ha hecho con los ayuntamientos. Hay 50.000 funcionarios de más en Sevilla, que son una de las causas del déficit. El Gobierno andaluz desde 1982 debió hacer pedagogía, buscar equilibrios y descentralizar». De la Torre añade que debió hacerse un mejor reparto de organismos e instituciones.
Esta visión no es única, ni aislada. Es más, se vuelve más ácida a medida en que el interlocutor está más al Este. José Torres Hurtado (PP), alcalde de Granada, sostiene que durante la Dictadura se produjeron muchas desigualdades entre las provincias, y las comunidades autónomas estaban llamadas a corregirlas, «pero la Junta no lo ha hecho». Rodríguez lo atribuye a una falta de liderazgo regional. Monteseirín vuelve a colocarse por encima de la melé: «Es evidente que la comunidad autónoma no puede avanzar en detrimento de sus ciudades, pero las ciudades no podremos seguir avanzando sin el progreso de toda la comunidad». Para el alcalde granadino el problema no es tanto de reparto de instituciones como de distribución de potencialidades e infraestructuras.» Un sentimiento compartido por el alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador (PP), que considera que su provincia no ha sido nunca una prioridad para de la Junta. «Para todos los presidentes nuestra provincia ha estado muy lejos; eso ha generado una cierta desconfianza, que no es buena para la vertebración regional, porque genera agravios».
Torres Hurtado pone ejemplos al malestar de Andalucía Oriental. «La Expo de Sevilla supuso una gran inversión del Estado en el eje Sevilla-Córdoba, pero la Junta no compensó a otras provincias en infraestructuras, incentivos o instituciones. Ésta es una gran asignatura pendiente. El triángulo Sevilla-Málaga-Córdoba se ha llevado muchas inversiones y Andalucía Oriental ha quedado relegada. Eso resta potencialidad económica y social a una parte de la región. Las empresas se van todas al mismo sitio. Andalucía Oriental tiene menos infraestructuras que el resto y ahora que se iba a compensar en parte ese déficit, se anulan o se retrasan las inversiones previstas».
La teoría de un retraso en las infraestructuras de la parte oriental de Andalucía no sólo es esgrimida por sus alcaldes. Teófila Martínez propugna la creación de zonas logísticas que abarquen varias provincias en cada caso, pero reconoce que el triángulo Málaga-Granada-Almería tiene el hándicap de las infraestructuras, «que no han sido las más idóneas; de hecho, Almería siempre se ha comunicado más fácilmente con Murcia».
¿Y cuál es el papel en el que se ve cada uno? Monteseirín marca una pauta distinta a la del alcalde de Málaga, al defender que las capitales y ciudades más importantes han ido desarrollando su rol en el seno de la comunidad autónoma con toda naturalidad y sin necesidad de que se les preasignara una función en exclusiva o excluyente. Rodríguez dice algo parecido, aunque no sea lo mismo: «Los ayuntamientos se comportan casi como empresas al defender los intereses locales. Y eso es bueno, porque genera competencia y motivación».
Descendiendo a lo concreto. La alcaldesa gaditana pone el énfasis en la importancia de las bahías de Cádiz y Algeciras desde el punto de vista logístico e industrial. «Ésta es la provincia andaluza con mayor número de empresas de industrias estratégicas, de automoción, aeronáuticas o navales. Aquí en Cádiz se ha fabricado la plataforma de cogeneración más importante del mundo, que está en Noruega. Y también los tableros del puente que conecta Dinamarca con Suecia. Y construimos fragatas con la mejor tecnología o piezas para el Airbus… Si eso no se sabe en el resto de Andalucía, es difícil que se sepa más allá. También somos la capital náutica, por nuestra tradición».
Monteseirín recuerda alguno de los grandes retos de Sevilla, como la apuesta por su puerto y la nueva exclusa. Y relaciona su empeño en recuperar el Guadalquivir en su tramo urbano con «el potentísimo proyecto» de la Junta en todo su recorrido. Otro ejemplo: el Mundobásket de 2014. Granada, que puede ser vista por muchos como un referente cultural, aspira a convertirse en la capital mundial de la poesía. Rodríguez-Comendador recuerda la promesa de Arenas, si llega a la Presidencia de la Junta, de fijar la sede de la Consejería de Aguas, Medio Ambiente e Infraestructuras en Almería, así como la Agencia Andaluza del Agua. Pilar Sánchez ve a Jerez como la sede natural de la Agencia Andaluza del Flamenco.
Tomás Herrera cree que Algeciras es el lugar idóneo para establecer el Observatorio sobre Migraciones, la Agencia Europea de Control de Fronteras o la Agencia Europa de Seguridad Marítima. Pedro Rodríguez hace hincapié en el carácter iberoamericano de Huelva, de su universidad, de su festival de cine. Y recuerda que la industria petroquímica onubense aporta un porcentaje sustancial al PIB andaluz. Y De la Torre repite que Málaga es la capital económica, financiera y tecnológica de Andalucía.
Los solistas tienen sus instrumentos a punto, pero les falta una partitura común y aprender a conjuntarse. El episodio de la gran caja no es mal argumento para un ensayo general. Aunque sea para tocar A mi manera, todos juntos.