LLuís Bassets. El País. 23/03/2011.
Pero exactamente al revés de cómo lo cuentan los demagogos. Las detestadas compañías europeas y americanas están en Libia desde 2004, perforando y achicando sin parar, y con resultados económicos espléndidos. Para sus accionistas y para los primeros y mayores beneficiarios del maná energético: la familia Gadafi, el coronel revolucionario y los angelitos de sus hijos. Nadie quería por ese lado que las cosas cambiaran. A todos les iba bien el negocio. A quienes les fastidiaba, sin embargo, era a los ciudadanos libios, hartos de que un clan familiar se apropiara de los beneficios del petróleo y los utilizara para comprar voluntades y subvencionar a sus partidarios, en detrimento de la sociedad Libia y de un buen funcionamiento de su economía.
Así es que hay que reconocerlo: sí, la guerra de los libios contra Gadafi es por el petróleo; y la ayuda aeronaval de europeos, qataríes y estadounidenses también es por el petróleo. Para quitarle a Gadafi de las manos esta arma económica colosal y a la vez medio de chantaje sobre los países sin independencia energética. De lo que suceda en Libia depende que cunda el ejemplo en otros países, donde se recuperen los yacimientos de gas y de petróleo para modernizar sus sociedades.
Estos países, a pesar de sus enormes recursos y reservas, en el caso de Libia las mayores de Africa, no tienen el futuro asegurado si no evolucionan rápidamente desde su actual modelo de economía puramente extractiva hacia un modelo productivo de sustitución más complejo, que cree empleo para su población joven, tan numerosa, y las convierta en lo que ya serían si no les chuparan la sangre esas familias de vampiros tiránicos, auténticos países emergentes capaces de jugar en el tablero de la economía mundial.
Es por el petróleo. Pero no como creen los trasnochados que hablan de ‘sangre por petróleo’. Lo fue en su origen, se diga lo que se diga, la guerra de Irak. Recordemos las promesas de Bush acerca de las concesiones petrolíferas y de los contratos, de los que iban a participar los que se portaban bien, la España de Aznar entre otros, e iban a ser excluidos los malditos franceses y alemanes. Luego, afortunadamente, ni siquiera ha sido así, y el petróleo iraquí aprovecha también a los iraquíes.
Nadie va a robar el petróleo de los libios. Al contrario, ahora se trata de devolverlo a sus dueños, los ciudadanos libios. De quitárselo de las manos de los Gadafi y utilizarlo de forma racional en el desarrollo de Libia. Para evitar que el coronel y sus hijos, como otros tiranos, lo utilicen como medio de presión y de chantaje, algo en lo que han demostrado un grado de perfección temible.
Al revés de lo que piensan algunos comentaristas, sobre todo estadounidenses, en Libia se juegan los intereses vitales de muchos países vecinos e incluso de la entera región. Se juegan mucho los libios, los que más, pero también nos jugamos mucho todos sus vecinos europeos y mediterráneos.