Rafa Rodríguez
La política en España se expande conformando un universo propio porque, entro otros factores, hemos tenido la suerte de tener dos políticos, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que en unas circunstancias excepcionales están demostrando que son capaces de superar obstáculos impensables y que ahora están ante su prueba definitiva: su capacidad para entenderse sin renunciar cada uno al liderazgo de su proyecto.
No juegan solos. Rajoy resiste como un elefante herido y aislado por la corrupción que a pesar de sus intentos de ignorarla está llegando a afectar a los órganos vitales del partido y del gobierno del PP.
Podemos es una nueva izquierda que está logrando sacar a la izquierda no socialdemócrata de la marginación política en España, como también está sucediendo en Grecia o en Portugal. Que esta nueva izquierda pueda gobernar es la señal de que la democracia resiste frente al poder del capital y que es posible empezar a construir otra alternativa de gestión frente a la crisis estructural, desde el sur de Europa, desde el Mediterráneo, desde la Unión Europea.
Ayer, el líder de Podemos, en vaqueros y sin corbata, le comunicó al Jefe del Estado que asumía un gobierno presidido por el líder del PSOE con el consenso de toda la izquierda sin líneas rojas aunque para ello tuviese que escenificar que era él quien mandaba por encima de los otros dos partidos que cuentan con más diputados, poniendo el foco en la composición del gobierno, que no son sillones sino los resortes de la correlación de fuerzas que garantizan las condiciones programáticas de un acuerdo para gobernar.
A partir de ahí el vértigo, porque ya parece posible cruzar la frontera hacia el territorio prohibido que no controlan ni directa ni indirectamente los grandes poderes económicos de la oligarquía española: que la izquierda que defiende un cambio estructural entre en el gobierno del estado.
La oligarquía solo ve una posibilidad para impedirlo: un caballo de Troya en Podemos o en el PSOE, por eso hace llamamiento a la rebelión en los círculos, aunque en Podemos el liderazgo de Pablo Iglesias es muy sólido, y, sobre todo, a que sus peones dentro del PSOE, esa alianza entre viejos dirigentes enriquecidos en torno a Felipe González y los barones jacobinos y neoliberales, rompan la baraja para impedir un gobierno con Podemos.
Para reforzar esa estrategia es por lo que Rajoy ha retirado su candidatura, en un movimiento arriesgado en el que se lo juega todo, tanto su carrera política como la propia existencia del PP, demostrando que no tiene un pelo ni de tonto ni de cobarde y que es un político que cumple con seriedad con el programa de la derecha en un entorno tremendamente difícil.
Todas las líneas de fuerza confluyen hoy en Pedro Sánchez. Su rival, Pablo Iglesias, y su adversario, Mariano Rajoy, ya han jugado y ahora él decide. En su contra todos los demiurgos del miedo que quieren que volvamos al pasado para convertir la democracia en un espacio cerrado y controlado. A su favor las experiencias previas de gobierno en Ayuntamiento y CC.AA pero sobre todo una ciudadanía que ha vuelvo a creer en la política y que no está dispuesta a cambiar de canal y volver al Gran Hermano. En la perspectiva, el triunfo por fin de la democracia sin lastres en España y eso hoy, más que nunca, significa el triunfo de la inmensa mayoría, sobre todo de las personas y los territorios que más están padeciendo la forma en que la oligarquía económica está distribuyendo los costes de la crisis.