Nuestra actual Constitución consagra como uno de los valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico “el pluralismo político” (artículo primero del texto de 1978). Y en su artículo sexto eleva al más alto rango jurídico a los partidos políticos como instrumento para expresar ese pluralismo político y de “formación y manifestación de soberanía popular”. Así lo formulaban los constituyentes hace ya más de tres décadas. Tras todo este período, es una fórmula que empieza a ser superada.
Ahora, en 2011, los partidos políticos no son ya el único cauce de participación política, aunque se mantiene como el más eficaz desde el punto de vista de ejercicio directo de poder formal e institucional. Han surgido nuevas y más interesantes formas de participación política. La red lo revolucionó todo. El poder ciudadano directo está actuando. Han surgido múltiples espacios de creación y difusión de pensamiento político y social, flexibles, libres, creativos, de una potencialidad de difusión de pensamiento inmensa a través de las diferentes redes sociales.
Son ya una realidad de ejercicio directo de democracia, de empoderamiento ciudadano, de creación de opinión, de influencia sobre el poder político formal de los partidos. De hecho, representan una alternativa de opinión y propuesta, aunque aún no desde la perspectiva electoral, que al final es lo más determinante.
Los nuevos espacios de pensamiento político vienen a contribuir a reforzar cualitativamente a la democracia. Llenan de contenido el ejercicio de poder democrático entre consulta y consulta electoral. Posibilitan a la ciudadanía mantener su soberanía de forma permanente. Permiten un control sobre el ejercicio del poder institucional. Permiten expresar la creación democrática de la ciudadanía.