APENAS era un adolescente cuando lo destinaron al cerco de Stalingrado. Durante semanas vigiló un hospital desvencijado que hacía las veces de cementerio para cadáveres anónimos y deformes. El frío hacía más daño que la metralla. Muchos de sus compañeros optaron por abalanzarse suicidas sobre los nazis antes que morir congelados. Dormía abrazado a un fusil tan delgado y cobarde como él. Cada vez que asomaba la cabeza para disparar, se encontraba con la estampa de su enemigo apuntándole a los ojos. Pasaron días enteros sin fuego cruzado. El silencio de la sospecha aturde infinitamente más que el bramido de las balas. Cuando los oídos amenazaron estallar, el soldado decidió matar o morir. Echó a correr con los ojos cerrados. Gritando. Disparó. Los abrió. Y se vio a sí mismo. Roto. Dentro de un espejo.
Así es este país. Acomplejado. Asustadizo. Cainita. Incapaz de mirarse al espejo y aceptarse imperfecto. El último ejemplo de raquitismo ético se está produciendo a raíz de la merecida concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia a la ONG de la Iglesia Católica, Manos Unidas, presentada por la Conferencia Episcopal Española. Sólo un ciego moral e intelectual podría cuestionar la inmensa labor humanitaria que realiza su voluntariado. Claro que Manos Unidas merece este galardón. Por supuesto. Probablemente igual que cualquiera de las otras 34 candidaturas presentadas. Sin embargo, sorprendió que el Jurado evitase en la final el encuentro estético de la candidatura confesional de Manos Unidas con la ciudadana y laica de los moriscos-andalusíes. La única mediática hasta entonces, especialmente después del acto de concordia celebrado el 11 de septiembre en Córdoba con el respaldo expreso de la Embajada de los Estados Unidos. Sencillamente, los miembros del Jurado temieron mirarse al espejo y reproducir la tensión histórica entre la España uniforme y la diversa. Lo echaron a cara o cruz. Y ganó la cruz. Como siempre.
Quede claro que no cuestiono en ningún momento la legitimidad del premio concedido a Manos Unidas. Sólo exijo el mismo respeto con la candidatura de los descendientes de los moriscos-andalusíes. Porque nadie ironizó cuando se lo concedieron a las comunidades sefardíes con la que guarda identidad de razón y corazón. Porque ironizar con ella equivale a criticar el Príncipe de Asturias concedido a Amin Maalouf, primer firmante de la misma. O poner en entredicho el Premio Nacional de Ensayo a Reyes Mate. O el Nobel de José Saramago. O el Don Quijote a Juan Goytisolo. O la independencia del alto Comisionado en la ONU de Federico Mayor Zaragoza. O la solvencia intelectual de Sami Naïr, Bernard Vincent y la práctica unanimidad de los especialistas mundiales sobre la materia. O al Parlamento de Andalucía, al Defensor del Pueblo Andaluz y a la Fundación Blas Infante. O a cientos de ayuntamientos, diputaciones, universidades y organizaciones de todo el planeta. Y a más de 3500 personas de todas las creencias e ideologías.
Manos Unidas merecía ese premio. Sin duda. Tanto como España necesita mirarse al espejo. Y no romperlo.
«A lo mejor tienen razón y meo colonia» (Pep Guardiola en entrevista publicada en IDEAL de Granada 22.09.10), confiesa con todo humildad.
José Manuel, entramos en una época de medir a todos por el mismo rasero ante la Justicia. No es cuestión de cainismo; es cuestión de libertad y del derecho ciudadano a opinar.
Precisamente hoy, 22.09.10 IDEAL de Granada abre este amplio titular: «Investigan por blanqueo a la banca vaticana», de Íñigo Domínguez, corresponsal en Roma.
Sólo dos párrafos de muestra:»El Vaticano vio abrirse ayer un frente en uno de los flancos más temidos e intocables, el del dinero… la Santa Sede tiene una banca, el IOR (Instituto para Obras de Religión), una entidad opaca ajena a las reglas de transparencia internacionales…»Por lo visto el Vaticano blanquea dinero a través de ésta y de otras santas instituciones, herméticamente cerradas a las declaraciones fiscales.
«Un libo explosivo,´Vaticano S.A.´de Gianluigi Nuzzi publicado en 2009 revela una documentación acumulada durante un cuarto de siglo por un prelado que al morir la encomendó a un periodista «para qu todos sepan lo quen ha ocurrido». Describe una gigantes lavandería de dinero negro enmascarada en obras de caridad…»
Respecto a «Manos Unidas», todo elmundo sabe que estuvo involucrada en el escándalo de Gescartera. Por lo visto las donaciones «caritativas» para paliar el hambre en el mundo iban a parar a inversiones en Bolsa, en beneficio de la Iglesia.
Retira, por favor lo de cainismo. Se está luchando por una sociedad más justa; no es cusetión de envidias malsanas.
Perdonen; un poco largo ha quedado esto. Aunque en la Prensa es muchísima más larga la información de tanto desafuero acumulado durante cientos de años, precisamente por la institución que se hace pasar por «el espejo» de todas las virtudes.
Estoy de acuerdo con mi tocayo. España ha sido siempre una idea criminal y nada bueno sale de ahí. Debería empezar por reconocer que Al-Andalus fue un país conquistado, habiéndose inventado su historiografía una supuesta «Reconquista». No quieren concordia ni pedir perdón porque si España empezara a pedir perdón por sus crímenes esto sería interminable: andalusíes, guanches, amerindios,filipinos, media Europa, catalanes, vascos, gallegos, portugueses, rifeños, etc. etc. No olvidemos que el abuelo del actual monarca fue el responsable de los bombardeos con gas mostaza sobre la población civil rifeña, que todavía hoy genera muerte y dolor en Marruecos.
«España» no puede ni podrá jamás mirarse ante el espejo porque allí se ven los grabados de la guerra de Goya, la mirada asesina del retrato del inquisidor Niño de Guevara, la bruma de las tinieblas del penúltimo «paseillo» antes del alba.
«España» no puede ni podrá jamás mirarse ante el espejo porque ese cóncavo cristal deforme es el producto de mil expolios, está empañado por manchas de sangre y fosas comunes anónimas.
«España» no puede ni podrá jamás mirarse ante el espejo porque sirve a un estado extranjero totalitario que ampara pederastas, donde el sectarismo destructivo del opus reina y ni hay justicia ni ley que no sirva al clerical-fascismo.
«España» no puede ni podrá jamás mirarse ante el espejo, porque aunque quisieran animar al zombi con un supuesto «himno andalusí» representa un engendro tan criminal al que no conseguirán jamás darle letra.
Y «España» no puede ni podrá jamás mirarse ante el espejo, porque aunque quiera lavarse la cara de sus crímenes de les humanidad con un premio o galardón, su barbarie nunca prescribirá ni podrá ser olvidada o perdonada.
¡Viva Al-Andalusia libre!