Rafa Rodríguez
La vía que hay que recorrer no es fácil, ni segura. Pero debe ser recorrida, y lo será.!
(Manifiesto Ventotene – Por una Europa libre y unida- redactado en junio de 1941 por Altiero Spinelli, Ernesto Rossi y Eugenio Colorni)
No es un tópico. Las elecciones europeas del 23 – 26 de mayo de 2019 (en España el 26 de mayo coincidiendo con municipales y muchas autonómicas) son las elecciones más importantes de su historia no solo para la propia UE sino para el mundo.
La ultraderecha siguiendo la estrategia de Trump y de los poderes económicos globales (PEG) quieren debilitar e incluso destruir a la UE, lo que provocaría un continente fragmentado, sin cohesión, sin papel en la escena internacional y sin futuro.
Es verdad que algunos de los pilares sobre los que se fundó la UE están obsoletos, aunque otros siguen vigentes como evitar que Europa sea de nuevo campo de batalla de nuevas guerras fratricidas. Además, la actual Unión Europea es producto de los acontecimientos y acuerdo que se produjeron a finales de los ochenta y principios de los noventa: Acta Única Europea, Plan Delors, Unificación Alemana, Tratado de Maastricht y crisis del Sistema Monetario Europeo, en pleno auge del neoliberalismo.
El neoliberalismo, en su conjunto, se ha trasformado en una ideología autoritaria tiene como uno de sus principales objetivos la destrucción del proyecto europeo y en particular del euro, atacándolo tanto desde dentro, mediante la conjunción de las políticas neoliberales, partidos y gobiernos autoritarios y la salida del Reino Unido, como desde el exterior, en un contexto de regresión democrática, en el que las grandes potencias o son no democráticas (China) o están tomando una orientación autocrática como Trump en EE.UU o Putin en Rusia, además de regímenes en los que se violan sistemáticamente los derechos humanos como Corea del Norte, Filipinas o Arabia Saudí.
La UE se encuentra actualmente rodeada y amenazas por conflictos militares y regímenes autoritarios: muchos Estados de la orilla sur del Mediterráneo atraviesan una severa crisis, la guerra de Siria, la agresión de Israel contra los territorios palestinos, el conflicto de Ucrania, el terrorismo del ISIS, los ciberataques, la deriva autoritaria de Turquía o el apoyo de la Rusia de Putin a los partidos y gobiernos ultraderechistas e incluso los intentos de alterar procesos electorales en su favor, implican un entorno muy complicado.
La ultraderecha está aprovechando los fallos de la UE sobre todo la debilidad institucional por la ausencia de democracia efectiva y de una estructura federal y la ausencia de políticas sociales en el contexto de las secuelas de la recesión, la desintegración de las clases medias, el miedo a la globalización y la revolución digital, las olas migratorias y las nuevas amenazas contra la seguridad.
Las políticas de austeridad y la ausencia de políticas migratorias solidarias y organizadas que encaucen los nuevos flujos han alimentado la deriva neofascista de muchos partidos que ya gobiernan en Europa o que tienen una importante representación parlamentaria. Los Estado y las instituciones comunitarias siguen imponiendo las mismas políticas de austeridad que ha generado la desafección de la ciudadanía.
Actualmente la UE es un objeto político no identificado. No sabemos cuál es la fórmula de integración a la que aspira. En más actúa como un organismo intergubernamental no como una unidad política. La UE tiene que tener un horizonte consensuado de hacia dónde quiere dirigirse si a una mera agrupación de intereses o a unidad de intereses, a una UE democrática y federal que construya un nuevo contrato social, verde y feminista, capaz de impulsar una nueva gobernanza global.
Está en riesgo no sólo más Europa, es decir la capacidad para ser un actor global con capacidad para transformar la dinámica del planeta, o menos Europa, que significaría desaparecer como un actor global relevante sino que está en riesgo la supervivencia del proyecto europeo.