Juan José Medina
Que sí, Europa, que ver en el telediario a un niño negro con su barriguita inflada y sus ojitos rodeados de moscas sabiendo que días o quizás horas después esté muerto, así como ver los cadáveres que deja un ataque en el conflicto de Sudán del Sur, te levantan el estómago y te quitan las ganas del potaje y su tocino. Pero ahora, Europa, lo tienes en tu puerta. Ya no tienes a un niño tristón y famélico que te mira a través del objetivo de una cámara de televisión, ahora ese niño te mira a los ojos delante de tus propias narices, y es tan complicado no mirarlo, ¿verdad? Y el cadáver de una guerra ya no está a miles de kilómetros, sino que debes tú mismo recogerlo de tus playas.
Y aun así, prefieres no verlo. Europa, perdona que te lo diga, pero eres una escrupulosa, una pusilánime y una pija hipócrita. No te basta con levantar vallas coronadas de concertinas por tus fronteras, ignorar aquel acuerdo de Schengen al que ahora tildarás de utópico, sino que incluso has pagado al malote del barrio feo para que no deje acercarse a ningún vecino suyo a tu escrupuloso, pusilánime y pijo barrio residencial.
Para colmo, el atentado al seno de tu incuria te ha exacerbado tu siempre latente xenofobia, y aprovechas para justificar tus inhumanas acciones desde el cinismo más ofensivo. Europa, si de algo puede servir esta tragedia es para abrirte los ojos al mundo de una vez y para que seas capaz de afrontar que las desgracias y las guerras ya no se pasan a salto de canal de televisión.