José Remón-desde Alemania
Cuando el tren con los residuos nucleares salió del centro de procesamiento de residuos de La Hague (Francia) en dirección al almacén provisional de Gorleben, le esperaban casi mil km. de odisea.
Conviene recordar que no existe todavía en el mundo un cementerio nuclear que sea definitivo, aunque parece que en España varios pueblos se disputan el honor de ser los primeros en tener almacenada más de 20.000 años la preciosa mercancía. Un amigo alemán me comentaba textualmente hace unos días cuando le contaba el interés de varios pueblos de la península en el cementerio nuclear, vaya ignorancia. Judas sería un angelito cuando vendió a Jesús por 30 monedas. Venden a varios cientos de generaciones por mucho menos.“
El movimiento antinuclear alemán, que desde que el gobierno socialdemócrata-verde diez años antes, decidiera el cierre de las centrales nucleares en un plazo medio de 20 años, se mostraba algo reposado ha resucitado.
La decisión de cristiano demócratas y liberales desde hace un año en el gobierno, de prolongar la vida de las centrales en un acuerdo con las compañías productoras a todas luces resultado del gran Loby con el que cuentan en Berlín ha desatado las iras no solamente de los ecologistas y verdes sino de la sociedad en general.
Desde este acuerdo, las encuestas sitúan a los dos partidos gobernantes, a pesar de la gran fuerza con la que la economía alemana ha salido de la crisis, en los niveles de intención de voto más bajos de su historia.
El tren Castor que tenía que haber llegado a su destino el domingo al mediodía, ha sido descargado el lunes ya muy avanzada la tarde y los camiones que tienen que llevar la mercancía nuclear en un recorrtido de 30 km. a su destino final en Gorleben todavía a martes por la mañana no han salido, ya que la policía todavía debe sacar de la carretera a los miles de demostrantes que la bloquean, a los tractores que impiden la circulación y a los activistas que se encuentran encadenados a bloques de cemento dentro de un grandísimo camión también atrancado en la carretera. A la entrada al almacén atómico esperan todavía otros miles de bloqueadores. Se espera que la policía consiga en las proximas horas retirar a los manifestantes y que al mediodía los camiones con los residuos nucleares lleguen a su destino.
50.000 demostrantes de todas las edades y condición social, dejaron el sábado claro a los partidos gobernantes que a la larga no se puede gobernar en un estado democrático contra la voluntad de la mayoría. El resultado es que el gobierno alemán negocia con Rusia el que futuros transportes Castor sean llevados a su territorio.
20.000 policías se han encargado de proteger al tren con el cargamento nuclear, con costes estimados de 25 millones de euros que han subido a 50 millones por la prolongación del transporte hasta el martes. Ahora discuten los estados federales sobre quién pagará la factura e incluso hay voces dentro del gobierno que piden que sea pagada por las compañías productoras de energía nuclear.
El sindicato de la policía ataca abiertamente al gobierno por tener a sus miembros en jornadas de trabajo de 20 y 30 horas con seis horas de descanso para dormir durante estos días.
Una nueva época se aproxima sobre la política alemana. El movimiento Stuttgart 21 con demostraciones de más de 70.000 personas contra la edificación de una nueva estación subterránea para la ciudad y ahora Gorleben, demuestran una nueva cultura política del pueblo, que no está dispuesto a aceptar el que los políticos gobiernen a espaldas de sus votantes.