No se ve mucho amor en esta unión carnal de cuerpos financieros. Porque una cosa es el amor y otra muy distinta que el índice de solvencia y morosidad te eche en los brazos de tu enemigo. Lo que se ve, digámoslo, es a la novia caminando sin convicción hacia el altar para entregar su virginidad a la competencia. Lo cual viene a indicarnos que el matrimonio no siempre es la fusión espiritual de dos almas y que, a veces, está animado por obligaciones terrenales u otros indicadores económicos. Así es la vida y así son, mayormente, las tripas de una entidad de ahorro por mucha singularidad y mucha caja con corazón. Dicho todo con el debido respeto.
Estamos ante un matrimonio de conveniencia. Casi de emergencia, diríase. Y eso, después de haber visto todo lo que hemos visto, y oído todo lo que hemos oído, no deja de ser una burla cruel del destino. No creíamos que el juego iba a acabar de esta manera tan prosaica, tan frívola, tan rematadamente materialista, pero a veces la providencia reserva a sus hijos pródigos parábolas difíciles de digerir.
Un alto cargo de la administración autonómica dijo ayer que estamos dando un paso de gigante hacia la gran caja. Seguramente. Y lo dijo con esa sonrisa de medio lado, de quien lleva unos cuantos años esperando a que caiga la fruta madura del árbol. Lo que no imaginábamos es que iba a ser precisamente la desposada quien iba a aporrear la puerta del pretendiente con el rimel corrido y un balance desbocado. Después de tantísimos años leyendo dividendos asombrosos y saldos de hipo, resulta desconcertante contemplar este castañazo olímpico. Una de dos: o no nos decían toda la verdad o los inspectores del Banco de España pasaban por Ronda de los Tejares a tomar café con churros. O por la cafetería Marta, para más señales.
Pero así es el mundo de la pasta: lleno de incógnitas y de fenómenos paranormales. Y aquí fenómenos paranormales ha habido unos cuantos en estas últimas décadas. Por ejemplo, algún enviado divino. O por ejemplo, esos extrañísimos compañeros de cama que durante años han sido la gente del politburó y la sotana. Con toda naturalidad. Para que luego se pongan en duda los nuevos modelos de familia.
Cajasur ha producido durante todo este tiempo toneladas de literatura subterránea, que es un dato bastante inquietante. Impropio de los tiempos que corren. Todo el mundo sabe que cuando el aire se vuelve irrespirable, las palabras se transmiten bajo tierra a la velocidad de la luz. Es lo que tiene la libertad, que siempre busca el sumidero y se cuela por las rendijas. Como el agua.
Y ahora, estos vientecillos de crisis se van a llevar por delante a esta entidad de ahorro singular. Francamente singular. Hay fusiones que matan. O que aniquilan. Como aquella que engulló a una tal Caja Provincial de Ahorros en una operación verdaderamente incomprensible. El pez grande se come al chico y así sucesivamente. Pero ya se sabe que la verdad de las cosas nunca traspasa las puertas del consejo de administración. Como en el caso que nos ocupa.
No es amor todo lo que reluce. Sino cálculo y balance financiero, que es parecido pero no es igual. Un matrimonio de conveniencia, ya digo, como tantos otros que se prodigan en este mundo de operaciones de alto riesgo y capitalizaciones en bolsa.
Artículo de Aristóteles Moreno, publicado en ABC Córdoba
La culpa no es de la Iglesia, sino de este gobierno de traidores a la democracia y sobre todo a la izquierda, que nos ha salido más nacionalcatólico que Franco.
La “izquierda” cordobesa ha sido la mayor colaboradora con la Iglesia del desastre Cajasur que es el desastre de Córdoba.
Hay que inevstigar lo que han hecho los Curas en Cajasur y el mangonéo que se han traido.
NO PUEDEN QUEDAR IMPUNES.