por José Luis Serrano
Ni por arriba ni por abajo están claras las fronteras de Andalucía. Por el sur, el paralelo 36 es un muro político y militar contra el que se estrellan o en el que se ahogan “gentes de luz que a las gentes almas humanas les dieron”. Los ciudadanos o están a este lado o están de aquel y los cuerpos no atraviesan los muros. Pero el paralelo 36 también es una membrana tenue que vibra y que se agita por los elementos del entorno. Como muro no deja pasar a las gentes de luz, pero como membrana translúcida de agua del Estrecho, deja pasar la luz de las gentes.
Por el norte, el paralelo 40, el que pasa por Madrid es también una frontera compleja de Andalucía. Más que frontera parece aspiradora: nuestros recursos materiales y humanos son absorbidos por ese extraño estado austriaco y borbónico, escurialense y napoleónico. Pero por la aspiradora no sólo suben nuestros jóvenes licenciados y nuestros impuestos, también sube nuestra luz. Ese estado de tan mala historia no puede usar como identidad a sus periferias del norte con sus estatutos y sus nacionalismos, tiene que vestirse con las ropas culturales del sur bético y tartésico, senequista pero ácrata, andalusí pero cofrade. De manera que España es Andalucía (y al contrario no está tan claro).
Y entre ambos paralelos esas gentes de luz de las que habla el himno: los andaluces. Una nación como un templo que nunca ha sido patria, sino matria; que nunca ha tenido estado ni ganas de tenerlo; vieja como el índalo, pero alegre como un baile; urbana como la polis griega, pero sin provincias. Sólo el estado tiene provincias y nosotros siempre hemos tenido problemas con los estados. Madrid quisiera ser París y tener ocho provincias al sur. Pero los andaluces vamos por la historia dando almas humanas a las gentes, y el alma puede tener regiones, comarcas, ciudades, habitaciones oscuras o salas luminosas donde baila el corazón, pero el alma no tiene provincias, término triste y administrativo, napoleónico y escurialense. Gentes de Sevilla, que no es lo mismo que ser de Jerez, gentes de Algeciras que no es lo mismo que Cádiz, andaluces de Jaén, o como dijo Federico en correcto catalán: andaluces del reino de Granada.
Si oímos a alguien que niega su condición de andaluz, porque -por ejemplo- es de Málaga, entonces escuchamos la prueba de que esa persona es andaluza, porque a los elementos constitutivos de lo andaluz pertenece la fortísima personalidad identitaria de las ciudades. Y para qué vamos a hablar de Cartago Nova o de Emérita Augusta, ciudades andaluzas que a nadie le preocupa que puedan caer en el partido judicial de Cantabria. Por nosotros como si se independiza La Rioja. Los andalusíes se referían a todo lo que hubiera al norte del Duero como “reinos sin ciudades ni estatuas”. Ya éramos polis cuando en el planeta había más rebaños que ciudades. Y por eso nos gusta la política, lo público aunque tengamos tantos problemas con lo estatal, que no es lo mismo.
Ayer presentamos en Granada www.paralelo36.org , una revista digital de pensamiento político andaluz. Un centenar de gentes de luz hemos hecho una revista para hablar sobre las cifras de paro; sobre la renta social básica que nos gusta porque es pública, pero no estatal; sobre cómo podemos cambiar las diputaciones provinciales para convertirlas en ciudades y comarcas de nuestra alma; sobre la crisis diferencial; sobre la identidad que es lo que somos y lo que no somos. Ninguna teoría sin acción, decían nuestros viejos luchadores republicanos, pero tampoco ningún activismo sin teoría, añadimos nosotros. La teoría es iluminar y contar lo que hacemos y a los andaluces nos preocupa menos la vida que cómo contarla, nos gusta más la luz demoledora del Cabo de Gata que el ronroneo insidioso de las cañerías del estado. Ha sonado la hora del pensamiento y la teoría. Tarde o temprano sonará la hora de la política.
¿Ningún activismo sin teoría?. Puede que algún partido se haya quedado “desteorizado”, que es como decir que se ha convertido en un maniquí de escaparate, vestido, además, con esa ropa que llaman de fuera de temporada. Estoy de acuerdo con usted: sin teoría, sin ideología, corre uno el peligro de mirarse un día y ver que solo se ha defendido lo que ya quedado convertido en una moda venida a menos. El siguiente podría ser un caso para ilustrar lo que digo : http://www.europapress.es/00279/20080317134432/ortega-no-entendio-proceso-unidad-pa-psa-pide-reflexion-declaracion-ideologica-proyecto.html
No es el caso de Los Verdes, donde activismo y teoría van felizmente de la mano y se refuerzan mutuamente. Por ponerle un ejemplo de teoría «Ecología política: génesis, teoría y praxis de la ideología verde» http://www.bakeaz.org/es/publicaciones/mostrar/102-ecologia-politic
Y otro ejemplo de práctica (fíjese lo que pasaba cuando Los Verdes estábamos en el Parlamento Andaluz): “La polémica estuvo servida desde primera hora de la mañana porque, como adelantó este periódico, la diputada de Los Verdes adscrita al grupo socialista, Inmaculada Gálvez, amenazó con pasarse al Grupo Mixto si el PSOE le obligaba a acatar la pretensión de sus socios del PA de excluir al sector turístico de la relación de actividades económicas que se gravarán por perjudicar al medio ambiente. De una reunión convocada a toda prisa por el PSOE, que veía peligrar su mayoría en la Cámara, salió claramente una vencedora y un vencido: Gálvez logró su propósito y el PA, representado por el diputado Ildefonso Dell’Olmo, tuvo que conformarse con que se dulcificasen algunas expresiones en el dictamen y con las burlas de algunos miembros de la Comisión de Medio Ambiente, fue el caso del portavoz de IU, Antonio Romero ante su negativa a reconocer que había perdido la partida”. http://listas.losverdesdeandalucia.org/lista/e-boletin/archivo/indice/83/msg/110/
Le deseo, sinceramente, don José Luis, que usted se ilumine bien.
Rosa Haynes. De la Asamblea de Los Verdes de Sevilla