Se puede abordar este problema desde varios puntos de vista, pero hay uno básico: el mensaje del electorado, que ha sido clarísimo en lo que se refiere a Izquierda Unida, a la cual ha colocado con una clara responsabilidad de gobierno. Dentro de cuatro años, puede que antes, esa responsabilidad saldrá a colación en los debates pre-electorales. Esa responsabilidad se puede afrontar de varias maneras, obviamente, pero todas ellas en el área de las decisiones, de las soluciones; en esta ocasión, Izquierda Unida está en la ponencia, no en el patio de butacas. Tan es así, que en esta legislatura la abstención en cualquier tema por parte del grupo parlamentario de IULV-CA equivale a darle su voto al PP, como partido más votado.
Algunos dicen que no hay dinero, que los presupuestos actuales no son los nuestros, que las políticas de izquierdas necesitan dinero para salir adelante, que estamos en tiempos de recortes y no hay que responsabilizarse de ellos…Pero ¿no era esa la situación que tenían ante sí los actuales alcaldes de IU cuando se presentaron a las elecciones? ¿Acaso no están gestionando muchos de ellos los presupuestos que les vienen impuestos por políticas anteriores a su llegada y con las arcas municipales peor que vacías? Pero nadie les dijo que no se presentaran a las elecciones o que no hicieran nada por ganarlas ¿Osaría alguien decirle a Pepe Chamizo que deje de gestionar quejas del pueblo andaluz y que se vaya un par de años de vacaciones, a ver si a su vuelta hay fondos para solucionar los problemas de los andaluces?
La situación financiera o económica no puede ser un argumento para no asumir responsabilidades de gobierno, sino al contrario, para asumirlos. Y fijar para más adelante, ya avanzada la legislatura, el momento de entrada en un gobierno de coalición, equivale a decir “entraremos cuando las cosas sean más fáciles”.
Para cubrir este camino, las preocupaciones de IU deben de ir por otros derroteros: explorar desde ahora los límites y planteamientos políticos del PSOE andaluz, dialogar en clave de proyecto de futuro con el conjunto de la izquierda andaluza y consultar a su militancia, sobre todo en caso de coalición de gobierno. Además, la dirección política de IU tiene que avanzar con el máximo consenso posible en todos los pasos que vaya dando.
Izquierda Unida tiene ante sí la mejor oportunidad para demostrar su valía política y social y su utilidad para el pueblo andaluz. También es una oportunidad para contribuir a la formación de un nuevo bloque progresista y de izquierdas, que traspasa las fronteras de su propio electorado. Los resultados de estas elecciones autonómicas han ilusionado a mucha gente y no sólo a la base orgánica y social de Izquierda Unida, sino también a su entorno, formado por sectores sindicales, intelectuales y profesionales que conocían la gravedad y el alcance de lo que se decidía el 25 de marzo. Pero el poder estimulante de los resultados ha ido más allá, llegando incluso a personas que han defendido otras opciones electorales dentro del campo de la izquierda y que no han obtenido representación parlamentaria. Muchas de estas personas, después de la lógica decepción, ven en el voto a Izquierda Unida una gran oportunidad para detener el avance de las políticas neoliberales, centralistas y agresivas contra el medioambiente del Gobierno Rajoy, así como para reformar la administración andaluza, eliminando las prácticas indeseables que han anidado en ellas desde hace tiempo. La lucha contra la corrupción puede estar de enhorabuena después de estas elecciones, así como la dignificación de la política, la transparencia y los controles democráticos. Todo depende de la lectura de los resultados que hagan el PSOE e Izquierda Unida.
Pero más allá de todo ello, la izquierda andaluza ha visto que es posible obtener algunas victorias en medio de este mundo resignado al dictado de “los mercados” y de sus máximos gestores patrios, instalados en el Consejo de Ministros. Esa esperanza hay que organizarla, sin despreciar ni un gramo de la fuerza que se pueda obtener de ella.
Antonio Luís Girón
De acuerdo contigo, amigo Antonio. Sólo espero que si esta ocasión se desaprovecha, que no sea por culpa nuestra y que hayamos aprendido algunas lecciones (al menos en el sentido de lo que no se debe hacer jamás). Por lo demás, creo que hay que arriesgarse y aceptar la apuesta que los andaluces han hecho por nosotros. Es la hora de mojarse, porque la orilla está llena de sombrillas azules bajo las que no nos conviene estar.