José Luis Serrano
La guerra había comenzado cuatro años antes y aún duraría ocho más. Todas las ciudades del Ándalus buscaban protección. Desde la era de Tartessos, fuimos un pueblo de ciudades y estatuas, nunca de guerreros.
Sólo Zaragoza y Sevilla supieron organizar sus propios ejércitos andalusíes. Las demás buscaron mercenarios: Almería llamó a los vascos de Jairan, Málaga, Jaén y Elvira a los bereberes de Zawi. A la altura de abril, las tropas moras aparecieron por el camino de Córdoba. Acamparon en la vega frente a la medina de Elvira y enseguida comenzaron a negociar con los notables su entrada en la ciudad. Se harían cargo de la defensa, pero querían a cambio tierras y honores.
Cuesta poco imaginar a Zawi como un hombre de aspecto cruel, con una cara inexpresiva si no triste. Había renunciado dos veces al virreinato en África. Había destruido Medina Azahara y encendido la mecha de la guerra civil que acabó con Al Ándalus. Había entregado 177 fortalezas al comes de Castilia. Tenía 53 años, no era de aquí, era un bereber de las montañas, soñaba con volver.
Además, sobre todo y no sólo por razones militares, Zawi Zirí tomó una decisión que nos cambió la historia. Ordenó desmontar casa por casa la ciudad íbera, romana y goda de Elvira para refundarla una legua más acá. Desde la segunda destrucción del templo de Jerusalén en el siglo I, en el camino entre Córdoba y Pechina o Almería, había una pequeña ciudad llamada Ger Anat, campamento de los refugiados en lengua hebrea, o gruta de la diosa Anat en la fenicia. A diferencia de Medina Elvira que nunca funcionó bien como urbe, el enclave judío era próspero y cívico. Tenía una alcazaba pequeña, las Torres Bermejas, y un círculo de murallas que bajaban hasta el punto donde se unen el Dauro y el Genil. Sin embargo, el comercio de la seda se hacía extramuros, en pleno camino de Córdoba, en el Zacatín. La sinagoga, con su clepsidra zodiacal de los doce leones que eran las doce tribus de Israel, quedaba dentro, donde después estuvo la Capitanía General.
Zawi mandó construir su alcazaba en la colina más próxima a Garnata la judía. Su palacio podemos imaginarlo en donde después estuvo el de Dar al-Horra, su muralla iba desde la Plaza Larga hasta el arco de Elvira y desde allí, dejando espacio para la nueva mezquita, hasta la sinagoga. Instaló a los zenetes por bajo de la alcazaba, trajo el agua desde la Fuente de las Lágrimas, concertó matrimonios con bizantinas y judías, dejó aquí a su primera esposa, la legendaria reina Kahina, y se fue a morirse a su alcazaba de Achir, cerca de Argel.
Y aquí nos dejó, convertidos en ciudad: retorcidos como bizantinos, cabezotas como godos, malhumorados como judíos. Han pasado mil años y, al menos otras dos guerras civiles tan crueles como aquella que nos fundó. El expresidente Chaves dijo en su día que deberíamos celebrar todo esto, conmemorar en 2013 el primer milenio de la fundación. Aparte minucias, la propuesta emociona. Ya era hora de que alguien le diese a esta ciudad la oportunidad de celebrar su verdadero pasado, lo que de verdad somos: la decisión de una tarde de primavera de 1013.
Graffiti del Niño de las Pinturas en Granada. Foto de Tono Cano/SecretOlivo
(Artículo de sumo interés que ha muchos les hará recordar al llamado «Papa de Hitler», Pío XII, el cual al tiempo que instaba a los fieles católicos a ayudar al esfuerzo armamentista de los facciosos golpistas españoles, denominaba lirteralmente al bombardeo masivo, sin precedentes en su intensidad, contra las posiciones republicanas del frente del Ebro: «medios de protección y salvación». Tras leerlo entenderemos aquello de «Roma no paga traidores», sólo quiere fieles perros. Los que antaño se aliaron con castellanos papistas contra sus hermanos andalusíes ved el premio que finalmente recibieron. Pero será más fácil censurarlo y para que a los Pueblos que no conozcan su Historia les sea más fácil repetirla, hasta que finalmente tanta estulticia provoque que deje de haber para todos un mañana…)
«¿Cuánto costó la guerra de Granada?
De la primera institución de la que se echó mano fue de la Iglesia. Los Reyes Católicos consiguieron que el Papa Sixto IV en 1479 considerara aquella campaña como una Cruzada contra los infieles y por eso otorgó una bula especial
Documento con fecha lunes, 09 de enero de 2012. Publicado el lunes, 09 de enero de 2012.
Autor: José Luis Delgado.Fuente: Granada Hoy.
Lo que cuesta una guerra es incalculable. A pesar de las dificultades con las que los investigadores tropiezan para calcular el costo de una guerra referido a los aspectos económicos y no a otros, los estudios más precisos aventuran que los gastos en metálico que la Corona de Castilla efectuó para llevar a cabo la Guerra de Granada, que duró nada menos que diez años, de 1482 a 1492, se aproximan a los mil millones de maravedíes; cantidad que ella sola no podía sufragar, por lo que tuvo que recurrir a medios extraordinarios a base de bulas, préstamos y donaciones.
De la primera institución de la que se echó mano fue de la Iglesia. Los Reyes Católicos consiguieron que el Papa Sixto IV en 1479 considerara aquella campaña como una Cruzada contra los infieles y por eso otorgó una bula especial mediante la cual se recogían sustanciosas limosnas del pueblo a cambio de prebendas espirituales, después de que se fuera pregonando por toda Castilla, Aragón y Navarra la necesidad que había de acabar con «los moros, enemigos de la fe».
Oradores especializados iban por los pueblos, calles y plazas predicando los beneficios espirituales que la bula de esta Cruzada otorgaba a los que aportaran su colaboración económica o su participación como combatientes: absolución de los pecados, indulgencia plenaria, exención de ayunos, descanso dominical a los combatientes, etc. Los soldados que querían participar obtenían su «cruz» de cruzado por solo dos maravedíes con lo que suponían un trato especial espiritual si morían en la guerra contra el infiel.
Otra importante donación vino de los ingresos que los Trinitarios obtenían para rescatar a los cautivos apresados por los turcos; ahora tales donativos fueron desviados para la Guerra de Granada.
Otro de los recursos fue la llamada «décima»; consistía en que todos los estamentos de la Iglesia tendrían que contribuir con la décima parte de todas sus rentas. Además estuvieron las importantes aportaciones de las tres grandes Órdenes Militares, Santiago, Alcántara y Calatrava. Mucho le debían por lo tanto los Reyes Católicos a la Iglesia; tanto que el propio Papa reclamó luego la tercera parte de lo recaudado para hacer frente a la guerra contra los turcos, que era la otra amenaza que la cristiandad sufría por oriente y el Mediterráneo.
Otro medio de allegar fondos fueron los préstamos que se obligaba dar a los nobles, los profesionales bien situados, mercaderes extranjeros y algunas instituciones como La Mesta. Los nobles que más contribuyeron fueron el Duque de Medina Sidonia y el Conde de Benavente.
Pero luego había que devolver lo prestado con un 10% de interés o conceder a cambio tierras conquistadas a los granadinos. Así por ejemplo, Montefrío fue entregada a Don Alonso Fernández de Córdoba, señor de la Casa de Aguilar, a cambio de 7.000.000 de maravedíes de préstamo. Por eso se formaron los latifundios andaluces en manos de unos pocos.
Tampoco se escaparon de pagar las comunidades hebreas y mudéjares castellanas. Los comerciantes judíos tuvieron que aportar dinero para la guerra, unos 50 millones en total; aunque a ellos maldita la gracia que les hacía porque ya pagaban un impuesto especial a la Corona, pero ésta le impuso una contribución extraordinaria y tuvieron que aceptar a la fuerza.
Todo esto, unido al botín conseguido a costa de los granadinos a medida que se iba conquistando el Reino nazarita, fue suficiente para ir costeando una larguísima guerra que, según dicen los historiadores, fue la última medieval y la primera moderna.
Aunque a mí me parecen que todas las guerras son bastante medievales y debieran ser prehistóricas o libradas solo por los jefes en un ring de boxeo. Y los segundos fuera».
EXHORTO FINAL: Cuando Jerónimo Munzer, el viajero alemán recorrió el antiguo reino de Granada, recién rendido por Boabdil con aquellas Capitulaciones traicionadas, le pareció que estaba en el paraíso, tal y como vio la maravillosa y fecunda administración de las tierras de labor y sus numerosísimas industrias. Por el contrario, ved lo que nos hemos ganado ha pulso consintiendo tantos desafueros e injusticias de la hez clericalfascista rojiparda. Si ha esto ha llegado la capital del imperio, Madrid, ¿qué nos espera a las colonias?:
http://www.youtube.com/watch?v=4F-CQpQJnZo
¿Habéis comprobado como a los Pueblos colonizados nos cuentan ¡¡¡¿¿¿nuestra propia Historia???!!! al gusto de los colonizadores, para mejor servir a sus propósitos?. No tienen escrúpulo, así, en proyectar sus prejuicios en el pasado desde una visión etnocéntrica actual, en hacer paralelismos entre «reconquistas» de Oriente y cruzadas de occidente que no tienen nada que ver salvo por sus bulas papales para forrarse a costa de infelices, groseras extrapolaciones impuestas por docentes perrunos convertidos en propagandistas a sueldo, subterfugios mil para justificar genocidios o expolios por parte del cínico e hipócrita naZionali$mo expañol…
Sí, la Historia prohibida, maldita por clérigos tenebreros, que siempre nos han ocultado y que como un rayo de luz, al alba, desgarra la más negra y larga noche:
capitulo I http://www.youtube.com/watch?v=-XjTtU_SFo8
capitulo II http://www.youtube.com/watch?v=2wXR6aErkf0
capitulo III http://www.youtube.com/watch?v=kfm968mnJEM
capitulo IV http://www.youtube.com/watch?v=09riSEJXbII
¿¡Qué que vamos a celebrar…!? ¿El milenario de la traición de aquellos secesionistas nazaríes al resto de sus hermanos de Al-Andalus, pactando con los castellanos? La Historia ha dejado escrita en piedra, sobre la Alhambra en que quedó su inmensa vanidad de «victoriosos»: Ua la galiba il-la Allah, no hay más vencedor que Allah, se lee en su palacio, antaño soberbio y hoy museo de turistas. De aquellos nazaríes no queda ya ni el polvo de sus huesos.
Sin embargo mienten los que dicen que nuestra tierra no ha dado firmes defensores de su patria. Recordemos a algunos con orgullo. Al alpujarreño Kolka, guerrillero enfrentado contra los romanos que jamás conoció la derrota. Estepa, la Numancia andaluza, donde sus últimos valedores, antes que morir esclavos bajo el yugo de Roma, decidieron suicidarse en masa y quemar todo botín de guerra. El simpar gobernador o wali de Córdoba, el pedrocheño Abderrahmán al Gafequi, el cual atravesando los pirineos y derrotando a los francos en todo el mediodía galo, daría a su caballo de beber agua del río Loira, al norte de Francia, llevando la antigua marca visigoda hasta su frontera natural. Al rondeño Omar ben Hafsun, cristiano mozárabe enfrentado al emir Abderrahmán III por no tolerar dependencia alguna de Damasco, siquiera nominal. La proclamación del califato independiente le haría morir, invicto, de viejo. Al terrible andalusí de Torrox, Almanzor, también invicto. Hace poco más de mil años los bárbaros señores feudales y señoríos eclesiásticos creyeron que el gran estratega anunciaba el fin del mundo.
Y entre muchísimos otros héroes -monfíes, maquis, etc- debemos destacar tal vez al mayor, por la desproporción de su lucha contra el tirano Felipe II. Cuando ante el olivo de Narila (nuestro árbol de Guernica), el alpujarreño Fernando de Válor y Córdoba decidió morir con su verdadero nombre de Muhammad ben Omeya o el Aben Humeya de las crónicas, Las primeras derrotas de los hasta entonces invencible «tercios» fueron en las sierras de la axerquía malagueña, de la Alpujarra o de los Filabres almerienses, sin olvidar a la irreductible Murcia, al oriente andalusí. Casi tres años resistiría la nueva Al-Andalus que el fundara, cerca de un siglo después de caído por su cobardía y corrupción el reino nazarí. La república española con el apoyo de la URSS y disponer de la mayor parte de las ciudades y fábricas, no conseguiría llegar mucho más allá de ese período en el tiempo, en el que se harían inmortales nuestros mártires moriscos andaluces. Para encima tener que soportar que pidan para ellos ¡¿el premio «príncipe de Asturias»?!, que representa el mismo esperpento que si se pidiera para los represaliados por la dictadura de el carnicero de El Ferrol el premio de la «funcación Francisco Franco».
Y, por último, cuando nos insultéis desvergonzadamente hablando de «bereberes» o bárbaros, os recuerdo y así lo haré hasta mi último aliento que nuestro Pueblo de las Dos Orillas, como decía nuestro sabio guerrero asesinado Ahmed Infante Pérez de Vargas (Padre de la Patria que en el fondo despreciáis), es EL PUEBLO DE LOS HOMBRES LIBRES o AMASIGH, nuestra Al-Andalusía amada.
Por último, no es extraño que el ex-presidente ceutí Chaves que con chistera y frac de payaso en 1992 alzara el pendón castellano el 2 de enero desde el balcón del ayuntamiento de Granada, invite a la celebración secesionista del los nazaríes que supondría el principio del fin. El «divide y vencerás» es su divisa, la hipocresía su insignia, la corrupción su enseña: santa trinidad nacionalcatolicista emblema de su fascismo crónico e incurable.
De nada José Luís Serrano, hasta tus próximos sentimentaloides párrafos de poetastro. Como ves no todos los andaluces, como crees, somos parias analfabetos. A muchos incluso nos gusta despachar a presuntuosos mamarrachos.
Ah, y no olvides que de vuestro infame 2013 cristiano solapado, «el trece» seguro que os va a traer la peor de las fortunas.
Nota.- Por suerte no todos comulgan con las ruedas de molino de la alienante «historia» oficial. Os invitamos a ver una Historia de «las cruzadas» vista desde la perspectiva de los Pueblos del lugar por donde sale el sol. ¡Qué os aproveche! En especial a mi amigo, desde nuestras diferencias, Tono Cano. Un abrazo, hermano.
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