El proyecto europeísta se construyó sobre dos promesas: democracia y bienestar social. Por el contrario la construcción económica , especialmente la monetaria, de la UE se ha basado en desmontar y en desmentir estas dos promesas. La colonización neoliberal de las instituciones europeas en estos últimos treinta años ha sido brutal; los enemigos de todo lo que Europa representaba habían tomado el mando de la nave de forma silenciosa y sigilosa. Aprovecharon los déficit democráticos, la inexistencia de una constitución política y un diseño del Euro irracional. Evidentemente todo esto fue posible porque los gobiernos nacionales estuvieron controlados por las elites neoliberales conservadoras o por una socialdemocracia en crisis e inmersa en las derivas del socialismo liberal de González o Blair.
El punto de contradicción máxima entre la retórica europeísta y las políticas reales de las instituciones comunitarias se ha localizado en la colación entre la crisis económica del 2007 y los graves errores de diseño de la zona euro. La trampa de la deuda motivada por una política de crédito enloquecida ha sido usada políticamente como un objeto ejemplar donde verificar el giro neoliberal definitivo de la Unión Europea. Grecia ha sido el juguete roto ideal para ejecutar este giro; un modelo disciplinización social y política del resto de la unión, especialmente de los países periféricos como España. La dimensión económica de la deuda griega no explica la estrategia de la troika sino no se entiende esa estrategia en clave política de desconstrucción del modelo europeo.
La ambigua posición de la administración de Obama ante el referéndum griego hay que interpretarla en clave geopolítica interna dentro del bloque neoliberal, en la pugna por el control y la hegemonía en el bloque neoliberal. Y en la diversidad de respuestas económicas y políticas a la crisis que ha enfrentado al austericidio prusiano y a los estímulos monetarios de la demanda de la administración demócrata norteamericana. De ahí las contradicciones en el FMI que tan bien ha sabido aprovechar, y aprovechará en un futuro inmediato, el gobierno griego.
El masivo “no” del pueblo griego ha rescatado el relato de la crisis y de la deuda de los nebulosos y falsos criterios tecnocráticos, que tanto gustan a los burócratas europeos ; y lo ha devuelto al territorio político de la democracia. No cumplirán sus amenazas de expulsión del euro de Grecia porque esto no es un club ,como dice el imbécil de Rajoy , sino un proyecto político de ocupación de Europa por parte del califato neoliberal universal, donde el proyecto europeo sobra y estorba. Se ha ganado una batalla decisiva , tan bella como la de las Termópilas y con un futuro tan incierto como aquella, pero quedan otras muchas, la próxima la veremos en el Estado español. Pero de momento en Grecia se ha demostrado que cuando la gente vota libremente, vota masivamente por Europa y no por su destrucción.