Francisco Garrido.No es fácil decir algo bueno de Gustavo Bueno, ni en la hora de su muerte y sin embargo ese algo “bueno” existe y es mucho lo que se puede decir. Pocos saben que Gustavo gastaba pistola y eso no es una “metáfora” , se lo oi decir una tarde a Javier Mugüerza en Granada.; era un filósofo armado siempre dispuesto al combate.
Para el no había temas filosóficos o superiores y cuestiones secundarios; lo filosófico no era el tema sino la mirada, el abordaje. Dijo y escribió muchas, muchísimas cosas y por eso dijo y escribió muchísimas tonterías, sandeces, alguna de ellas criminales y abiertamente fascista como aquello de la eutanasia involuntaria par los terroristas , o lo de lo de meter los tanques en Barcelona. Pero a otras mucha otras cosas yo le daría. como en el Facebook, al “Me gusta” .
¿Cuales? Era de una erudito brutal , casi sin fronteras, dijo la verdad sobre Aranguren (que era tonto), le escuche decir (año 1985) que sin la URSS todo el emporio académico del marxismo se vendría abajo (y se vino, el pensaba que era la iglesia la que sostenía al cristianismo, y no al revés), nos hizo ver que no había que confundir capitalismo con civilización (hablando de antropología), o el origen zoológico de la religión (en el Animal Divino), su teoría de la ciencia del cierre categorial merece la pena aunque sea solo por la ambición de sistema que tiene (en un país donde la filosofía aspira solo a a ser periodismo deportivo). En la pelea con Sacristán sobre el papel de la filosofía en los estudios superiores, mostro el musculo que deben de tener los debates, aunque yo sigo estando con la posición de Sacristan. Creó y mantuvo El Basilisco , una revista que como su persona, anudaba genialidad, erudición y un infantil sectarismo de acero.
Ese hombre pequeño , subido de hombros, que hablaba como si tuviera disponible tantos argumentos que no supiera cual de ellos elegir; era un torbellino de ideas cargadas de entusiasmo. La mala leche de este filósofo armado era discutible. En una ocasión tuve que hacer de cómplice suyo, junto con José Luis Serrano. Estábamos en una Semana de Filosofía Gallega en Pontevedra, Bueno había pedido una tortilla de espinacas que tenía prohibido comer, por su médico y su mujer, a la adoraba, nosotros nos hicimos cargo de la tortilla. Leo ahora que ha muerto dos días después de la muerte de esa mujer que le prohibía las tortillas de espinacas. Genial y compasivo es el pensamiento.