(La Vanguardia)
El poeta, dramaturgo y ensayista Agustín García Calvo ha fallecido a los 87 años.
El escritor, filósofo y traductor Agustín García Calvo, tres veces Premio Nacional, de Ensayo en 1990, de Literatura Dramática en 1999 y de Traducción al conjunto de su obra en 2006, ha fallecido hoy, han informado a Efe fuentes municipales y funerarias de Zamora, su localidad natal.
Nacido en diciembre de 1926, se doctoró en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca, donde ejerció como profesor de Latín, fue catedrático de instituto y obtuvo también la cátedra de Filología Latina en la Universidad de Sevilla.
Fue uno de los catedráticos perseguidos por el régimen franquista y, debido a las revueltas estudiantiles de febrero de 1965, fue apartado de la cátedra.
Además, el escritor ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura Dramática en 1999 por La Baraja del Rey don Pedro y con el Premio Nacional al conjunto de la obra de un traductor en 2006.
Sus obras más destacadas en el ámbito del pensamiento son Lecturas presocráticas, Lecturas presocráticas II. Razón común. Edición crítica, ordenación, traducción y comentario de los restos del libro de Heráclito, Contra el tiempo y De Dios y Contra la Realidad, aunque también escribió otras obras centradas en la poesía, artículos y colaboraciones con los medios de comunicación.
En relación con su obra teatral habría que destacar Rey de una hora; Tres farsas trágicas y una danza titánica; Pasión. Farsa trágica; La rana y el alacrán o Loco de Amor.
Finalmente, entre sus trabajos también está el encargo que recibió del primer presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, para escribir el Himno de la Comunidad, por el precio simbólico de una peseta. Agustín García Calvo fue un escritor reconocido a nivel provincial, regional y nacional, con discípulos como Fernando Savater.
Un intelectual en constante rebeldía
Muchos de sus trabajos los publicó en sus propias editoriales, Lumia y Lucina, cuya sede estaba en la gran casa en la que vivía, en el casco histórico de Zamora, en la Rúa de los Notarios.
En 1993 protagonizó uno de los episodios más polémicos y conocidos de su vida, al tener que afrontar una sanción de Hacienda de 10,5 millones de pesetas por no haber hecho nunca la declaración de la renta de las personas físicas y por no declarar los ingresos de la subvención que empleó para restaurar el caserón que poseía en Zamora.
García Calvo difundió entonces anuncios en la prensa nacional para pedir ayuda a «aquellos que pudieran ser usuarios de las cosas que publico y tener algún agradecimiento».
Ese mismo año, García Calvo pagó su deuda con la Agencia Tributaria, después de negociar con un banco la financiación de seis millones de pesetas, mientras el resto, cuatro millones y medio, los consiguió a través de unas 200 donaciones particulares.
Una de las últimas obras en las que participó indirectamente fue el documental realizado por Basilio Martín Patino sobre el movimiento de indignados del 15M, y que utilizó el nombre de uno de sus poemas, Libre te quiero, para dar título a una cinta que se ha presentado en la sección Tiempo de Historia de la última edición de la Seminci.
A Agustín García Calvo nunca le gustaron los homenajes, ni propios ni ajenos, algo que demostró en 1998, cuando se manifestó contrario a los homenajes que se realizaban para conmemorar el centenario del nacimiento de Federico García Lorca, porque significan «la sumisión de lo que puede haber de vivo en las palabras».
Ahora su legado queda reflejado precisamente en eso, en la vitalidad que guarda su obra y su pensamiento, en la vitalidad de sus palabras.