@joseigs_ | Tenemos por delante la tarea de transformar Andalucía articulando un sujeto político que vislumbre ese partido-movimiento del que tanto hemos hablado. Una de las tareas para articularlo será construir un discurso que sea capaz de combinar amplitud y capacidad de transformación real, ahuyentando los fantasmas tanto de convertirnos en una fuerza minoritaria con un buen diagnóstico y sin capacidad de cambio, como de normalizarnos como un recambio dentro del régimen.
A la luz de todas las celebraciones del 40 aniversario del 4D, me surgen algunas dudas sobre los límites del discurso planteado. Con este texto pretendo aportar algunas ideas y nuevas aportaciones al debate iniciado por los compañeros Cristian García[1] y Juan M. Matas[2] en sendos artículos.
Antes aclaro que parto de una premisa: la construcción de discurso es sólo una de las tareas para la creación de ese sujeto. Más importante que ello será dedicar esfuerzos y recursos a alumbrar donde haya una injusticia para convertirla en movilización ciudadana. El discurso no se da nunca en un plano alejado de la realidad material ni de los conflictos políticos y sociales ni performa dicha realidad a su antojo. La relación entre ambos planos será siempre dialéctica y no hay varitas mágicas.
Algunos límites del discurso andalucista actual
Hasta ahora el discurso andalucista de Podemos Andalucía se ha basado en dos ejes principales:
Por un lado, expresar demandas o déficits socioeconómicos y políticos de Andalucía. Era nuestra obligación denunciar y describir una Andalucía con una situación socioeconómica límite y en la que no hay indicador que no muestre una brecha cada vez más amplia con el resto del Estado. Cuanto más en un periodo en el que amplias capas de la población se han movilizado de manera fortísima. Pero una vez este ciclo ha decaído y la población movilizada vuelve a ser una vanguardia (sin la cual, no olvidemos, no se cambia el mundo) nuestro discurso aparece ante grandes capas de la población como un discurso que no aporta nada nuevo. La gente sabe que hay recortes, sabe que el PSOE es corrupto y sabe que somos los y las más pobres de España. Pero eso no basta. Esto es condición necesaria, pero no suficiente.
Por otro lado, el segundo eje de nuestro discurso andaluz se ha basado en recoger el legado de movilizaciones andalucistas del periodo de la Transición, como hechos fundacionales de un andalucismo contemporáneo. A mí personalmente me emociona todo lo que rodea a esta época, pero creo que presenta algunos límites políticos claros:
La población de 40 años hacia abajo (no olvidemos, el sector con más apertura al cambio) bien no conoce los elementos principales del andalucismo del periodo 77 al 80 o bien no se siente identificada con ellos. Para un sector importantísimo de la población los elementos como el 4 de diciembre, Carlos Cano, las demandas de reforma agraria, el estatuto de Autonomía o las demandas jornaleras, entre otros, son elementos antiguos que no les son propios ni le aportan nada.
Además, para un sector importante de gente estos son los hechos fundacionales de un Estado de las Autonomías que ven como parte del problema del estado de las cosas. Si nosotros nos basamos en ello es posible que la “regeneración” centralista conservadora sea capaz de canalizar sus demandas.
Cuatro propuestas para la construcción de nuestro discurso
Creo que en un momento en el que está en juego ver si la crisis de régimen se cierra con un acuerdo por arriba y la pérdida de derechos, no debemos ser conservadores ni acomodarnos en el rincón del tablero, hay que poner toda la carne en el asador para tratar de ampliar el espacio. Al menos que no sea porque no nos arriesgamos. Planteo aquí algunas propuestas:
a) Una fuerza 100% andaluza. Una fuerza cuyo telón de fondo y práctica se centre en Andalucía. Hasta ahora Podemos, a nuestro pesar, ha aparecido bien como una delegación de las decisiones de Madrid, o bien como una fuerza que supeditaba toda su línea política a sus intereses partidistas en Cataluña. Sé que no es del todo cierto, pero es la imagen que desgraciadamente hemos proyectado hasta en nuestro logo. Un sujeto político que pretende transformar Andalucía debería hablar desde Andalucía, lo que no implica usar constantemente lo territorial como centro de su política. Una fuerza que, en el fondo, hable de soberanía en términos sociales, ambientales, laborales, económicos y feministas pero que invente nuevos términos que no estén asociados a un debate territorial. Una fuerza 100% andaluza, pero no andalucista ni nacionalista; habrá que inventar otras palabras. Se trata de hablar de Andalucía y desde Andalucía, pero que ni por asomo eso sea la respuesta ni el refugio ante la tormenta catalana. La mayoría de andaluces, según la EGOPA, se sienten como tal, pero ese sentimiento andaluz no es oposición al sentimiento español.
b) Hay que inventar un nuevo discurso cultural andaluz y estamos en un buen momento para ello. Desde hace unos años hay un tímido repunte de un andalucismo cultural y nosotros y nosotras podríamos aportarle. Esa nueva defensa de Andalucía no va a darse en los mismos términos culturales y estéticos que se dio en el periodo 77-80. Los ingredientes culturales con los que construir tiene más que ver con elementos como las redes sociales de Andalusian Shitposting [3], Glorious Andalusian Emirate Memes [4], Como vaya yo y lo encuentre [5], artistas como Gatta Cattana, Manu Sánchez o Alicia Murillo, el Carnaval, youtubers como May R. Ayamonte [6], la defensa del habla andaluza, la forma de vida y la cultura popular andaluza, nuevas militancias como el 15M, las Kellis o el movimiento feminista, un animalismo que se siente a años luz de la tauromaquia como cultura andaluza, investigadores/as, precarias/os o la emigración del siglo XXI.
Si hay que recoger un legado histórico quizás sea más útil ir hacia Al-Ándalus, una Andalucía en positivo, que aparecía como grande e importante, y que aunque suponga remontarse siglos atrás pueda tener más atractivo que las imágenes en blanco y negro del 4 de diciembre. Las reivindicaciones de los setenta por más cercanas aparecen como un elemento de una generación que hizo (o perdió) la transición y que no puede ser el centro del cambio futuro. Puede ser más útil basarnos en mostrar una Andalucía capaz, fuerte, con un legado potente, con personajes históricos que son referencia y con un futuro con enorme potencial. Puede que sea más interesante hacer lo que hizo Jesús Bienvenido en La Comunidad [7]que recurrir al 4-D de Los Piratas o Raza Mora.
Soy consciente de que lo que planteo se centra en un sector generacional determinado, cuyas condiciones materiales son precarias e inestables, las identidades muy posmodernas y no tienen referencias políticas o sindicales clásicas, pero que sin embargo tiene una perspectiva política menos conservadora y con mayor potencial de ruptura. En Andalucía va a ser difícil que nos acerquemos a una clase trabajadora con referencias más clásicas, mejores condiciones materiales y cuyos los lazos con el PSOE no se han roto. Los que de ese sector generacional más mayor vengan será por añadidura a un liderazgo generacional nuevo.
Estoy convencido de que, en este momento, nuestro potencial o nuestra derrota vendrá en tanto seamos capaces de organizar, movilizar y ser mayoría en la población menor de 40 años. Y no nos confiemos, porque en la sociedad líquida las identidades son tan cambiantes que lo que era una certeza hace dos años quizás ya no. El PSOE-A lo sabe y la gratuidad de las matrículas universitarias en este curso no es casualidad.
c) Como he comentado al principio, nuestro esfuerzo y nuestros recursos deben centrarse en gran medida en organizar y visibilidad al conflicto social, no en términos clásicos sino en las nuevas gramáticas en las que se desarrolla. Y creo que en ese sentido vamos por buen camino. Las alianzas honestas forjadas en los últimos tres años con toda esa gente que se moviliza y lucha es de lo más valioso que tenemos. Pero de forma complementaria, nuestro discurso no puede apelar exclusivamente al sector de la población que se moviliza, sino también a grandes capas de la población con la intención de que se movilice. Es un matiz diferente. La gente se tiene que sentir identificada con nosotros y nosotras, no vernos como los súper mujeres y súper hombres activistas que ellos y ellas no son.
d) Hay que proyectar una Andalucía en positivo. Andalucía no puede definirse exclusivamente por la falta de derechos o desarrollo, sino por el enorme potencial para vivir bien que tenemos y que cuarenta años de PSOE no han conseguido desarrollar. Es parecido pero tiene matices diferentes. Hay que poner más énfasis en la necesidad de un empoderamiento como andaluces y andaluzas. La idea es que necesitamos otras políticas para hacer lo que el PSOE-A no ha conseguido. El lema de ‘Jaén merece más’ es muy inteligente en este sentido. Pasar de mostrar exclusivamente los recortes para intentar proyectar nuestra idea de Andalucía como si estuviéramos en la posición de construirla. Y ser ambiciosos en forma y contenido.
Pasar del ‘No a los recortes’ a reclamar nuevos derechos concretos y ambiciosos, comprensibles por la gente e inasumibles por el neoliberalismo del PSOE: tren, infraestructuras, sanidad, renta básica, viviendas para estudiantes, nuevas propuestas en educación, derechos LGTBI, etc. Hay que ponerse manos a la obra para lanzar esas propuestas que tenemos entre manos y no le damos toda la visibilidad posible. No se trata solo de parar los recortes, sino de proyectar una nueva Andalucía. Y hay que sacar pecho y enorgullecerse de Andalucía a pesar de quienes nos gobiernan. No podemos dejar que cada victoria o avance social o cada política expansiva sea propiedad de ese PSOE al que decimos que no le brillan los ojos al gobernar.
José Ignacio García es secretario de Juventud de Podemos Andalucía.
Los nacionalismos surgen en base a un relato histórico epico el pueblo que resiste al invasor y una lengua como elementos que crea una comunidad donde conviven clases sociales.
El andalucismo historico no tiene nada que ver con eso,su revindicacion de una españa federal fue asumido por la izquierda.