La noticia de que el próximo 14 de julio la empresa naval Navantia y Acciona firmarán un acuerdo de colaboración para impulsar la energía eólica marina y que las factorías gaditanas construirán las torres eólicas para los parques que la división energética de la empresa de infraestructuras quiere levantar en Europa, es una gran noticia para toda Andalucía. Los trabajadores de los astilleros han sido los primeros en saludar este convenio porque supone compensar la progresiva pérdida de contratos de nuevos barcos. «Hay que aprovechar el boom que viene», aseguró ayer el presidente del comité, José Antonio Oliva.
El impulso de los parques eólicos marinos por parte de estas empresas contrasta con el bloqueo burocrático que padece este tipo de energía en España y en Andalucía, donde todavía no se ha desarrollado una normativa para poder instalar estos molinos en el mar.
La costa de Cádiz y Huelva es idónea para estos proyectos por su escasa profundidad y sus altos niveles de viento, pero, en cambio, cada vez que se ha anunciado el interés de cualquier empresa ha surgido un movimiento político contrario y ni el Gobierno central ni la Junta han apostado claramente por esta posibilidad como una manera de dar alternativa a la energía nuclear, frente al impulso que está recibiendo por los estados del norte atlántico europeo.
A este respecto quiero recordar la insistencia desde Paralelo 36 precisamente de esta alternativa: conectar una nueva reindustrialización de Andalucía a las necesidades ambientales y a nuestra propia tecnología para crear empleo estable, cualificado y de calidad.
En la editorial publicada el 27 de agosto de 2010 se decía “Una provincia como la de Cádiz azotada por el paro y con una industria naval en bancarrota tiene en la industria eólica marina una oportunidad única de sumar sostenibilidad, empleo y desarrollo tecnológico. La existencia en esta provincia de la mencionada industria naval y de una potente industria aeronáutica describe unas condiciones idóneas para la creación de sinergias positivas entre estos tres sectores ( naval, aeronáutico y eólico marino) que comparten un buena porción de capital tecnológico y humano.”
Francisco Garrido en un artículo publicado el 20 de enero de 2010 afirmaba que “Los astilleros andaluces padecen una crisis endémica. Durante años han recibido cuantiosas subvenciones públicas. La única justificación para esta subvenciones, fabricar barcos no es un asunto más público que fabricar ladrillos o muebles de cocina, es el mantenimiento del empleo, del valor añadido y del incentivo tecnológico que los astilleros suponen. Todo esto se puede seguir manteniendo (y mejorado ) si los Astilleros más viables diversifican su producción y se abren a la la construcción de parques eólicos marinos.
Unos astilleros que amplían su especialización a todas “las actividades que se hacen en el mar y la costa, tendrán muchas más viabilidad , sin grandes ayudas públicas, que un astillero anclado en la vieja concepción de la “fabrica de buques”. La oportunidad ha saltado en el astillero de Cádiz y puede ser ejemplar: la construcción de las torres e infraestructuras de parques eólicos marinos. Los astilleros tienen experiencia en el manejo de materiales, diseños,, funciones , medios y presiones ambientales muy similares a las que requiere los parques eólicos marinos. No sería pues muy difícil, ni muy costos su reconversión.
Andalucía es uno de los líderes mundiales en tecnología de generación de energía con fuentes renovables (en especial en eólicas, solar y biomasas) .De hecho es el único sector tecnológico en el que Andalucía y España están en la “pull position” tecnológica. Esto no es una cuestión secundaria pues la energía es la clave de cualquier modelo productivo y de cualquier sistema vivo. Tener una posición no subordina ni dependiente en la producción de las tecnologías de generación renovable de energía, será una de la claves del futuro , si hay futuro. Reconvertir parte del débil entramado industrial andaluz hacia la sostenibilidad y la eficiencia, es una oportunidad que no podemos dejar pasar. Contamos con ventajas comparativas y rentas tecnológicas y de situación inmejorables.
Unos astilleros con una oferta diversificada y con una paulatina especialización en producción de tecnología eólica marina, garantizan más empleo ( y de más calidad), mas valor añadid, más innovación y menos dependencia de mercados globalizados y con una fuerte tendencia hacia la deslocalización. No podemos olvidar una ventaja que es tan importante, o más, que todas las anteriores enumeradas; si hacemos esto estaremos contribuyendo al cambio de una economía basada en combustibles fósiles a una economía solar. Transformación esta imprescindible en la lucha contra el cambio climático.”
Yo mismo publicaba otro artículo, también en Paralelo36, el 8 de agosto de 2009 titulado “Turismo y parques eólicos marinos en la costa noroeste de Cádiz”, en el que defendía que “En el contexto de la crisis diferencial de Andalucía, causada entro otros factores por la falta de cualificación de los factores productivos (enseñanza y formación, tecnología, inversiones de capital), hipertrofia de la construcción y dependencia energética, tenemos sin embargo que preparar la transición hacia una sociedad que esté en pie de guerra contra el cambio climático y el fin de la era del petróleo, entre otros retos. La energía eólico marina es una oportunidad que no debemos rechazar. El sistema energético marca la posición del territorio. Andalucía ha tendido una mala posición durante un siglo XIX dominado por el carbón y durante el siglo XX dominado por petróleo. El fin de la era del petróleo puede marcar el renacer de Andalucía porque por vez primera tenemos los recursos naturales adecuados y podemos disponer de la tecnología adecuada. El cambio energético es la clave para cambio social, económico, político y medio ambiental.
Hay que defender el turismo, por supuesto, pero en el contexto de una economía diversificada, anclada en el territorio, conectada a las nuevas tecnologías verdes, dentro de un proyecto global sobre la bahía de Cádiz que incluya la racionalización del uso de nuestros recursos naturales, promoviendo en particular la acuicultura, la transformación industrial y la adecuación de los distintos niveles formativos, empezando por la FP.
A su vez es necesario que Andalucía detente poder político real, poder financiero propio, camine hacia un nuevo modelo económico en transición y un sistema social más igualitario empezando por estrategias de reparto del trabajo y garantías de mínimos para todos y todas las personas andaluzas.
El Parlamento como representante de todos los andaluces y andaluzas es el órgano que debería haber aprobado mediante Ley, con el consenso de todos los grupos políticos y de los agentes sociales, un mapa para la implantación de los parques eólicos marinos en nuestro litoral, un modelo de gestión y una estrategia de plazos.”
Ojalá este paso sea el comienzo de una nueva reindustrialización de Andalucía para un progreso real basado en nuestra autonomía y no en la dependencia económica y energética que propicia las deslocalizaciones e hipoteca el presente y el futuro de nuestra tierra.