EditorialP36. 01/10/2010.
Esta huelga ha sido un éxito aunque sólo sea por que no ha sido un fracaso. Era tan adversas las condiciones dadas y creadas para que la huelga fuera un fracaso que el simple hecho de haber paralizado gran parte la actividad productiva y ciudadana convierte a la huelga en un éxito .La campaña mediática y política montada contra el sindicalismo ha sido tan brutalmente demagógica que ha hecho que incluso los y las muy críticos con los grandes sindicatos hayan dado un paso al frente en la defensa de las organizaciones de trabajadores y trabajadoras.
Parecía que la derecha estaba más interesada en el fracaso de la huelga que el mismo partido socialista contra cuyo gobierno se convocó. La derecha ha pretendido convencer a la opinión pública de que los culpables de la crisis son los liberados sindicales y los sindicatos mismos. Crecida, ante la asunción del programa neoliberal por parte de Zapatero, la derecha tenía, en esta huelga, el objetivo de derrotar y gibarizar a los sindicatos. por medio de la mano interfecta del gobierno socialista. No lo han conseguido y eso ya es mucho.
La tentación de doblarle el pulso a los sindicatos viene desde la transición. Felipe González, disfrazado de Tatcher pero sin bolso, lo intento, hizo daño pero no lo consiguió. Aznar, disfrazado de Felipe González pero con bigote y bolso, también puso el espinazo de los sindicatos en su punto de mira, fue derrotado. Finalmente Zapatero que comenzó disfrazado de Obama, ha sucumbido también al susurro de las amistades peligrosas pero no se ha atrevido a intentarlo pero en sus contradicciones ha dado aire a los aprendices de brujo de la derecha.
La insistencia, de esta reforma laboral, en ir más allá de la reformas de las pensiones y de los modelos de contratación laboral, hacia la destrucción de la negociación colectiva, apunta el objetivo político estas reformas: alterar las condiciones institucionales de la negociación entre trabajo y capital, para debilitar la posición del trabajo. En medio de una crisis sistémica y metabólica, tal como hemos ven ido analizando en P36, y una vez desaparecido el narcótico del crecimiento: el aumento de la desigualdad unida a la carestía es inevitable. En estas condiciones los sindicatos y el actual marco institucional, son enormemente incómodos. Lejos quedan los grandes pactos sociales realizados siempre sobre escenarios y horizontes de crecimiento. Para la derecha, para el capital sin crecimiento los sindicatos, los convenidos colectivos, los derechos laborales son un estorbo, un anacronismo del pasado, que debe ser arrasado.
Pero nadie debe olvidar que si se desequilibra tan brutalmente aún más la relación entre trabajo y capital todos y todas perdemos, no sólo los asalariados y asalariadas no sólo los pensionistas. Pierden las minorías étnicas y nacionales (el complemento ideológico al neoliberalismo económico es el racismo), las mujeres, las minorías sexuales, el arte y el pensamiento crítico, la ciencia y la investigación, las personas dependientes; todos, todas perdemos.
Después del 26 de septiembre el camino social no ha quedado expedito para que pase la apisonadora del Partido Popular, por mucho que ZP se haya empeñado en ello. El gobierno asustado ante las consecuencias políticas de sus propias acciones, bandazos y contradicciones; ni sabe, ni contesta. Después de esta huelga no han quedado arcos del triunfo pero si una gran avenida de dignidad y coraje cívico que deberá articularse, más temprano que tarde, políticamente.
Magnífica editorial.
El ataque brutal del capital, de sus representantes y paniaguados ha sido/es brutal contra el sindicalismo de clase. Les molesta, les estorba. Eso es cierto, pero dudo que se quieran cargar el sindicalismo.
No veo al capital discutiendo convenios y demás con asambleas de trabajadores. Necesitan de los sindicatos, pero aún más domesticados (¡aún más!).
La necesidad de sindicatos de clase es fundamental en estos tiempos, y los que se avecinan, si estos sindicatos no valen, creemos otros. Pero, sindiquémonos, organicémosnos laboralmente, en definitiva: la lucha continúa.
Magnifico editorial, estoy completametne de acuerdo, pero por desgracia muchas personas siguen viendo el bosque en vez de los arboles, es mas facil criticar a todos los sindicatos por los pocos sindiclistas que no cumple, que pararse a pensar en que situaicón nos encotrariamos los trabajadores si no hubiera sindicato.