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Impagable precio del crecimiento y su energía

Antonio Aguilera Nieves | Vuelven a subirnos el recibo de la luz, oí durante toda la tarde ayer en los noticieros. Ya por la mañana había oído hablar a Samuele Furfari hablar de cambios en las políticas energéticas, en una intervención en la que se anunciaba, trataría de energía eficiente.
 
Que suban el importe que pagan las familias por el consumode electricidad no responde más que al poder que tienen unos pocos de trasladar a los eslabones más débiles el incremento de los costes de producción y distribución de dicha energía. Las espaldas más débiles siempre pueden soportar un poco más de peso.
bombilla
 
Lo que realmente me deja preocupado de lo que oí ayer, es el anuncio de cambios en las políticas energéticas y de sostenibilidad en la UE para el mes que viene, para febrero como muy tarde pero que ya se están cocinando.
 
Europa necesita reformular su estrategia y los objetivos que se establecieron para 2.020 que en materia de energía era aquello de reducir del 20% de la emisión de gases contaminantes, 20% de energías renovables, y mejora del 20% del rendimiento energético.
 
Tras varios años recorridos, es necesario ir tomando perspectiva de cómo van buscándose y consiguiéndose esos objetivos. Por ejemplo España y Alemania parecen haber hecho los deberes en materia de energía renovable, sin embargo, la mayor parte de los países tienen casi todo por hacer. Las normativas nacionales han ido divergiendo y el modelo de financiación de las renovables en cada país está complicando el panorama de manera extraordinaria. En materia de gases contaminantes y rendimiento energético también hay mucho aún por hacer.
 
Y mientras tanto, entre los que diseñan las estrategias energéticas hay ahora dos grandes corrientes de opinión. Los que creen que hay que seguir fijando objetivos energéticos exigentes para 2.030 que permitan seguir mejorando en revertir la emisión de gases, optimizar el rendimiento y cambiar el mix de fuentes energéticas. Y los que consideran que hay que replantear la situación tras las últimas noticias de producción y consumo energético.
 
Estados Unidos, el mayor consumidor de energía del mundo, después de muchos años como comprador de energía, combustibles fósiles sobre todo, tiene encaminada su autosuficiencia energética, incluso puede convertirse en exportador neto. Esta noticia ha cambiado el mapa geoenergético, lo que hace pensar que la UE podrá adquirir energía en los próximos años sin restricciones de disponibilidad a un precio razonable.
 
Esto es necesario unirlo a que una de las grandes causas por las que las grandes industrias están sacando sus centros de producción de la UE es precisamente, junto al elevado coste de los salarios, los altos precios de la energía.
 
El hilo de razonamiento que concluyen parece rozar el sentido común: hay que atraer empresas e industrias para que generen empleo y productos. Sólo lo harán si los costes de producción son adecuados. Toca poner en marcha medidas que hagan abaratar los costes de los salarios (hoy se acaba de conocer que los salarios en España bajaron por cuarto trimestre consecutivo) y vías normativas que relajen la emisión de gases de efecto invernadero, rebajen las exigencias de eficiencia energética e incluso de gestión de grandes industrias extractivas (Ayer se produjo la lamentable noticia de la autorizaciónde la reapertura de Aznalcollar en Andalucía). Ya van andando el camino.
 
En energía es imprescindible pensar a largo plazo. Es necesario pensar en términos de miles de millones, a diez años vista y en un ámbito geopolítico y físico. Los que diseñan las políticas energéticas lo saben. Por eso me resulta temible hacia donde puede llevarnos este giro que está a punto de adoptar la UE.
 
En los diferentes documentos oficiales ha quedado recogido como, hace unos años, se hablaba de una Europa verde, verde, verde. Hoy todos hablan de precio de la energía, de cómo optimizar el precio de la energía. Porque, y este es, en mi opinión, el profundo error de base, están considerando que va a seguir haciendo falta cada vez más energía.
 
Samuele Furfari, consejero de la Dirección General de la Energía de la Comisión Europea participó ayer en el panel de expertos denominado “Concentrando esfuerzos a nivel Regional para el Crecimiento y el Empleo”. Esa es la cuestión, el axioma básico de esta equivocada política económica es que sin crecimiento no hay nada más de lo que hablar.
 
Buscan crecimiento y para conseguirlo necesitan relajar los controles sobre las inversiones y los capitales, necesitan exprimir a los trabajadores, y también necesitan abrir el grifo del uso de cualquier energía con la única condición de que sea barata. Un sórdido panorama que choca frontalmente con el eslogan que está en los medios en estos días “Salir de la crisis con más Europa”. No, así, no, porque a la vez, se está construyendo una Europa más polarizada políticamente, con mayores desequilibrios sociales y más pobre en todos los sentidos.
 
Mientras no se libere a las estrategias económicas y sociales europeas de la necesidad del crecimiento no encontraremos la senda de las mejoras sociales sostenidas para sus habitantes, fin último que parecen tener olvidado. Mientras los convencidos de las políticas neoliberales no se planteen que puede ser cierto que no son poseedores de la verdad y experimenten la capacidad de diálogo estaremos en tiempos difíciles.
 
Porque más sentido común encierra el esquema de pensamiento que recuerda que el planeta es limitado, los recursos son finitos y que no podremos explotarlos ilimitadamente. El esquema malthusiano no es válido.
 
Teniendo en cuenta la restricción de los recursos, tendremos que hacer el uso más eficiente de los mismos sin olvidar nunca nuestra responsabilidad para con las generaciones futuras. Es hora que abandonemos el concepto de crecimiento como vía de mejora colectiva, ya se ha demostrado incorrecto. Es hora que abramos el esquema de pensamiento a una estrategia de mejora sostenible, es hora que hablemos de redistribución.

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