Artículo enviado a P36 por Francisco Casero (CAAE)
Este verano que parece no querer despedirse ha vuelto a tener entre sus protagonistas a los incendios forestales. Quizás no tanto por el número de hectáreas quemadas como por el dramatismo de tener que contar víctimas mortales en varios de ellos. Este luctuoso hecho ha provocado que los incendios hayan saltado a las primeras páginas de los medios de comunicación. Del mismo modo, y lamentablemente, una vez más, los incendios forestales han sido usados como arma arrojadiza en el debate político. Algo que no debería producirse nunca.
Septiembre avanza y a pesar del calor, van quedando lejos los ecos de la repercusión de los incendios, como un fuego que sólo se extingue. Ya no hablamos de los incendios y sus víctimas son recordadas sólo por sus familiares. Sin embargo la amenaza está ahí, permanecerá latente durante el invierno y al comenzar el cada vez más largo e intenso verano, volveremos a encontrarnos en el mismo punto de todos los años. He escuchado a algún político acusar a los responsables de Medio Ambiente de no hacer nada en los montes y que los fuegos se apagan en invierno, quizás no vaya desencaminado, aunque no esté acertado. Los fuegos se apagan todo el año, pero a base de costosas obras forestales, sino a base de apoyar y fomentar un monte vivo y aprovechado convenientemente.
Hablando el otro día con un amigo que peina más canas que yo, me comentaba en un paseo por el campo, “hace cuarenta años, Paco, ese cortijo estaba habitado todo el año, en el de más allá vivían dos familias, al otro lado de la sierra había otras tantas…” en definitiva, me hablaba de un monte vivo, con pobladores, con aprovechamientos permanentes. Actualmente es difícil que la gente vuelva a vivir en los cortijos, pero aun podemos contar con los últimos defensores o guardianes de nuestros montes y sierras: los ganaderos.
El aprovechamiento ganadero ecológico de nuestros montes es una herramienta fundamental en el control de los incendios forestales. Está demostrado que la ganadería ecológica es un aliado eficaz y prueba de ello es que la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía contrata todos los veranos a pastores con sus rebaños para que pastoreen los montes públicos controlando de esta manera la carga de combustible. El sector ganadero atraviesa una crisis permanente y en estos momentos se encuentra en su fase más aguda. Salir de ella es complicado y requiere imaginación para innovar y aplicar nuevos conceptos a la actividad ganadera. Uno de ellos es el contabilizar los servicios ambientales que la actividad ganadera extensiva presta a la sociedad. Los ganaderos han contribuido a crear y a mantener un patrimonio tan singular como es la dehesa, patrimonio que nos sirve como referencia paisajística y como elemento de potencial desarrollo en muchas comarcas de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha o Castilla-León. Sin embargo, estamos dejando que este sector se vaya apagando sin remedio, los bosques, el paisaje o el aire que estas dehesas de nos brindan han costado y cuestan dinero y esfuerzo, sin embargo, no preguntamos el origen de la carne de oferta cuando compramos en un supermercado, vamos a la más barata sin más, sin pararnos a pensar, que probablemente la que cuesta un poco más procede de esos montes que tanto nos gustan y que deseamos que sigan estando ahí permanentemente.
No es concebible un incentivo, directo o indirecto al abandono de nuestras explotaciones ganaderas cuando por otro lado estamos gastando, que no invirtiendo muchos millones de euros en “conservar nuestros montes”, es un contrasentido. La mejor inversión, que no gasto, en mantener nuestros montes es incentivar la viabilidad de las explotaciones ganaderas extensivas, las cuales como ya he dicho producen casi más servicios ambientales que carne o leche. La producción hoy en día, ha de medirse en nuevos valores, valores reales como los servicios ambientales y a estos hay que darles la importancia que tienen. Sin olvidar claro está la producción ganadera. El resultado de una explotación ganadera viene de la suma de ambos factores y hoy en día estamos olvidando por completo uno de ellos, el medioambiental. No podemos pagar a un señor la mitad de los productos que les compramos, hay que pagar el precio completo, porque de lo contrario, de seguir así, la desaparición de las ganaderías extensivas nos terminará costando mucho más cara.
¡Enhorabuena, Paco! Por el artículo, y por encontrarnos en esta red de reflexión y compromiso por y para Andalucía. Un abrazo.