Primero elaboramos una teoría de la mente que presupone pensamientos, sentimientos y todo tipo de experiencias sujetas a un sujeto, ancladas en una mente dotada de un ego agente y paciente. Quienes nos rodean no son zombies, tienen intenciones, su acción está encaminada a un fin. El primitivo animismo consideraba teleológico e intencional todo movimiento o fuerza en la naturaleza. Los ríos y los huracanes, las montañas y, por supuesto los animados animales, tenían para el animista una mente y una correspondiente consciencia. Partía, el animismo, de la vía indirecta de conocimiento de la mente ajena proporcionada por el lenguaje y la interacción social, para proyectarse en toda la naturaleza.
Con el desarrollo de la ciencia y la profundización en el conocimiento de la naturaleza y su historia, en particular en lo que se refiere a nuestros cuerpos dotados de mente, hemos comenzado a explorar otra vía indirecta de aproximación a la consciencia ajena, que pasa a través de la anatomía y fisiología subyacentes al fenómeno consciente. La consciencia nace en el cerebro, y en él hay que buscar su sustrato. Por otro lado indagamos en las huellas dejadas por la evolución en dicho órgano y en los comportamientos que genera. Y para conocer los pasos dados por nuestra especie en su historia natural desde formas de consciencia más elementales hasta nuestra actual mente consciente presidida por una persona, por un personaje en el teatro social humano y en el drama cósmico, tenemos que analizar detenidamente los restos dejados por nuestros ancestros. La paleoantropología analiza los restos óseos –ya que los cerebros no fosilizan- y la arqueología los útiles, herramientas, construcciones y creaciones asociados a dichos huesos en los yacimientos, o cuya forma sugiera manufactura humana.
Dentro de la arqueología ha surgido una nueva disciplina científica que estudia dichos artefactos desde una perspectiva psicológica. Se trata de averiguar qué clase de mente pudo elaborarlos. Dicha disciplina ha sido bautizada como Arqueología Cognitiva, y tuvo el germen de su concepción en la obra del psicólogo Merlin Donald, El Origen de la Mente Moderna. En esta obra Donald propone, a partir de los diversos artefactos de manufactura humana proporcionados por el registro arqueológico, una sucesión de estadios que van de una consciencia episódica, parecida a la que podrían poseer nuestros cercanos parientes primates, asociada indisolublemente a los momentos presentes, a una teórica, facilitada por el desarrollo de la cultura y sus soportes externos para el lenguaje y la información. Entre medias pasamos por un estadio mimético, en el que nuestra consciencia se expandió gracias a un protolenguaje gestual y teatral, y otro estadio mítico en el que la expansión vino de la mano del simbolismo lingüístico, su creciente sintaxis y las posibilidades abiertas por la arbitrariedad del signo, la metáfora y la elaboración de relatos. Precisamente en ese estadio mítico cabe suponer que nos volviéramos animistas, atribuyendo a todo lo que nos rodeaba nuestras propias y recién adquiridas cualidades cognitivas.
Esto es interesante, pero nada tan simple puede explicar adaptaciones complejas como la mímesis y el lenguaje. El cerebro humano, sin duda, ha desarrollado una enorme interconectividad, y es concebible que esto pudiera explicar algo acerca de nuestras notables capacidades mentales. Sin embargo, esta clase de teorías no debería llevarse demasiado lejos. Nuevas interconexiones, por sí mismas, podrían embarullar nuestras mentes con tanta facilidad como proporcionarnos nuevas capacidades. Hay que tener en cuenta muchos otros factores.
2.-Steven Mithen ha sugerido en su libro Los neandertales cantores que nuestro lenguaje podría haber tenido un predecesor musical. Usted ha hablado de una mímesis compleja. Manos y boca parecen estar sutilmente relacionadas en el cerebro. ¿Piensa usted, como Mithen, que hubo una especie de musicalidad, además de teatralidad, en el origen del lenguaje?
Las habilidades vocales humanas son una novedad de gran relieve en los linajes primates, y deben de haber surgido muy tempranamente en nuestra evolución, en varias fases. La musicalidad es producto de combinar nuestras especiales habilidades vocales con nuestra igualmente especial capacidad de producir e imitar ritmos. De hecho, nuestra característica habilidad para combinar acciones rítmicas de manos, pies, boca y cuerpo con el sonido es una demostración de cuánto se ha desarrollado nuestro control de los movimientos voluntarios desde el de nuestros antepasados primates del Mioceno hace cinco millones de años.
3.-El lenguaje escrito es la base de una transmisión fiable de la cultura entre las generaciones. ¿Cómo y por qué empezamos a escribir?
4.- ¿Son la cultura y el lenguaje, especialmente el lenguaje escrito, parte de lo que el filósofo Andy Clark llama la mente extendida? ¿Es la mente moderna algo más que simplemente nuestros procesos cerebrales?
5.-¿Qué piensa de la memética?
6.-Se ha dicho que la evolución es chapucera, pues trabaja sobre lo que se ha hecho antes, lo que resulta en estratos. Esto puede verse en el cerebro, con sus capas sucesivas; pero, según piensa usted, también en la consciencia y en la mente, ya que conservamos nuestras consciencias episódica, mimética, mítica y teorética en un solo envoltorio. ¿Qué clase de errores cognitivos, de contradiciones, de conflictos, diría usted que crea el que cohabiten en nuestras mentes?
7.-¿Fue el origen de la mente moderna un fenómeno gradual, del todo explicable por los mecanismos biológicos de la selección natural? ¿Pudo haber habido en algún momento un “monstruo prometedor”?
8.-¿En qué trabaja ahora? ¿Cuál es su máximo reto intelectual? ¿Cuál el misterio que soñaría con desvelar?