Francisco Garrido. No se cómo van a quedar las instituciones catalanas después del 1 de octubre, lo que si es seguro es como ya están quedaran las instituciones españolas: destrozadas. A la debilidad original, , producto de un diseño constitucional torcido, de instituciones como la fiscalía o el TC, hay que añadir el asalto que el PP ha efectuado sobre estas instituciones desde el 2011, con el objetivo de tapar la corrupción , provocar un giro involucionista en el Estado de derecho y reprimir el proceso soberanista catalán que en parte ellos mismo han provocado.
Todo esto comenzó con el asalto al Tribunal Constitucional, la sentencia contra el estatuto catalán (donde deroga de facto la constitución territorial como afirma Perez Royo) y la ley orgánica de reforma del mismo tribunal constitucional. En este vaciamiento colaboró de manera inestimable el PSOE y ZP con aquella reforma express atendiendo las amenazas de Merkel). Mucha gente no sabe que el Tribunal Constitucional (TC). Según no forma parte del poder judicial sino del poder legislativo , y por tano no es un tribunal de justicia. La atribución de funciones judiciales de aplicación directa de la legislación a un órgano del poder legislativo es además de inconstitucional, un ataque directo a la división de poderes. Este es el TC que está, vía Fiscal General del Estado, desplegando el mayor ejercicio de represión política desde la muerte del dictador.
El PP a la vez que viola la constitución, la usa como ariete el principio democrático, impidiendo el derecho a decidir. Dicen que este referéndum no tiene garantías pero prohíbe que ningún referéndum las tengas. Retira las urnas y denuncia luego que “sin urnas” el referéndum no es válido. En sintonía con esa estrategia de asalto a las instituciones democráticas el gobierno del PP está retirando competencias a la Generalitad de Cataluña sin usar el mecanismo constitucional, que prevé el artículo 155 de la CE y que implica la consulta al Senado y un normativa, decreto-ley, precisa, provisional y limitada de intervención.
Mientras parte de la izquierda reivindica la constitución del 78 y la otra la impugna; el PP la mata. El gobierno de Rajoy está aplicando el artículo 155 de la CE pero sin decir y aprobar que lo aplica; sin pasar por el senado y sin un decreto-ley que fije y limite la intervención estatal sobre Cataluña. Lo hace y no pasa nada . El Tribunal Supremo siempre tan celoso con el TC, ahora colabora con entusiasmo en la confusión de poderes. El “soberano oculto” , esa nación–casta que ha estado ahí siempre desde el franquismo ha decretado la muerte de la constitución del 78 , aunque el magnicidio se haya realizado entre gritos de exaltación constitucionalista. No quieren otra constitución sino la persistencia de esta convenientemente secuestrada `por la “razón de Estado”, que es una razón anterior y exterior al Estado de Derecho y a la democracia misma. ¿Cómo explicar sino la unanimidad entre jueces , fiscales, TC, gobierno?
En este escenario de una constitución a la que solo le queda la imposición del franquismo (monarquía y unidad nacional) y la imposición alemana (reforma del artículo 135) resulta más patético aún el empeño del PSOE y de otros sectores de la izquierda en reivindicar la constitución ( y el régimen) del 78. La constitución está vacía y no nos hemos enterado, Cataluña si.