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La crisis ecológica se manifiesta ya en forma de inflación

Rafa Rodríguez

 

  1. Un horizonte de crisis tras la pandemia

Esperábamos que la salida de la pandemia implicara una rápida recuperación económica, pero puede que se esté complicando mucho más de lo que los bancos centrales y los organismos internacionales estén pronosticando, y nos encontremos con un grave obstáculo para la recuperación: la inflación provocada por las consecuencias económicas de la crisis ecológica.

Hay muchas turbulencias que hasta ahora están siendo explicadas de forma aislada. En este artículo sugerimos una explicación que conecta las actuales turbulencias en torno a una hipótesis: que la crisis ecológica, y en especial el cambio climático, ha superado un umbral crítico y, que impulsado además por la singular coyuntura actual, están ya impactando sobre el conjunto del sistema económico, no de forma local como hasta ahora, sino de forma estructural a través de la subida de la inflación que, a su vez, reviste con unas características nuevas con respecto a anteriores episodios inflacionarios.

La amenaza de una inflación de nuevo tipo, es decir del aumento sostenido y generalizado de los precios de los bienes y servicios de una economía a lo largo del tiempo como consecuencia de la crisis metabólica (agotamiento de recursos no renovables y contaminación y residuos que el planeta no puede asimilar) y del cambio climático, está generando una crisis estructural que afecta a la economía mundial en general porque se propaga por todos los continentes y por sectores, desde los alimentos, el transporte, los productos energéticos, hasta los textiles o tecnológicos, lo que puede desestabilizar la economía de las familias, las cuentas de los Estados, los balances de las empresas y al conjunto del sistema financiero.

Además, una perspectiva de aumento de la inflación es un escenario propicio para desencadenar operaciones especulativas por parte de los grandes inversores que tienen a su favor la complejidad y desregulación de los mercados de futuro donde se realizan contratos de compra o venta sobre materias, muchas de las cuales están precisamente en el centro de esta crisis como los minerales o los productos agrícolas, en una fecha futura, pactando en el presente el precio, la cantidad y la fecha de vencimiento. También los fabricantes de productos que escasean o los propietarios de servicios de transporte, como los contenedores en los fletes marítimos, están incrementando sus márgenes de beneficios en grandes porcentajes.

En estos momentos, el repunte de la inflación es imposible de soslayar, pero la mayoría de los analistas económicos consideran que es un fenómeno transitorio como consecuencia de la reactivación de la demanda tras la COVID – 19, o por otras causas como la gran concentración en la producción de chips, cuestiones relativas a la escasez coyuntural de materiales, las consecuencias del Brexit en Reino Unido o la tensión entre China y EEUU.

Para argumentar su naturaleza transitoria distinguen entre inflación subyacente y la total, como propuso en 1970 Robert Gordon, ya que la subyacente se está viendo menos afectada. Es más, algunos autores han creado el concepto de inflación supersubyacente para excluir no solo alimentación y energía sino también sectores afectados por la pandemia. En nuestra hipótesis afirmamos que ya no tiene mucho sentido la distinción entre subyacente y no subyacente porque la subida de los productos energéticos y alimentarios no es coyuntural, debido a la especulación, sino estructural, debido a la escasez de su oferta por la crisis metabólica y al aumento de un nuevo tipo de demanda.

De nuevo nos encontramos con la incapacidad de la economía estándar para comprender lo que está pasando, tal como ocurrió con la crisis de 2008. Valgan estas declaraciones del Gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en una entrevista con Bloomberg News en Madrid, en junio de 2020 que lejos de mostrar preocupación alguna por un horizonte inflacionista, alertaba por todo lo contrario, «Los riesgos de deflación han aumentado y esa es una de las razones por las que el Banco Central Europeo está tomando las medidas para asegurar que el riesgo no se materialice».

Sin embargo, a mediados del 2021, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, sí consideró que el cambio climático influye directamente en la inflación y que, por ello, debe ser parte del mandato principal de los Bancos Centrales con el objetivo de garantizar la estabilidad de precios. En la conferencia virtual Cisne Verde sobre los riesgos del cambio climático, Lagarde dijo es necesario medir el impacto del cambio climático en la inflación, en los tipos de interés y en el valor y riesgo de los activos que mantiene el BCE.

En estos momentos, el IPC, que se había mantenido en terreno negativo durante buena parte de 2020, ha emprendido una senda alcista, superando el 2% en casi todos los países de la OCDE, aunque en Alemania está en el 3,9% y en EEUU ha rebasado el 4%. En España, la tasa de variación anual del IPC en septiembre de 2021 se ha situado ya en el 4%.

  1. Las causas: cambio climático y crisis ecológica

2.1.     Consecuencias económicas directas de la crisis climática

Los impactos económicos causados por la acumulación de fenómenos físicos por cambios en la temperatura tienen ya consecuencias globales. Las inundaciones, DANAS, alteraciones climáticas, trombas de agua, las heladas y los granizos, las sequías, los incendios, la contaminación, las olas de calor, están originando daños generalizados en las cosechas, en la ganadería y en la producción.

Algunos ejemplos. En Chile, las lluvias intensas de julio dañaron gravemente las cosechas de uvas. En Brasil, el mayor proveedor de café del mundo, se están dando las condiciones más frías en más de 25 años, lo que está provocando enormes daños. Taiwán, el principal fabricante de semiconductores a nivel mundial, está sufriendo una de las mayores sequías en las últimas cinco décadas con los niveles de sus embalses en precario. Greenpeace asegura que debido al calentamiento global las precipitaciones disminuirán en la isla alrededor del 13% y los tifones se reducirán al 50% para el 2050. Los huracanes en el Golfo de México han paralizado parte de las exportaciones de gas y petróleo por daños en plataformas extractivas, oleoductos o centros de procesado.

En España, la borrasca Filomena, según el informe sobre siniestralidad, incidió con especial virulencia en las comunidades autónomas de Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Madrid y Región de Murcia, aunque otras comunidades como Aragón, Canarias y Navarra también sufrieron las consecuencias de las borrascas. En particular, resultaron dañadas las hortalizas al aire libre de producción invernal, así como aquellas otras que se cultivan bajo cubierta, siendo afectadas las estructuras e instalaciones de los invernaderos que las protegen. Las heladas acaecidas ocasionaron daños muy elevados en la cosecha de las especies de cítricos aún sin recolectar. La nieve acumulada en los árboles originó roturas de ramas en explotaciones de olivar y las temperaturas extremas afectaron a la madera estructural y yemas de invierno de los árboles, cuyos efectos definitivos dependerán de su evolución en los próximos meses. Fuertes rachas de viento causaron daños en la producción de plátano y, en varias explotaciones ganaderas, se produjeron roturas de cubiertas y paramentos en las instalaciones, así como la pérdida de animales.

Las consecuencias son un aumento en el precio de los alimentos que ya están sufriendo los consumidores.

2.2.     Escasez de recursos no renovables, aumentos y cambios en la demanda e incrementos de la producción de residuos

El final de la pandemia está provocando un aumento de la presión de la demanda por el ahorro acumulado, incidiendo sobre todo en determinados sectores por el cambio en los patrones de consumo.

El proceso de descarbonización de la economía requiere de un aumento de la demanda de materias primas no energéticas, especialmente de metales. La transición requiere la necesidad de desarrollar paneles solares, turbinas, vehículos eléctricos e invertir en el desarrollo de red de electricidad. En este sentido, metales como el cobre, níquel, litio, cobalto y los minerales raros experimentarán un fuerte aumento de su demanda. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que la demanda de minerales necesarios para alcanzar los objetivos de emisiones netas cero se disparará en las próximas dos décadas. La transición del sector energético será responsable del 40% de la demanda de cobre, entre el 60% y 70% de la demanda de níquel y cobalto, y un 90% de la demanda de litio. Comparando con el consumo actual encontramos que la demanda de metales raros se multiplicaría por siete, mientras que la de litio aumentaría 42 veces.

Un automóvil eléctrico requiere seis veces más minerales que uno convencional, según la AIE. El litio, el níquel, el cobalto, el manganeso y el grafito son fundamentales para las baterías. Las redes eléctricas requieren grandes cantidades de cobre y aluminio. Por otra parte, los elementos de tierras raras se usan en los imanes que se necesitan para que funcionen las turbinas eólicas.

El aumento del consumo de agua, en un contexto de sequía como consecuencia del cambio climático, está también originado por los cambios en la demanda. Por ejemplo, para fabricar un chips es necesario que un disco de silicio pase por múltiples etapas que duran de tres a cuatro meses. El enjuague con grandes cantidades de agua ultrapura es un componente clave. En 2019, las fábricas de Intel usaron más del triple de agua que las plantas de Ford Motor. Y con cada nueva generación de chips, se va requiriendo más electricidad, más agua, se emiten más gases de efecto invernadero y se originan más residuos.

En todo el mundo se generan 1,4 billones de toneladas de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) por año, una media de 1,2 kg generados por persona al día. Además, el bajo uso de materiales reciclados acelera el agotamiento de los recursos naturales. Al mismo tiempo, la generación de residuos peligrosos ha aumentado exponencialmente. Según el «Global E-Waste Monitor 2020” de NN.UU, en 2019 se han producido 3,6 millones de toneladas de residuos electrónicos, lo que significa que cada una de las personas de nuestro planeta ha generado 7,3 kilos de desechos electrónicos de media.

Por cada 10 toneladas de basura en vertederos, 1 metro cuadrado de suelo queda permanentemente inutilizable, contaminando aguas y tierras de producción agrícolas y ganaderas.

  1. Un contexto económico proclive a la inflación

El salto cualitativo en el impacto de la crisis ecológica sobre el conjunto del sistema económico, pasando de efectos locales a efectos sistémicos, a través de la subida de una inflación de nuevo tipo, está causado por el aumento de las consecuencias económicas directas de la crisis climática, la escasez de materiales no renovables y el aumento de la producción de residuos, en una coyuntura de impulso del consumo y la inversión y de cambios en la demanda, lo que está además ayudado por un contexto proclive a la inflación causado por las necesarias medidas para paliar los efectos sociales de la pandemia, en el que destaca, por un lado, el impulso fiscal sobre todo en EE.UU. y en UE. y, por otro, por el aumento del endeudamiento privado y público.

Con el repunte de la inflación la estrategia anticrisis de los Estados, basada en estímulos fiscales y compras de deuda pública por parte de los bancos centrales, se enfrenta a un nuevo desafío. Las tensiones inflacionarias están ya afectando a los tipos de interés. El bono español de referencia, que llegó a cotizar en negativo en fechas recientes, supera ahora el 0,4%.

El riesgo por el alto nivel de endeudamiento en el nuevo contexto ha tenido un claro exponente en la crisis de la inmobiliaria china Evergrande que acumula deudas oficialmente por valor de más de unos 255.000 millones de euros, que equivale al 2% del PIB de China. En España, la deuda de familias y empresas ha llegado al 150% del PIB y la pública al 123%, lo que provoca una situación de gran vulnerabilidad económica.

  1. Debilidades estructurales: las cadenas globales de producción y suministros y el sistema eléctrico europeo

4.1.     Las cadenas globales de producción y suministros

La gran producción y la distribución global está organizada a través de complejas redes mediante las cuales intervienen múltiples actores ubicados en multitud de países para la fabricación y la distribución de un producto. Su finalidad es abaratar los costes al máximo, al margen de cualquier otra consideración sobre los impactos medioambientales o incluso sobre la seguridad. Es, además, un modelo Just In Time, basado en la aceleración perpetua y en evitar almacenar para ahorrar costes. Hoy, las llamadas cadenas globales de valor representan la mayor parte del comercio internacional.

La pandemia ya ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de esta estructura global de producción y distribución al obligar a que se cerraran y confinaran países enteros, pero ahora, además, las catástrofes climáticas y la escasez de determinados materiales están cotocircuitando las redes sobre las que se apoyan estas cadenas globales, multiplicando los retrasos en los suministros que impiden la fabricación de bienes como está ocurriendo con las fábricas de automóviles o de electrodomésticos.

Hay que tener en cuentas que el abaratamiento de muchos de los elementos que se utilizan para la generación mediante renovables como paneles o aerogeneradores ha sido posible precisamente por esta estructura de global de producción y distribución que ahora parece insostenible por lo que, en todo caso, sus precios pueden subir a medio plazo.

4.2.     El sistema eléctrico europeo como agente expansivo de la inflación

El sistema eléctrico europeo es el más grande del mundo y está muy regulado por el carácter estratégico que tiene asegurar el suministro eléctrico. El actual sistema está basado en el mercado marginalista, es decir, que la última tecnología que entra en el pool (la combinación de energías, eólicas, fotovoltaicas, hidroeléctricas, nuclear, gas, etc.) marca el precio de todas en el mercado mayorista.

Hoy el gas natural, que se usa en las centrales de ciclo combinado, es el último que entra en el sistema, aunque solo supone entre el 10% y el 15% de la electricidad que se produce. El precio del gas es mucho más caro que el del resto de fuentes energéticas que entran en el pool por su escasez actual, en relación al incremento de la demanda sobre todo en China y por las estricciones de Rusia. Al ser el mercado eléctrico mayorista un mercado marginalista, se les paga a todos los productores por el precio que marca el gas, con independencia del precio que oferte cada postor.

Este sistema fue diseñado cuando las fuentes de energías tenían precios parecidos porque todas tenían costes variables altos. Sin embargo, ahora más del 80% de las fuentes energéticas que entran en el pool tienen costes variables muy bajos porque su materia prima es el agua, el sol o el viento, por lo que pueden ofertar a un precio mucho más bajo, sobre todo las energías renovables.

El sistema eléctrico europeo está actuando como un impulsor acelerado de la inflación no solo por su impacto directo en la factura de la luz para consumidores domésticos e industriales, sino por el aumento de los costes que implica para todos los productos y también supone un lastre para la propia transición energética, que tiene uno de sus pilares en que la electrificación se acelere, tanto en la utilización de medios de transporte como en los procesos industriales que usan como fuente primaria combustibles contaminantes, lo que se frena cuando los precios de la electricidad son inasumibles.

  1. Las manifestaciones más visibles de la escasez y la inflación

La escasez de los recursos no renovables y las consecuencias del cambio climático está haciendo subir los precios de muchos metales, materiales de la construcción y sus derivados, productos alimentarios, gas, petróleo y carbón y los servicios de transporte en todos los países y provocando dificultades en los suministros e incluso la paralización de algunas actividades económicas.

5.1.     La escasez de minerales y de materiales de construcción

El aumento ha sido generalizado en todos los metales industriales: el cobre ha subido cerca de un 90%, el hierro más de un 100% y el níquel en torno a un 40%.

Los materiales que se utilizan en la fabricación de aparatados electrónicos tales como el silicio, galio o selenio, niobio, titanio, itrio, bario, cobre, neodimio, plata, disprosio y otros tantos materiales escasean y son cada vez más buscados.

Hay escasez también de muchos materiales que se utilizan en la construcción como el acero laminado, aluminio, cobre, cemento hasta madera. También faltan pigmentos, resinas epoxi y varios tipos de plásticos. Esta escasez de materias está afectando a la oferta de los productos que se elaboran a partir de estos materiales como cables, máquinas o recambios para vehículos, ordenadores o impresoras.

5.2.     Los microchips

La escasez de semiconductores ha provocado la interrupción de las cadenas globales de valor de innumerables productos, desde coches, electrodomésticos hasta al sector de las telecomunicaciones y de la industria en general. Su demanda no para de crecer con las nuevas tecnologías, por ejemplo, con el vehículo eléctrico. Además, se prevé que con la generalización del internet de las cosas (IoT), su demanda crezca exponencialmente. Según Statista, el número de dispositivos conectados al IoT puede aumentar desde los cerca de 8.000 millones actuales a más de 25.000 millones en 2030.

Las causas de su escasez son por un lado que el mercado de los semiconductores está dominado por un duopolio: TSMC de Taiwán, que es responsable de alrededor del 80% de los chips MCU, y Samsung Electronics de Corea del Sur; y por otro por las consecuencias de la crisis ecológica tanto por la sequía que afecta a Taiwán como por la escasez de los minerales que se utilizan en su fabricación. etc.

En EE.UU. donde TSMC fabrica más del 50% de los semiconductores de las principales empresas estadounidenses, como AMD, Nvidia, Qualcomm, Intel, Goldman Sachs estima que la escasez de semiconductores podría provocar hasta 40 puntos básicos más de inflación.

Para la industria de la automoción está suponiendo un golpe especialmente grave. En España emplean a unas 300.000 personas. Todos los fabricantes han anunciado nuevos paros por la falta de componentes. Seat ha firmado un ERTE, que durará hasta el 30 de junio de 2022, que afecta hasta a 1.276 trabajadores.

5.3.     Algunos alimentos también comienzan a escasear

La agricultura sufre directamente todos los efectos del cambio climático y también los impactos del aumento de la erosión de los suelos, las inundaciones y las sequías, además del incremento de plagas y enfermedades. Algunas plagas, como el gusano cogollero, que se alimenta de un gran número de cultivos como el maíz, el sorgo y el mijo, y la mosca de la fruta Tephritid, que además de la fruta, daña otros cultivos, ya se han propagado debido a las temperaturas excesivamente altas durante la época de floración y desarrollo del grano.

La sequía extrema ha afectado al 60% de la producción del trigo de primavera en EE.UU. Kazajistán, el 8º exportador mundial de trigo ha prohibido su exportación desde el 15 de agosto por las malas cosechas. Este año se están viendo especialmente afectadas la cosecha de trigo en Rusia o de café en Brasil.

La FAO ha informado este mes de septiembre que la producción mundial de cereales secundarios en 2021, cifrada ahora en 1499 millones de toneladas, se ha rebajado en 13,7 millones de toneladas, por la sequía que afecta a la producción de maíz prevista en el Brasil y en EE.UU.

Debido a la disminución de las lluvias está previsto que los rendimientos de los olivares irrigados y de secano bajen entre un 3,5% y un 7%. En la ganadería, las altas temperaturas afectan al ganado, con disminución de la productividad de zonas pascícolas y un aumento de enfermedades.

También la subida de los combustibles y la falta de acero y aluminio para las latas de conserva está encareciendo la cadena alimentaria.

5.4.     Los costes de los contenedores en los transportes marítimos

El aumento de los precios ha afectado de forma intensa al coste de los contenedores en los trasportes marítimos que se ha multiplicado por diez o por veinte. Se fabrican menos contenedores por la escasez de materia prima y el aumento de los combustibles hace que los portes marítimos del transporte marítimo se encarezcan.

5.5.     Subida de los productos energéticos

La escasez de gas, petróleo y carbón en relación a la demanda está haciendo subir los precios y se puede agravar cuando llegue el invierno y aumente la demanda para la calefacción de hogares y edificios.

Falta gas natural en Europa, China, Rusia o EE.UU. China está comenzando a sufrir las primeras consecuencias de una crisis energética que ya está afectado a todo el país, por lo que está racionalizando el consumo de electricidad, incluso para su industria.

En España el precio de la electricidad ha llegado hoy a su máximo, 221€ por megavatio hora, 4 veces más que hace un año. Las familias y empresas lo sufren. Los sectores que consumen más electricidad están viendo cómo se disparan sus costes. Empresas fabricantes de aluminio, de cemento o de fertilizantes están comenzando a cerrar, pero las consecuencias del encarecimiento de los combustibles afectan a todo el sistema productivo y posiblemente afectan con intensidad a los consumidores el próximo año ya que el mecanismo de transmisión del aumento de precios del productor hacia el consumidor es, aproximadamente, de seis meses.

  1. Circunstancias agravantes: el déficit de trabajadores en el campo y el transporte. El reino Unido

La crisis se manifiesta en países y sistemas vulnerables. En el Reino Unido, como consecuencia del Brexit y de la falta de previsión del gobierno conservador, ha provocado la escasez de trabajadores en puestos logísticos clave para el suministro de productos, como los transportistas, originando el cierre de miles de gasolineras, estanterías vacías en los supermercados, carencias de productos en las cadenas de restaurantes, incluso en IKEA, todo ello en el contexto de la crisis del comercio mundial y el transporte marítimo que prolongan los retrasos y la subida de precios.

El Reino Unido nos está poniendo ante el espejo de nuestra propia vulnerabilidad si no actuamos con determinación.

  1. Las alternativas

Si la hipótesis que manejamos es cierta, la mejor respuesta es la acción coordinada de los Estados para enfrentarse globalmente a estos riesgos globales, construyendo un nuevo sistema institucional global a partir de las instituciones existentes, dotándolas de mayor operatividad.

Un marco necesario para alcanzar consensos que permitan lograr los objetivos de reducción de los gases contaminantes, la disminución de la demanda, la eficiencia energética, y la reforma de la producción sobre la base de la bioeconomía, la economía circular y el autoconsumo.

En todo caso es urgente la reforma de los grandes aceleradores de la inflación como la estructura de las cadenas globales de producción y distribución, acortando su recorrido y conectándolas con las instituciones políticas, a través de los principios de autonomía estratégica, subsidiaridad y territorialización de la economía.

En la UE es imprescindible abordar la reforma del sistema eléctrico antes de que el precio de la electricidad cause una crisis social y económica, que se traduzca también en una crisis política.

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