La primera vez que visité la medina azul de Chauen me llevaron del brazo por los intestinos de sus calles y sus casas. Fue como una recreación virtual de la medina-judería cordobesa antes de que sus adarves se convirtieran en pasillos privados, los pozos comunales en adornos de cocina y las plazas en patios de vecinos. Aún así, nuestra medina-judería es patrimonio universal y se conserva en formol gracias a la entrega de quienes viven en ella y se desviven por ella. Las puertas de Chauen se abrían de par en par cuando pronunciaba mi lugar de procedencia. Los dueños me abrazaban como los hermanos que se reencuentran para evocar la infancia. Jamás olvidaré la reacción de una mujer al reconocer Andalucía en mis labios. Era descendiente de moriscos. Conversos al cristianismo. Convencidos, incluso. Pero desterrados de su país por ser hijos de quienes ya no podían ser hijos de España. La mujer apiñó los dedos de su mano derecha y se la pasó eléctricamente de un hombro a otro mientras nombraba a Dios. Increíble. Se estaba persignando sin la vertical en un gesto heredado de integración y supervivencia de sus ascendientes: expulsados de la península por parecer musulmanes a otras tierras donde no convenía parecer cristianos.
La cruz de Andalucía es que no hay cruz. Está incompleta. Como aquella mujer de Chauen, hace demasiado tiempo que omitió la vertical de su discurso político (centralismo-autonomía), para manejar la horizontal como única variable (izquierda-derecha). Por supuesto, este olvido mediático-social tampoco obedece a la casualidad sino a un gesto heredado de integración y supervivencia de sus agentes políticos. Y sangra. Les pondré un ejemplo. Imaginen sin esfuerzo que la ciudad de Córdoba se encuentra a la cola de España en desempleo, educación o sanidad. Imaginen que aprueba en referéndum que el Estado le asigne una cantidad complementaria hasta el alcanzar el nivel digno que merece. Imaginen que lo aprueban las Cortes Generales. Ahora imaginen que la ciudad apenas cobró en treinta años una cantidad ridícula para paliar este déficit asistencial y que sigue en el pozo. Imaginen que Córdoba renuncia por hartazgo a esta cláusula abierta de compensación y de nuevo aprueba en referéndum que se le pague una cantidad fija en menos de un año. Imaginen que lo vuelve a ratificar el Parlamento. Y que pasado el plazo, el gobierno no nos paga y nos ofrece a cambio unos solares en plena crisis económica e inmobiliaria. En muchos de ellos, para colmo, ni siquiera se pueden construir escuelas ni hospitales. Ni falta que hacía. Porque lo que Córdoba votó dos veces en referéndum, con el respaldo de las Cortes, fue que se nos diera dinero para cubrir nuestro agujero en el empleo, educación o sanidad. Sin duda sería un escándalo. No habría periódico ni radio ni televisión local que no hablara de esta afrenta para con la ciudad de Córdoba. Pues bien: es eso precisamente lo que nos están haciendo desde Madrid. Porque Córdoba está Andalucía. Pero Andalucía no es una cruz sino un péndulo. O mejor: un yoyó con el que juegan desde arriba.
Escribió en un libro:
Ahora he comprendido. Si los persas viven en el pasado, es porque el pasado es su patria, porque el presente es para ellos un región extranjera donde nada les pertenece. Todo lo que para nosotros es símbolo de vida moderna, la expansión liberadora del hombre, es para ellos símbolo de dominación extranjera…….
Andalucía, las renovables son Endesa, Iberdrola etc.. Renfe es el estado español,Carrefour es Francia, psoe, pp, iu, es España, Morón y el Puerto son EEUU, el Peñón es Inglaterra, los servicios de la Junta catalanes, las infraestructuras Sacyr, Ferrovial, etc.,los tomates del Magreb y siempre a la sombra de la cruz y la bandera rojibulada.
Andalucía no necesita plañideros, necesita prodigar enseñanzas adecuadas para invertir el proceso degenerativo al que nos somteten y construir un país, una nación y un estado independiente.