Francisco Garrido.
Hace unos días el rectorado de la Universidad de Granada clausuraba una exposición artística de un fotógrafo donde aparecían imágenes eróticas y sociales asociadas a pasajes evangélicos. Pero no sólo se limitaban a censurar una exposición que ellos mismos habían programado, si no que pidieron disculpas públicas a quién se hubieran podido ofender. Y todo debido a las protestas de la extrema derecha clerical y a las amenazas de muerte de grupos neofascistas.
Pues bien, esta fina sensibilidad del rectorado granadino y esta falta de valor y coraje democrático ante las amenazas se han tornado, de buenas a primera, en “vergüenza torera” y ardor patrio español al programar, por medio de Escuela de Posgrado de la Universidad de Granada, el curso:“Aspectos culturales de la tauromaquia. Tauromaquia para espectadores”. Se trata de una especie de cursillo de formación de nuevos aficionadios taurinos para que aprendan a contemplar con conocimiento y deleite la crueldad, la tortura y la muerte pública, convertida en espectáculo, de un mamífero. Ignoramos si el cursillo incluye lecciones sobre anatomía patológica de los destrozos en el cuerpo del toro, o sobre los circuítos neuronales que se activan con del dolor del animal. De momento sólo sabemos lo que dice el programa: “El curso pretende una reflexión profunda de los principios básicos de la Tauromaquia y un aprendizaje de las suertes fundamentales (e incluso accesorias) en la realización del Toreo”.
Dos datos inquietantes destacan en el cuadro de profesores: el responsable del curso es especialista en estadística (orejas, rabos, dimensiones media de los cuernos …) y hay incluso profesores que proviene del Ministerio de Defensa español. Ignoramos si también el Rector Magnífico, señor González Loderio, aportará alguna investigación novedosa sobre geotauromaquia, por ejemplo.
El cursillo forma parte de la campaña de un lobby taurino privado (compuesto por ganaderos y toreros) que se dedica a la promoción y a la defensa de las corridas de toros. Dicho lobby se autodenomina “aula taurina” (http://www.aulataurina.es) y está especialmente dedicado a la difusión del cruel festejo entre los niños y jóvenes. O sea, que es una empresa encubierta de promoción comercial del negocio taurino. A esta empresa privada el rector-censor ( ahora también rector-torero) le ofrece sin escándalo alguno los medios de la universidad pública.
Ridículo y bochornoso sino fuera tan cruel. Los mismos que se ofenden ante unas fotos más o menos eróticas no les causa ningún sentimiento de repugnancia el espectáculo público de la tortura y muerte de un animal. Es más ofertan cursos para aprender a no escandalizarse y a disfrutar con la violencia. Los mismos que se asustan ante cuatro alaridos de clérigos y fascistas sacan pecho ante la carnicería de una animal al que se le obliga a atacar para así hacerlo sufrir y darle muerte ¿Qué dirán en las universidades europeas, donde se regula con rigurosos protocolos la experimentación animal con fines terapéuticos, que en una universidad como la de Granada se impartan cursos para aprender a disfrutar con la tortura y muerte de un animal?