Raúl Solís | Apoyaron todas las dictaduras que aprisionaron a los pueblos árabes durante 40 años. Hicieron negocios con sus dictadores, se fotografiaron con ellos, los recibieron en Europa y viajaron a sus países para hacer negocios con dictadores sanguinarios que estaban a 30 kilómetros de las fronteras marítimas de Europa.
En 2009, apoyaron el golpe de Estado en Honduras, donde Roberto Micheletti se hizo violentamente con el poder, hasta entonces en manos del presidente legítimo, Manuel Zelaya. Apoyaron unas elecciones organizadas por el golpismo hondureño y donde la oposición no se pudo presentar. Ganó Porfirio Lobo, un íntimo del golpista Micheletti que apoyó el Golpe de Estado. El País y la derecha europea apoyaron al dictador hondureño.
Apoyaron a la Contra Nicaragüense. Financiaron la campaña de Violeta Chamorro porque con ella sabían que arruinarían cualquier esperanza de la Nicaragua postdictadura de Somoza. Defendieron y apoyaron hasta la extenuación el golpe de Estado de Paraguay que echó del poder al presidente democráticamente elegido, Fernando Lugo; al que no permiten volverse a presentar a las elecciones paraguayas.
Apoyaron el Golpe de Estado contra Salvador Allende e hicieron negocios con Pinochet. Apoyaron la dictadura militar en Argentina. Apoyaron el golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002, donde Henrique Capriles se atrincheró en la embajada de Cuba en apoyo a los golpistas. En el año 2000, apoyaron el intento de golpe de Estado contra Rafael Correa, legítimo presidente de Ecuador.
Armaron hasta las cejas a los talibanes afganos porque les interesaba para su lucha contra la Unión Soviética. Armaron a Sadam Huseim porque les era útil para controlar la región. Han convertido a Israel en una potencia terrorista que supone un riesgo para la seguridad de Oriente Próximo y que mata impunemente a los palestinos que considera.
Apoyan y hacen negocios (sus empresas amigas) con las dictaduras más duras y herméticas del mundo. Viajan a Arabia Saudí, Catar o China a firmar acuerdos bilaterales y a “estrechar relaciones institucionales con el Partido Comunista de China” –una delegación del Partido Popular viajará en los próximas días a China para este fin-. Mantienen una relación de “estrecha amistad” con Marruecos, una dictadura monárquica que no respeta los derechos humanos y que dispara contra el pueblo saharaui cuando le viene en gana.
Los mismos que apoyan estos golpes de Estado y hacen negocios con dictadores, son los que tienen la desfachatez de afirmar que en Venezuela no hay democracia o de cargar sus tintas contra Nicolás Maduro. A pesar de que los 14 procesos electorales venezolanos han estado supervisados por el nada sospechoso de antiimperialismo Centro Carter y la ONU.
Los mismos que dicen defender la democracia en Venezuela, defendieron el sistema político venezolano anterior a Hugo Chávez, podrido por la corrupción y que se saldó con un 70% de los venezolanos en la pobreza extrema.
También apoyaron al régimen argentino que vendió el país al FMI y acabó con los ahorros de los ciudadanos argentinos. No les importa la democracia, sólo extender su modelo de capitalismo de amiguetes a América Latina, el patio trasero de EEUU que ha abierto la puerta a un modelo económico en el que los petrodólares sirven para reducir la pobreza y no para aumentar la riqueza de los oligarcas que gobiernan el mundo.
Si de verdad defendieran la democracia, no hubieran apoyado política, económica y mediáticamente los golpes de Estado acaecidos en la última década en América Latina. Ni tampoco seguirían viajando a China, como lo harán Dolores de Cospedal y Esteban González Pons en la próxima semana, para “seguir estrechando relaciones institucionales” con el único régimen mundial que no aporta datos sobre los chinos que son condenados a pena de muerte.