Rafa Rodríguez
La derecha tiene un plan: hacer presidente a Albert Ribera en un gobierno de coalición con el PP. La victoria de Ciudadanos en Cataluña ha sido el factor que ha terminado de convencer a los poderes fácticos de que su plan consiste en mano dura con los soberanistas catalanes, aún más liberalización de la economía, de las relaciones laborales y de los servicios públicos así como evitar cualquier reforma estructural que ponga en riesgo el control absoluto que tienen en el Estado central sobre las políticas estratégicas, en particular las económicas, y sobre las relaciones con la UE.
La práctica totalidad de los medios de comunicación, sobre todo el grupo PRISA, se han volcado en esa estrategia para la que también necesitan jubilar a Rajoy y aupar como vicepresidente a un delfín del PP como puede ser el actual Presidente de Galicia.
Al mismo tiempo necesitan frenar a Pedro Sánchez, cuya victoria contra los poderes fácticos ha resultado ser uno de los mayores contratiempos que han sufrido las élites económicas en España. Para eso cuentan también con una parte de la izquierda educada en el cainismo que confunde la política con la adscripción sectaria.
Al contrario que la derecha, la izquierda carece de una perspectiva para gobernar en el Estado. Un Estado central que, a pesar de la estructura autonómica, tiene ahora más poder del que jamás ha tenido, ni siquiera en las épocas de mayor centralismo. L falta de perspectiva para que la izquierda consiga gobernar la percibe la opinión pública y está desmovilizando al electorado progresista.
La izquierda necesita una estrategia para gobernar no sólo porque la derecha no propone solución alguna a los problemas estructurales que tenemos (desigualdad, modelo económico especulativo, crisis fiscal, centralismo fáctico y conflicto entre sentimientos nacionales) sino porque además es condición indispensable para la sostenibilidad a medio plazo del propio Estado. Y esa estrategia no puede ser otra que un gobierno de coalición de izquierda.
Para ello necesitamos desde luego que los líderes de Unidos Podemos estén por la labor pero también necesitamos que haya una presión social desde las bases, que la unión se vaya forjando desde abajo y que se vaya generando un marco común para el cambio estructural: separaciones de las élites económicas y políticas; nuevo modelo productivo; democracia expansiva y defensa de la legalidad y del Estado derecho; federalismo y plurinacionalidad; relaciones laborales de calidad: aseguramiento de los mínimos vitales; independencia del poder judicial; garantías de calidad, universalidad y gratuidad de los servicios públicos. Todo ello con la transversalidad de la lucha por la igualdad de género y contra la crisis ambiental. Es decir, un proyecto basado en ofrecer orden y seguridad frente al desorden y la inseguridad que está provocando la globalización neoliberal y sus crisis y que va a provocar, aún más, la estrategia de la derecha si logra sus objetivos.
Nos jugamos ni más ni menos que un aumento exponencial del sufrimiento social si los poderes fácticos logran ganar su apuesta o abrir la vía de una esperanza de un futuro mejor para la ciudadanía en especial para los sectores más vulnerables, si la izquierda se reconoce en su pluralidad y busca la cooperación desde el respeto a las diferencias, asumiendo que la guerra fría acabó el pasado siglo.
Andalucía, de nuevo, es por su potencia poblacional, por los niveles de desigualdad que sufrimos, así como por tener un electorado mayoritariamente progresista, el territorio clave tanto evitar que triunfe el plan de la derecha como para activar un proyecto de gobierno para la izquierda. Por eso es insostenible la alianza del gobierno andaluz con Ciudadanos. Es una contradicción injustificable que el Gobierno andaluz se apoye en el grupo parlamentario de Ciudadanos cuando es el partido apoyado por los poderes fácticos contra el propio PSOE y el partido que ha elegido el IBEX 35 para una contrarreforma en todos los ámbitos: el territorial, el social, el económico, el laboral y el de las libertades.
Necesitamos activar al pueblo andaluz y que pueda mirar al futuro con esperanza. Superar la asimetría en el protagonismo político que tenemos con respecto a otros territorios, plantarle cara al gobierno de Rajoy e impedir que Ciudadanos expanda su franquicia andaluza.
Desde las bases hay una demanda de unidad de la izquierda que nadie puede eludir. Por eso la unión se va a ir forjando desde abajo y de abajo a arriba vamos a ir generando un marco común para el cambio estructural. Cooperación política en la izquierda andaluza con la democracia para el cambio, poniendo en valor nuestra nacionalidad cívica, incluyente al servicio de las clases populares, con el objetivo primero de lograr un gobierno de izquierda y luego de cambiar la estructura del Estado, en especial la del Estado central para federalizarlo asumiendo la realidad plurinacional del conjunto de la opinión pública, desde el consenso y desde la propia legalidad constitucional.
(*) Escultura de Jaume Plensa